A lo largo de los siglos, las relaciones sentimentales dentro de la realeza están repletas de historias de amor épico marcadas por la pasión o la tragedia, romances imposibles que salieron adelante contra viento y marea e idilios complicados que triunfaron con el paso del tiempo, superando todos los obstáculos posibles y rompiendo con las convenciones de la época. En definitiva, relatos que merecen mucho la pena volver a ser recordados en una fecha tan significativa como es esta, 14 de febrero, San Valentín.
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Carlos III y la Reina Camilla, un amor contra la opinión de todo un país
La suya, es sin duda, la historia de amor más mediática y complicada de todas las que tienen que ver con la historia reciente de la realeza. Todo comenzó en la década de los setenta cuando el por entonces príncipe Carlos y Camilla Shand -su apellido de soltera- se conocieron gracias a una amiga en común, quien les puso en contacto con una frase que se hizo célebre: "Vosotros dos debéis tener cuidado, tenéis antecedentes genéticos".
Se refería a que la bisabuela de ella había sido la amante oficial del tatarabuelo de él, el rey Eduardo VII. Al primogénito de Isabel II le gustó aquella joven desde el principio, pero a ella le costó un poco más. Sin embargo, disfrutaba de su compañía y pronto comenzaron a salir. Pese a ello, rompieron en 1973 aunque nunca trascendieron los motivos.
Es posible que a ella le agobiara un futuro como consorte real y es obvio que no cumplía con los estándares de los Windsor. Era católica y no anglicana, tenía mayor experiencia en la vida y era más libre a nivel emocional, mientras que Carlos era un romántico aunque sabía que la Corona implicaba sacrificios. Tras rehacer sus vidas por separado, Camilla se casó con Andrew Parker-Bowles en julio de 1973 y algunos biógrafos apuntan a que el futuro rey quedó devastado.
Mucho tiempo después, aparecería en escena la eterna Diana Spencer y fue el 29 de julio de 1981 cuando se celebró la llamada boda del siglo: la de los flamantes príncipes de Gales que, juntos, no terminaron de encontrar una felicidad duradera. El final es de sobra conocido, puesto que Carlos ya había retomado en secreto su relación con Camilla y eso hizo saltar por los aires todo lo que había construido con Lady Di.
De la famosa 'entrevista de la venganza' que dio esta en la BBC con aquella frase de "éramos tres en mi matrimonio", a los mensajes íntimos y subidos de tono de Carlos y su amante que se filtraron, Camilla se convirtió pronto en la mujer más odiada del Reino Unido y parte de la Commonwealth. Lo que nadie esperaba es que ella y el heredero fueran capaces de resurgir de sus cenizas, hasta el punto de hacer triunfar sus sentimientos contra viento y marea, haciendo caso omiso del deseo de los príncipes Guillermo y Harry y frente a la opinión de todo un país.
De esta forma, el 9 de abril de 2005 llegó una boda tan atípica como esperada, y Carlos de Inglaterra se casaba por fin con su amor de juventud. El camino había sido largo, pero la pareja había conseguido que la Casa Real británica llegara a la conclusión de que si Camilla iba a estar en la vida del ahora soberano, tenían que legitimar su papel.
Habían pasado nueve años desde el divorcio de los príncipes de Gales y ocho desde la trágica muerte de Diana, y era evidente que el único camino para ellos era pasar por el altar. Más recientemente, el 6 de mayo de 2023, escribieron un nuevo capítulo de su historia al ser los primeros reyes ingleses ungidos con aceite sagrado en la Abadía de Westminster pero casados por lo civil, donde una nueva era comenzaba.
Haakon y Mette- Marit de Noruega, la pareja que rompió moldes
Pocas historias de amor de la realeza hay tan románticas como la que protagonizaron Haakon y Mette-Marit de Noruega. Ella resultó ser una princesa inesperada, una Cenicienta moderna que protagonizó y sigue protagonizando uno de los matrimonios más románticos y sólidos del panorama royal. Llevan más de dos décadas casados y los futuros reyes de Noruega siguen dando muestras de que están de lo más enamorados.
Recientemente, el hijo de los reyes Harald y Sonia contaba en un libro de memorias cómo se enamoró de Mette- Marit Thessem Hoiby, una madre soltera a la que vio por primera vez en un bar en el festival de rock Quartfestivalen de Kristiansand. Él acaba de graduarse en ciencias políticas por la Universidad de Berkeley (California) y cayó rendido.
“Ella era como una luz. Fue como si una luz entrara en la habitación. Dijo ‘Hola’ y luego se fue. Me causó una gran impresión. Así recuerdo nuestro primer encuentro. Mette no lo recuerda así. (...) Lo que puedo decir con certeza es que estaba fascinado y que me fascinaba aún más cuando hablábamos”. Aunque en un primer momento llevaron lo suyo en secreto, tuvieron que ser honestos el uno con el otro porque “después de todo, ella tenía un hijo pequeño, por lo que no era del todo seguro que nos convirtiéramos en pareja”.
