Fue un personaje de leyenda. Quizá una de las primeras influencers del siglo XX. Durante décadas protagonizó las páginas de sociedad de la prensa británica, aunque ella se movía como pez en el agua entre los círculos intelectuales de entreguerras. Hija del primer ministro de Su Majestad Jorge V, H-H. Asquith, su boda en 1919 con el príncipe de origen rumano, Antoine Bibesco la convirtió en una de las figuras más interesantes y exóticas de la época. De deslumbrante belleza e inteligencia, hizo amistad con Marcel Proust y durante los años en los que vivió en España, entabló una especial relación con José Antonio Primo de Rivera. Muchos dicen que fue el amor prohibido del joven y seductor fundador de Falange Española.
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Elisabeth nació en Londres en 1897, hija de del político liberal Asquith y de su segunda esposa. Pasó su infancia entre la buena sociedad de la capital británica rozando los círculos de la realeza con los que empezó a intimar cuando en 1908 su padre fue nombrado Primer Ministro. Era una joven sumamente atractiva e interesante, por lo que su compromiso con el seductor príncipe Antoine Bibesco despertó máximo interés. Su boda en 1919 fue el acontecimiento social del año y reunió a miembros de alcurnia además de destacados intelectuales, de los que la pareja era asidua.
Al enlace asistió hasta la reina María, madre de Eduardo VIII e incluso la prensa española se hizo eco de la ceremonia que se celebró por el rito ortodoxo en la iglesia de Santa Sofía yanglicano en el templo de Santa Margarita (2 junio 1919). “Tanto por las muchas relaciones que los contrayentes tienen en Londres como por las raras ceremonias que según el rito ortodoxo griego iban a celebrarse, la iglesia cismática griega se hallaba llena de curiosos”, leemos en el semanario Alrededor del mundo.
Antoine, además del título de Príncipe y de una considerable fortuna, era diplomático con lo que la pareja se estableció en París. En la ciudad del Sena, fueron asiduos de Marcel Proust, el escritor solitario, quien la consideraba una de las mujeres más inteligentes y capaces de la época: “Insuperable en inteligencia por cualquiera de sus contemporáneos”, escribió. Aficionada a la poesía publicó cuentos, dos obras de teatro y hasta una novela. Fue también una habitual colaboradora en la prensa. El matrimonio pasó otros años en Washington hasta que en 1927 llegaron a Madrid. Antonine había sido designado Embajador de Rumanía en España.
Elisabeth fue testigo de la caída de la Dictadura y de la proclamación de la II República. En este tiempo conoció a José Antonio Primo de Rivera, entonces un apuesto abogado con veleidades literarias que se movía con soltura en los círculos intelectuales del Madrid de los años 30. Se ha apuntado que él quedó cautivado ante la personalidad y belleza de la Princesa, habitual de recepciones, galas y representaciones teatrales. Con romance o no, lo cierto es que Elisabeth le dedicó una de sus obras. Comienza con estas palabras “A Jose Antonio Primo de Rivera. Te prometí un libro antes de que empezara. Es tuyo ahora que está terminado. Los que amamos mueren para nosotrossólo cuando morimos…” The Romantic (1940).
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Su siguiente destino fue Rumanía. Se establecieron en un palacete cerca de Bucarest propiedad de la familia. Eran los días de los escándalos del rey Carol en los que el país avanzaba hacia años oscuros de su historia. En pleno conflicto derivado del inicio de la Segunda Guerra Mundial y cuando la “Guardia de Hierro” se identificaba con las posiciones totalitarias del fascismo alemán, los Bibesco permanecieron en Rumanía en la falsa esperanza de que el país apoyaría a los aliados.
Elisabeth Asquith, princesa Bibesco, murió a causa de una neumonía en Rumanía al poco de terminar la guerra. El príncipe Antoine, expulsado del país cuando pasó a estar bajo la órbita comunista, murió en París en 1951. El matrimonio tuvo una única hija.