La de Víctor Manuel de Saboya fue una vida llena de polémicas casi hasta el final de sus días. Ahora, cinco meses después de su muerte, que ocurrió el pasado 3 de febrero a los 86 años, los restos del hijo del último rey de Italia descansan por fin en la cripta real de la Basílica de Superga en Turín, junto a sus antepasados y los Reyes de la dinastía desde hace siglos. Ha sido su único hijo el que ha presidido una ceremonia sencilla, pero cargada de gran significado y trascendencia para la Casa Real italiana.
Este lunes, Manuel Filiberto de Saboya, actual jefe de la Casa desde la muerte de su padre y príncipe de Piamonte y Venecia, fue testigo de cómo las cenizas del príncipe de Nápoles fueron enterradas en un pequeño sarcófago dentro de la cripta real. Un acto en el que estuvo solo ya que no le acompañaron ni su mujer ni sus hijas. El sepulcro, de mármol blanco con vetas grises, presenta la siguiente inscripción: Víctor Manuel, duque de Saboya y príncipe de Nápoles 1937-2024 y tenía a los pies un corona floral con rosas rojas y una cruz, también de rosas blancas.
El príncipe Manuel Filiberto ya ha anunciado a través de un comunicado que próximamente en esta basílica y en una fecha futura de la que se darán más detalles con antelación se organizará una misa por el descanso eterno del alma de su padre. Además, el jefe de la Casa de Saboya ha querido “agradecer nuevamente a las instituciones que permitieron respetar los últimos deseos del difunto príncipe sobre su entierro según la tradición de la Casa de Saboya y a cuantos en los últimos meses se han unido al dolor y duelo de la Familia Real, con especial agradecimiento a los numerosos italianos y ciudadanos de Turín que demostraron sus propias condolencias”.
Hasta ahora, la familia Saboya no había podido rendir homenaje al hijo de Humberto II en la basílica asociada a su linaje. La capilla ardiente se instaló días después de su fallecimiento en la iglesia de San Humberto del Palacio de Venaria, donde se vieron las escenas más emotivas y dolorosas de Marina Doria, su viuda, su hijo, y sus nietas. Después, la catedral de Turín acogió el funeral del llamado ‘príncipe eterno’ al que acudieron miembros de la realeza como la reina Sofía (don Juan Carlos era primo de Víctor Manuel), el príncipe Alberto de Mónaco; Carlos de Borbón- Dos Sicilias y su hija María Carolina; Philippos de Grecia; el príncipe Leka de Albania; Carlos Luis de Orleans y Victoria Románovna, esposa de Jorge Mijáliovich, heredero de los derechos dinásticos al trono de Rusia.
La tumba de un Rey español
La Basílica de Superga fue levantada en el siglo XVIII por Víctor Amadeo II de Saboya, en lo alto de la colina de Superga. El arquitecto que la edificó, Filippo Juvarra, usó una arquitectura clasicista con un toque barroco propio del momento. Además de las tumbas de muchos príncipes y reyes italianos, el complejo acoge también un área monástica ocupada entre 1966 y 2015 por la Orden de los Servitas, una orden católica de vida apostólica y de derecho pontificio, y unos apartamentos reales, lujosamente decorados y destinados al avituallamiento de la Familia Real durante sus visitas al templo. Entre sus muros descansan los restos de Amadeo I, rey de España entre 1871 y 1873, y su primera esposa María Victoria del Pozzo della Cisterna.
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