Antes de casarse vivieron juntos, lo que pilló por sorpresa al pueblo noruego que no estaba acostumbrado a que un miembro de su Familia Real conviviera antes del matrimonio. Además, en aquel momento no estaba bien visto ese movimiento por parte de la futura cabeza de la Iglesia noruega.
También el hecho de que la Princesa hubiera tenido una juventud díscola y de que fuera madre soltera (el padre de su hijo estuvo preso por narcotráfico y estando embarazada acudió a un programa de televisión en busca de novio) levantó ampollas hasta que finalmente se casaron el 25 de agosto de 2001. Juntos han tenido a la princesa Ingrid, futura heredera, y al príncipe Sverre Magnus. Tanto Haakon como el resto de la Familia Real considera a Marius Borg, el hijo de Mette- Marit, como uno de los suyos.
Guillermo y Máxima de Países Bajos: todo empezó en Andalucía
La boda de Guillermo y Máxima de Países Bajos fue mágica. Nos hizo soñar, y también llorar, pero lo cierto es que cautivaron al mundo. Se casaron el 2 de febrero de 2002 y se habían conocido unos años antes en Sevilla. En 1999, ella trabajaba en Nueva York y ese año los dos se vieron por primera vez en la caseta del Real Club de Andalucía de la Feria de Abril de Sevilla, gracias a una amiga del colegio de la futura Reina que conocía al entonces heredero neerlandés.
Aunque España fue un lugar muy especial para ellos, el amor nació en Manhattan. Lo suyo no fue un flechazo y así lo confesó Máxima Zorreguieta: "Al principio no me llamó la atención. Fue después de hablar mucho". La elegida pronto conquistó a todo el mundo con su carisma y simpatía y marcó un hito, pues protagonizó el primer matrimonio de la realeza del país entre un príncipe y una mujer sin sangre real, además de ser la primera reina católica en una nación de mayoría protestante.
Sin embargo, lo que más preocupaba era el controvertido pasado del padre de ella, quien había sido ministro de Agricultura durante la dictadura argentina. Finalmente, se autorizó el matrimonio siempre que el padre de Máxima no acudiera, como finalmente sucedió.
En la retina del imaginario popular quedan esas imágenes de una novia que estaba algo huérfana en su boda cuando se interpretó el tango Adiós, Nonino, el favorito de Jorge Zorreguieta, que hizo aflorar las lágrimas en su rostro. Una reacción sincera de una mujer que había renunciado a los suyos por amor. Los neerlandeses fueron conscientes de ese sacrificio y se los ganó para siempre. Su beso en el balcón como recién casados desató la locura que dura hasta hoy.
El príncipe Harry y Meghan Markle, una relación digna del mejor guion de Hollywood
Lo suyo parece sacado de una película romántica: actriz de cine conoce, en una cita a ciegas en julio de 2016, al nieto de la Reina de Inglaterra. Ambos se enamoran y solo un año y medio después oficializan su compromiso. Así es como se escribe a grandes rasgos la historia de amor príncipe Harry y Meghan Markle, otras las relaciones royals que más eco ha tenido en la prensa mundial hasta la fecha.
Un pareja que pronto descubrió que tenía mucho en común y poco les importaba los más de 5.700 kilómetros que les separaban. Los viajes entre Toronto -donde residía Meghan- y Londres -donde vivía Harry- eran cada vez más frecuentes. "Nunca pasamos más de dos semanas sin vernos, aunque obviamente estábamos teniendo una relación a distancia", explicaba él en un documental de Channel 4. Las estrellas parecían "alineadas y todo fue simplemente perfecto", apostillaba.
Tras aquellos primeros encuentros, compartieron su primera escapada romántica a Botsuana y esto les sirvió también para descubrir que estaban hechos el uno para el otro. Siguieron viéndose discretamente hasta comenzaron a surgir los primeros rumores de la relación, pero las especulaciones duraron poco. El Palacio de Kensington difundió un comunicado oficial en el que se refería a la futura Duquesa como la "novia" del Príncipe, además de pedir respeto para ella frente al "acoso", dijeron, de los tabloides británicos.
La situación, atípica hasta el momento, comenzaba a normalizarse. Fue en esa época cuando se publicaron las primeras imágenes de ambos paseando por las calles de Londres después de asistir a una obra de teatro. Días después, disfrutaron del Fin de Año en la ciudad noruega de Tromsø, conocida por sus fiordos y sus espectaculares auroras boreales. Posteriormente acudieron como invitados a una boda en Jamaica, la misma isla que curiosamente había servido como escenario del primer enlace de Meghan con el productor Trevor Engleson en 2011. En este sentido, el hecho de que Meghan fuera una mujer divorciada también tendría su peso en su relación.
