Cuando en marzo de 2020 el príncipe Harry y Meghan Markle tomaron la decisión de dejar su papel dentro de la Casa Real británica y trasladarse, primero a Canadá y definitivamente a los Estados Unidos, parecía que lo difícil era salir, salir de una familia que a la vez es una institución y una empresa. Sin embargo, cuatro años más tarde, el desafío es reinventarse. El príncipe y la actriz comenzaron el 2024 con nuevos proyectos y mucha presencia mediática, pero con el paso de los meses su perfil vuelve a desdibujarse. Mientras él se aferra al soldado que fue y a los vínculos con lo único que le hizo feliz, el Ejército, ella aparca, al menos por el momento, el activismo y la conciencia social para poner el foco en proyectos vinculados con temas de “estilo de vida y la alegría de vivir”. Un giro más que pone en evidencia el enorme reto que supone seguir siendo príncipes cuando no se tiene casa real.
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Cuando Meghan y Harry se conocieron ella era actriz en la serie Suits y él era el nieto favorito de Isabel II, el hijo de la difunta Diana de Gales y hermano del futuro rey del Reino Unido. Juntos se convirtieron en la pareja del momento, los únicos capaces de eclipsar (aunque fue de forma fugaz) a los príncipes Guillermo y Kate. Cuando los Sussex anunciaron su salida, para bien o para mal, ese interés en torno a ellos se multiplicó, ya que nunca un conflicto interno y los mecanismos que rigen en la Casa Windsor se habían hecho tan públicos y eso alcanzó niveles nunca vistos cuando comenzaron a hablar. Oprah Winfrey, James Corden, Tom Bradby, Simon Perry… personalidades del mundo de la comunicación y periodistas, estadounidenses y británicos, les ayudaron a difundir su historia y luego llegó el revelador e íntimo documental en Netflix y el campanazo de las memorias de Harry. Sin embargo, ahora la pregunta es: ¿qué hay de nuevo?
Según han anunciado en su propia web, los proyectos que se estrenarán en breve son un documental sobre polo y un programa sobre cocina, jardinería y estilo de vida. ¿Cliché? Es posible. ¿Ha cambiado Meghan Markle a Michelle Obama por Martha Stewart como fuente de inspiración? Stewart fue una pionera en cuanto a marca personal, su imperio y su impacto en la cultura estadounidense es innegable, y todo comenzó con un programa de televisión en el que ofrecía una variedad de consejos y recomendaciones sobre cocina, jardinería, decoración… y lo que más tarde pasó a llamarse estilo de vida. Sin olvidar que fue una de las primeras en lanzar al mercado sus propios productos y sigue con ello, aunque si Martha Stewart va a por el enorme volumen de estadounidenses que compran en la cadena Walmart, la duquesa de Sussex va por una minoría de élites cercanas con una línea de mermeladas numeradas y caligrafiadas a mano. Es decir, el objetivo de Meghan no es vender, es estar.
Cierto es que antes de conocer a Harry, Meghan Markle tenía una presencia importante en redes sociales y compaginaba la interpretación con una faceta de influencer que desarrollaba a través de un blog personal sobre estilo de vida, pero también es cierto que por un momento su camino parecía otro. Como duquesa de Sussex, Meghan tuvo que dejar algunas causas y principios aparcados para no afectar a la neutralidad política y respetar la no injerencia de la Casa Real. Lo vimos desde el principio, desde su primera aparición como novia de Harry en un acto junto a los príncipes Guillermo y Kate, y se repitió ante el polémico viaje de Donald Trump al Reino Unido, ya que Meghan había hecho campaña pública por Hillary Clinton. Sin embargo, una vez fuera de la realeza británica y con todos los puentes ardiendo, ¿este era el giro previsible?
Durante este tiempo los Sussex han tenido públicamente conversaciones impensables para un Windsor, siendo el máximo exponente el tema del comercio de esclavos durante el Imperio Británico, tema que tocaron en su primer documental con Netflix, o la campaña para incentivar el voto en las últimas elecciones estadounidenses, tras las que la pareja celebró el triunfo de Kamala Harris. Sin olvidar su activismo desde múltiples organizaciones, entre ellas las Naciones Unidas, para la participación política y el liderazgo de la mujer. Con estos antecedentes y con sus conversaciones con otro icono, Gloria Steinem, este giro es algo insesperado e incluso paradójico, aunque, mirado de otra forma, la deja mucho más cerca de la Casa Real británica, digamos que es una temática más cómoda para el reinado de Carlos III, por si en algún momento de la historia deciden retomar los lazos.
Tanto el estilo de vida que proyecta Meghan, como el polo que practica Harry son propios de élites, por eso Diana de Gales se empeñó en que sus hijos también fueran al fútbol, para que estuvieran conectados con un deporte mayoritario. En ese sentido, lo que van a mostrar puede tener el peligro de convertirse en un proyecto más de las decenas que se ofrencen en múltiples plataformas para mostrar al mundo cómo es la vida de los superricos o que permiten echar un vistazo en el día a día de la celebrities. Una arista más en el complejo ejercicio al que se enfrentan los Sussex desde que salieron de la Casa Real británica, ya que tanto su vida como sus múltiples labores filantrópicas y de servicio público necesitan un sostén económico y mediático, el gran enigma es cómo hacerlo.