La Familia Real de Jordania está de enhorabuena . El amor reina en la corte hachemí por partida doble y en un año muy especial: los reyes casan a sus dos hijos mayores y también celebran en junio el 30º aniversario de su boda.
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Iman es la segunda de cuatro hermanos, pero ha sido la primera en dar el paso del matrimonio, después de un noviazgo secreto de tres años y un anuncio de compromiso inesperado en julio del pasado año. La boda del príncipe Hussein, el heredero al trono, con Rajwa el próximo uno de junio, será un acontecimiento histórico para Jordania. Pero la de Iman y Jameel Alexander Thermiotis, que tuvo lugar el domingo 12 de marzo, también fue un día único para el Reino. De ello se ocupó Rania, quien estuvo al frente de todos los preparativos para asegurarse de que su hija tuviera la celebración más emotiva e inolvidable .
A las seis de la tarde en Aman, (16:00 hora española) se abrían las puertas de palacio y daba comienzo en los primaverales jardines la celebración, que fue emitida en directo por la televisión jordana. Entre los almendros en flor y al son de las melodías interpretadas por una banda del ejército jordano, los Soberanos dieron la bienvenida a sus invitados. Alrededor de 150 personas que incluían a su extensa familia —hasta 30 príncipes y princesas—, amigos, personalidades destacadas del Reino y dignatarios árabes.
Asistieron alrededor de 150 personas y llamó la atención una española: Miriam de Ungría, ahora princesa Maryam Al Ghazi tras su boda con un primo del Rey Abdalá
Un impresionante desfile de títulos en el que se echó de menos la representación de las Casas Reales europeas —que sí acudirán a la boda del heredero— y llamó la atención una española: Miriam de Ungría —viuda del príncipe Kardam—, ahora princesa Maryam Al Ghazi tras su boda con un primo del Rey Abdalá. La que fuera un día nuera de los Reyes de Bulgaria reapareció radiante con un vestido ceñido de gran escote a la espalda, que no pasó inadvertido para Rania, quien había elegido para el gran día un precioso vestido de Dior. Miriam acompañaba a su marido y a su nueva familia política, muy cercana a los Reyes, como se vio desde su llegada. Primero, por el cariño con el que fueron recibidos; y después por el lugar que ocuparon tanto en la ceremonia (segunda fila), como en la fotografía de familia. Se casaron el 3 de septiembre por sorpresa —fue la última boda de la corte—, pero la princesa Maryam Al Ghazi ya es una más.
La princesa Muna, inglesa de nacimiento, madre del Rey, abuela de la novia e íntima amiga de Rania tuvo un gran protagonismo en la boda de su nieta
El hogar de la novia
Tras el besamanos, que duró aproximadamente 20 minutos, y de la llegada en solitario del propio novio, Jameel Alexander Thermiotis, los reyes accedían de nuevo al interior de su palacio, Beit Al Urdun. Los medios jordanos habían apuntado a que el lugar elegido sería el palacio Zahran, donde Abdalá II y Rania se casaron en 1993. Y, también, había sonado con fuerza el palacio Al Husseiniya junto a la Mezquita y el parque del Rey Hussein, donde se celebró la “Noche de la Hena” de la novia, pero finalmente, frente al edificio “de estado”, que alberga las oficinas de los Reyes, se eligió la residencia privada, el hogar: la casa de la novia, en el distrito Dabouq de Amán, al estilo tradicional jordano.
La prensa del reino destacó ese gesto, y también que la boda permitiera descubrir algunos rincones del palacio real, o incluso que Rania compartiera desde su perfil de Instagram los arreglos que había hecho el equipo de Jordan iDegrees. Una impresionante exhibición floral entre sillones “bouclé”, velones y metros de tela de velo cubriendo los techos en estancias a las que no pudieron acceder las cámaras, aunque el salón de cristal donde tuvo lugar la ceremonia sirvió de ejemplo de la decoración: blanca y romántica, como la novia.
Abdalá II, un padre muy emocionado, recibió a la novia con un abrazo, estuvo en la mesa ceremonial y firmó el acta de matrimonio
Allí fueron recibidos los Reyes por todos los invitados en pie antes de que tomaran caminos separados. Abdalá II se sentaba frente a la mesa ceremonial y del imán que ofició la boda, y al lado del novio, que esperaba ya impaciente a su princesa. Y Rania ocupaba su silla en primera fila, junto a su futura nuera, la joven saudí Rajwa al-Saif, la protagonista de la próxima boda real, y sus hijos, la princesa Salma y el príncipe Hashem.
Regalo de sus padres
Minutos después, al son de cánticos tradicionales, aparecía en escena la princesa Iman, del brazo de su orgulloso hermano. Finalmente, se descubría el secreto: la novia llevaba un vestido clásico de Dior —la misma firma que eligió la Reina para su boda—, seguramente en un guiño al abuelo de Jameel, Dimitrios Thermiotis, que fue quien introdujo los perfumes de la firma francesa en Venzuela.
