Mucho sabemos sobre el fatal destino de Sissi, Emperatriz del Imperio Austrohúngaro, asesinada en Ginebra por un anarquista. Pero tenemos poco conocimiento de sus desdichadas hermanas: Nené, la mayor, rechazada por Francisco José, murió demente; María Sofía, fue la última reina consorte de Nápoles y terminó sus días en el exilio; Ludovica, apenas superó el suicidio de su esposo, Luis de Borbón dos Sicilias. Pero ¿qué ocurrió con la pequeña de las Baviera? Carlota Sofía, casada con uno de los nietos de Luis Felipe de Orleans, apasionada y caritativa, moría en el incendio que se produjo en el parisino “Bazar de Caridad” en 1897 y que ha sido llevado a la pequeña pantalla.
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Sofía Carlota de Baviera fue la penúltima hija de Maximiliano y Ludovica de Baviera. Como sus hermanos creció en el castillo de Possenhofen, cerca de Munich, entre la naturaleza salvaje y con poco protocolo. Carlota vivió en primera persona el desplante a Nené por parte del Emperador de Austria y el posterior matrimonio con Sissi en Viena. Carlota Sofía, por edad y condición, parecía la candidata perfecta para casarse con su primo, Luis II, rey de Baviera, que al igual que ella era un apasionado de las artes y la música de Wagner. El compromiso se acordó, aunque semanas antes de la fecha prevista para el enlace,el lunático soberano decidía poner fin al noviazgo. Como todos los Wittelsbach -la dinastía a la que pertenecía- tenía ataques de locura y en esa ocasión, pensó que su prima se había convertido en un personaje de fantasía de una ópera romántica. Este episodio está muy bien tratado en la extraordinaria película de Visconti, Ludwing (1973).
Carlota, soñadora y apasionada como su hermana Sissi, se enamoró de un fotógrafo poco adecuado para su regia cuna. Colérica, su madre Ludovica -Alteza Real y hermana de la Archiduquesa Sofía, madre del Emperador- alentó el acercamiento con un Príncipe de sangre real: el elegido fue Fernando Felipe de Orleans, duque de Alençon y nieto de Luis Felipe, quien un día había sido Rey de los Franceses (1830-1848). El novio era hijo de Luis de Orleans, duque de Nemours, quien aunque vivía en Inglaterra desde los días del exilio francés, poseía uno de los patrimonios más abultados de la realeza. La boda se celebró en 1868 en Possenhofen, siendo la última de las bodas de las hermanas Baviera.
El matrimonio se estableció cerca de Londres y tuvo dos hijos. Pero ni siquiera las atenciones de su servicial esposo sirvieron para aliviar los estados de “profunda melancolía” en los que vivía Sofía Carlota. Viajaron por Europa y durante un tiempo se establecieron en Palermo. Pero su salud no mejoraba. Tampoco sirvieron los viajes con sus hermanas a Corfú, la idílica isla del mar Jónico, en la que Sissi parecía librarse de los impulsos opresivos de su suegra. Y mucho menos ayudó la aventura extramatrimonial que mantuvo con el doctor Graser de Graz. Al descubrirse la infidelidad la internaron temporalmente en un sanatorio psiquiátrico.
Sofía Carlota sólo aliviaba su tristeza participando en obras de caridad. Cuando había empezado a vivir en París tomó parte en la organización de un “Bazar de Caridad”; un mercado benéfico regentado por las damas de la aristocracia. Lo que en la época se conocía como “charity”. Pero en aquella ocasión terminó en una espantosa tragedia: durante la proyección del cinematógrafo que se estaba exponiendo, una explosión prendió una llama que se extendió por todo el recinto y provocó uno de los más terroríficos incendios que se recordaban en la ciudad del Sena. Luis Fernando de Baviera, médico de profesión y esposo de la infanta española Baz de Borbón -que se encontraba en París visitando a su suegra, la exiliada Isabel II- fue uno de los voluntarios que acudió a asistir a las heridas. Pero nada pudo hacer.Entre las más de cien fallecidas, se encontraba su prima, la duquesa de Alençon, la hermana menor de Sissi. El siniestro causó en toda Europa una impresión penosísima.
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Sofía Carlota murió a causa de las quemaduras el 4 de mayo de 1897. Sus restos fueron enterrados en la Capilla Real de Dreux, la necrópolis de muchos de los miembros de la casa de Orleans, a la que pertenecía por matrimonio. Su hermana, Emperatriz de Austria y Reina de Hungría, no acudió al sepelio