La presentación oficial de la prometida de Harry llegó en un partido de polo y allí vimos su primer beso. Meghan seguía dando pasos y lo hacía mostrando su personalidad única y diferenciada. Se atrevió entonces a conceder una entrevista en la que proclamaba su amor a los cuatro vientos, algo que hasta el momento nadie había hecho. Tras aparecer juntos en los Juegos Invictus, creados por el príncipe Harry, Meghan conoció a Isabel II en el Palacio de Buckingham y los acontecimientos se sucedieron sin descanso.
El príncipe Carlos hacía público el compromiso oficial de su hijo, y Meghan se preparó para pasar su primera Navidad con los Windsor. Nunca antes la reina Isabel II había invitado a una novia real a Sandringham. Las que lo habían hecho estaban ya casadas. De ahí que este gesto de la Reina tuviera tanto significado. Después, ambos harían un tour por Reino Unido donde se dieron un auténtico baños de masas y así hasta el 19 de mayo de 2018, fecha en la que pusieron el broche de oro a su relación con su boda en en la capilla de San Jorge del Castillo de Windsor.
A partir de aquí, la integración de la duquesa de Sussex en el seno de los Windsor -que parecía un hecho- se fue deshaciendo poco a poco y llegó el sonado 'Megxit', la decisión del matrimonio anunciada el 8 de enero de 2020 de retirarse de sus deberes como miembros de alto rango de la Familia Real británica. Fijaron su residencia en California, han tenido a sus niños Archie y Lilibet y se dedican a sus negocios privados (de lo audiovisual a lo filantrópico), marcando siempre distancias con Reino Unido y provocando quebraderos de cabeza al rey Carlos por las revelaciones íntimas en público que ha hecho su hijo.
Rainiero y Grace de Mónaco, un cuento de hadas con final trágico
Hay veces que la realidad supera la ficción. Es el caso de nuestros dos últimos protagonistas, los únicos de este especial por San Valentín que desgraciadamente ya no están entre nosotros, cuya historia de amor es un icono de romanticismo y glamour del siglo XX. El origen está en la idea que tuvo un día Pierre Galante, editor de un conocido diario francés y marido de la gran estrella de la meca del cine en los años 40 Olivia de Havilland (Lo que el viento se llevó). El citado periodista organizó entonces una sesión fotográfica de Grace Kelly con el Príncipe Rainiero en palacio, dos guapos solteros en un bonito escenario. Él, perteneciente a la realeza; y ella, al olimpo hollywoodiense.
En aquella fecha señalada, las compañías eléctricas francesas hicieron huelga por lo que la futura Princesa no pudo usar el secador, acudiendo a la cita con el pelo mojado y el único vestido planchado que tenía en esos momentos. Durante el encuentro, dieron un paseo por el Principado, él le enseñó su zoo, se inmortalizaron y se despidieron sin más. A la mañana siguiente, la actriz le envió una nota de agradecimiento. Aparentemente no pasó nada y no puede decirse que fuera un encuentro romántico, pero prendió el amor.
El flechazo fue tal que Raniero de Mónaco le pidió matrimonio sin ceremonias ni fanfarrias, con el consabido: "¿Quieres casarte conmigo?". Y ella respondió: "Sí". El martes, 5 de enero de 1956, se hizo oficial el compromiso, primero en Mónaco y luego en Filadelfia (Estados Unidos) durante una comida que el señor Kelly, padre de ella, organizó en el Country Club como prolegómenos de las nupcias reales. La pareja contrajo matrimonio el 19 de abril de 1956 en una solemne ceremonia celebrada en la catedral monegasca de San Nicolás, y juntos se embarcaron en la aventura de hacer de Mónaco un reino soñado.
Vivieron sus años más felices con la llegada de sus tres hijos, los príncipes Carolina, Alberto y Estefanía, para después ser golpeados por una tragedia inesperada que les marcaría para siempre. El 13 de septiembre de 1982, Grace sufrió un fatal accidente de tráfico que le dejó en coma y la familia tuvo que tomar una de las decisiones más difíciles: desconectarla del único hilo que la mantenía con vida. Tenía entonces 53 años, pero los médicos fueron contundentes a la hora de manifestar que nunca hubiera podido superar la hemorragia cerebral y las lesiones de médula.
Mónaco no sería ya nunca lo que fue. Tampoco los Grimaldi. Raniero III rindió tributo personal a la que fue su esposa en el 20º aniversario de su fallecimiento. El soberano aprovechó tan triste fecha para escribir una carta en la que se dirigía con melancolía a la que fue su esposa durante 26 años: "Fue una mujer perfecta. Un ser especial que con su sola presencia provocaba la admiración de todos. Estará siempre presente en nuestros corazones", dijo de ella el jefe del Estado, fallecido en abril de 2005 a los 81 años.
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