La princesa hizo un guiño al abuelo de su marido con su vestido de diseño francés con cola y espectacular velo floral que sujetó con una tiara fringe de diamantes
El diseño nupcial, de corpiño ceñido, panel de encaje transparente en el escote, puños y falda de línea amplia y pequeña cola, fue muy aplaudido, y lo complementó con un largo velo de bordado floral, pendientes de diamantes y una tiara, también de diamantes, coronando su recogido bajo. La pieza podría ser un regalo de sus padres, aunque inicialmente se dijo que había pertenecido a su abuela, la princesa Muna al-Hussein.
Rania fue testigo desde la primera fila de los momentos más emocionantes junto a su futura nuera, la joven saudí Rajwa al-Saif; y sus hijos, el príncipe Hussein, la princesa Salma y el príncipe Hashem
Firma del acto y anillos
Seguida por sus dos damitas, Raya y Nasma, hijas de la princesa Aya bint Faisal, sobrina del Rey Abdalá, y con un pequeño ramo de flores blancas en la mano, la novia entró en silencio en el salón de ceremonias. Allí, después de mirarla de la manera más afectuosa, su hermano se hizo a un lado para dar paso al Rey. Un padre realmente emocionado, que la recibió con un abrazo y la acompañó al lado de su prometido. Comenzó entonces la ceremonia (Katb al-Kitâb), que ofició el imán hachemita Ahmed Al-Khalayleh. Fue una celebración breve y sencilla, en la que Al-Khalayleh hizo una pequeña intervención llena de alabanzas para la princesa antes de resaltar cómo el matrimonio es una virtud exaltada en el islam. La princesa y Thermiotis firmaron entonces el acta de matrimonio, rubricando después el Rey el documento, en el que se detallaban los términos de su unión. Y, a continuación, antes de que los novios se intercambiaran los anillos y recibieran la bendición, también firmaron como testigos, sus hermanos, los príncipes Hussein y Hashem. Mientras, a unos metros, las cámaras nos mostraban la emoción de sus seres queridos, especialmente de Rania, que esperaba ya a su hija con los brazos abiertos.
Minutos después, camino al salón contiguo donde se celebró la recepción y posterior cena, los recién casados desfilaban bajo las lanzas de la Guardia Real de Honor coronadas por banderas… Y, sin perder la sonrisa y sin soltarse de la mano, disfrutaban de un zaffah jordano tradicional ofrecido por la Compañía Folclórica Ma’an, que cantó y bailó para ellos difundiendo la herencia jordana.
“Mil bendiciones a los más dulces novios. Iman, rezo para que este próximo capítulo en tu vida te traiga tanta alegría, amor y risas como nos has traído a nosotros”, escribió Rania tras la ceremonia
Las ausencias
Al otro lado del largo pasillo, los esperaba la familia, de nuevo con aplausos y abrazos… Casi toda la familia, porque hubo dos llamativas ausencias: la de la Reina Noor, que nunca se había perdido una celebración en la corte, y la de su hijo primogénito, Hamzah. El exheredero al trono es tío de la novia, pero los lazos están rotos. Hamzah, acusado de conspirar en un complot para destronar a su hermanastro, el Rey Abdalá, cayó en desgracia y terminó renunciando incluso al título de príncipe. Su no presencia es una muestra de que las heridas están abiertas. La última vez que vimos a la Reina viuda Noor en palacio rodeada de toda la familia fue en 2020, cuando su hija, la princesa Raiyah, se casó con el escritor británico Ned Donovan, nieto de Roald Dahl. Ellos sí acudieron a la boda de Iman y participaron de las festividades, que para los espectadores terminaron con el “momento tarta”. Fue la última imagen que captaron las cámaras de televisión: armados con una espada árabe, los novios cortaron el pastel de bodas de seis pisos decorado con ramitas florales, mientras la Reina, pendiente de todos los detalles, se ocupaba de colocar el velo de su hija.
