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Siempre decimos que el príncipe Louis es el más simpático de todos los hijos de Guillermo y Kate, sin embargo, su hermana Charlotte tampoco se queda atrás. Aunque es habitual ver a la Princesa más comedida y correcta en los actos públicos a los que acude, al final y al cabo no deja de ser una niña de nueve años y es normal que se comporte como tal. Así lo ha demostrado este fin de semana al acudir a la gran final de Wimbledon junto a su madre, Kate Middleton.
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Charlotte vivió con mucha emoción el momento en el que su madre fue recibida con una enorme ovación por parte de todo el público. La imagen refleja su felicidad y, por supuesto, su orgullo, al ver el cariño que le mostraron en segunda aparición pública mientras sigue con su tratamiento contra el cáncer.
Madre e hija protagonizaron los momentos más bonitos y entrañables, compartiendo miradas cómplices, gestos de cariño... y también mientras comentaban algunas jugadas del partido que disputaron Carlos Alcaraz y Novak Djokovic y que terminó con el triunfo del tenista español.
Pero fue Charlotte la que, sin duda alguna, consiguió acaparar todos los flashes. La hija de los Príncipes de Gales hizo todo tipo de expresiones, siguiendo la estela de su hermano Louis. La Princesa no dejaba de mover las manos, suspirar, taparse la cara... lo que demuestra que sufrió (y mucho) viendo la final.
Estaba monísima con sus gafas de sol de color rosa de la marca Ray Ban y su vestido azul marino con pequeños lunares blancos y volantes en las mangas firmado por Guess. Para la ocasión, Charlotte lució también tres pulseras: dos hechas con hilo en tonos rosas y otra dorada con un ojo turco de color azul.
Además, la hija de Guillermo y Kate llevaba uno de sus peinados favoritos: un semirecogido con la raya al medio y algunos mechones hacia atrás trenzados que terminaban en un lazo de color azul oscuro, a juego con su vestido.