Su historia cambia según quien te la cuente, pero pasan los años y todo lo que rodea a los duques de Windsor sigue generando interés, prueba de ello es que en cuestión de dos semanas ha salido a subasta el espectacular diseño de alta costura de Givenchy que Wallis Simpson llevó en la Casa Blanca y las memorias de uno de sus mayordomos, ya fallecido, que ofrecen una versión distinta de lo que fue la relación entre ella y el rey Eduardo VIII. Amor, poder, dinero y realeza se mezclan en una de las grandes historias de amor del siglo XX.
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Es Alan Fisher, fallecido en 2006, el mayordomo que hace la última descripción de Wallis Simpson en unas memorias que han salido a subasta en Rare Book Auctions y a las que ha tenido acceso Daily Mail. “Él estuvo enamorado de ella hasta el final, pero ella nunca le amó”, cuenta Fisher del tiempo que vivió con ellos. “Ella actuaba como si fuera la Reina de Inglaterra y lo hizo hasta el día de su muerte”, explica en uno de los pasajes de una biografía, la del propio mayordomo, que tiene posibilidades de convertirse en un libro.
No es la primera vez que se revisa lo que fue en realidad la historia de amor más controvertida de la realeza británica, ya que cuando él dejó la Corona en manos de su hermano, el rey Jorge VI, abuelo de Carlos III, se abrió la puerta a todo tipo de teorías, ya que en ese momento, en la antesala de la Segunda Guerra Mundial, había trascendido que el rey Eduardo VIII tenía inclinaciones políticas contrarias a los propios intereses que defendió el Reino Unido
Su marcha de la Casa Real británica no fue fácil para nadie, ya que, según recogen varios historiadores, la Familia Real nunca le perdonó haber puesto en peligro la monarquía para casarse con Wallis Simpson. En particular, siempre se ha dicho que Isabel II le culpó por la pesada carga que puso en los hombros de su padre, un príncipe que no había nacido para reinar, pero que con el apoyo de su mujer, la reina Elizabeth, lideró al país en uno de los momentos más complicados de su historia
La salida de la pareja no supuso el final de los quebraderos de cabeza para la monarquía, ya que a los duques de Windsor les gustaba figurar, dar grandes fiestas, reunirse con personalidades influyentes y revisaban, una y otra vez, el acuerdo económico que habían alcanzado con la institución exigiendo nuevas sumas de dinero
Siempre vestida por las grandes firmas de moda y luciendo espectaculares joyas, Wallis Simpson y el duque de Windsor tenían una rica vida social. "Ella tenía un gusto impecable, era impecable en su forma de vestir y de vivir. Yo era muy consciente de que estaba viviendo una parte de la historia", cuenta el mayordomo que, después de dejar a los duques de Windsor, trabajó con Carlos y Diana en la década de los ochenta.