La despedida
Cierto que después llegaron las fotos oficiales y también los mensajes de Rania en Instagram y Facebook. Una reina, pero más que nada la madre de la novia “despidiéndose” de su hija en un día inolvidable:
“Protégela, oh, Señor, de todo mal, concédele el éxito, y alegra su corazón. Mil bendiciones a los más dulces novios. Iman, rezo para que este próximo capítulo en tu vida te traiga tanta alegría, amor y risas como nos has traído a nosotros a lo largo de los años. ¡Felicitaciones a los novios!”. “Como si fuera ayer, el día que se engalanó la casa con la llegada de nuestra princesa. Tu padre te llevó en sus ojos antes que en sus brazos... Te pareces a él cuando sonríes, cuando tus ojos ríen y cuando tu corazón se desborda de ternura… Rodeas de amor a tus hermanos, la amiga de Hussein, la amada de Hashem y el alma gemela de Salma… Doy gracias a Dios todos los días por darme una hija que tiene buena moral, buena apariencia y amor por las personas. Que orgullosa estoy de ti, Betu ...”, y añadía acompañando al vídeo oficial del enlace: “Mi querida Iman, no es un adiós cuando siempre estás en mi mente y en mi corazón. Que Dios te bendiga”. Este era el último mensaje de los muchos compartidos desde que anunció la boda por sorpresa (una semana antes del gran día) o nos “invitó” a la celebración de la “Noche de la Hena”, el 7 de marzo, siendo la Reina la anfitriona en el inicio de los festejos. Rania reunió a todas las mujeres de la familia real hachemita, amigas, activistas de derechos humanos y representantes de las gobernaciones del país para que pudieran felicitar a la novia, de 26 años.
Esta era la última celebración antes de la boda, en la que se le desea suerte y felicidad en su nueva vida y las mujeres ululantes la recibieron con gritos ceremoniales. En las imágenes se ve a Rania abrazándola, aplaudiendo, recibiendo felicitaciones y, antes, en otro momento, ajustando la hebilla de perlas de su cinturón bordado en oro y perlas… Y no era un cinturón cualquiera: era el que llevó en su boda con Abdallah, en 1993, diseño de Bruce Oldfield. También pronunció un discurso en el que felicitó a su hija y le deseó éxito, expresando sus “sentimientos encontrados”: “Ahora sé cómo se sintió mi madre cuando mi hermana y yo nos casamos. No sabía lo que significaba ser la madre primeriza de la novia”.
El novio, empresario venezolano de origen griego, estuvo arropado por sus padres, su abuela y sus dos hermanos, que viajaban a Jordania por primera vez
Las imágenes llegaban días después de que la Soberana compartiera un vídeo y fotos inéditas de la vida de su princesa. Desde que nació —se ve a Rania en la cama del hospital junto a su marido y al Rey Hussein— a la actualidad. Entre ellas, la más especial es la de Iman tocada con la tiara de diamantes que su madre estrenó en el banquete estatal organizado por la Reina Isabel II y el duque de Edimburgo en el castillo de Windsor en 2001. Y la de la Reina viendo emocionada cómo su hija se probaba su vestido de novia (sin mostrarlo). “La primera vez que sostuve a mi bebé, supe que mi vida nunca volvería a ser la misma… Mi preciosa Iman, estoy tan feliz por ti y tan orgullosa de todo lo que eres…”, escribió.
Nueva York
La hija mayor de los Reyes nació el 27 de septiembre de 1996; y en junio de 2014 se graduó de la Academia Internacional de Amán (IAA), donde había sido premiada como la mejor atleta femenina de su clase, además de destacar como amazona. Acudió después a la Universidad de Georgetown, en Washington, y sería en Nueva York donde se cruzó con Jameel mientras estudiaba un máster en la Parsons School of Design.
Los recién casados desfilaron bajo las lanzas de la Guardia Real de Honor coronadas por banderas antes de partir la tarta de seis pisos con una espada árabe
Dimitrios “Jimmy” Alexander Thermiotis, ahora Jameel tras convertirse al islam, se presenta como el yerno perfecto de Abdalá II y Rania de Jordania. Nació en Caracas, Venezuela, en 1994 y tiene dos hermanos, Alexia y Alejandro. Su padre, Alexandros, es un rico empresario; su madre, Corina Hernández, una conocida artista y fotógrafa de bellas artes. Es descendiente de una familia de armadores de la isla de Andros, después de que su abuelo, Dimitrios Thermiotis, emigrara a América Latina después de la Segunda Guerra Mundial. El patriarca, que murió en 2018 a los 96 años en Miami, fue uno de los empresarios más ricos de Venezuela. Graduado en 2015 en administración de empresas y comercio de la Universidad Internacional de Florida, Jameel trabaja en el sector financiero en Nueva York, EE. UU.
La Reina está encantada y “muy orgullosa de las elecciones que han hecho” sus hijos. Lo contó en el programa de la televisión estadounidense Good Morning America. También expresó cuánta ilusión le hacía ser abuela: “Siempre solía decir que mi título favorito es el de madre, pero creo que eso va a cambiar rápidamente”, y añadió: “Mi objetivo es ser una abuela divertida. estoy muy emocionada de tener bebés en mi vida pronto”.
Los Reyes, que celebran en junio el 30º aniversario de su matrimonio, preparan ahora la boda de su heredero, el príncipe Hussein, que se casa con Rajwa el 1 de junio