Las monarquías cada vez se esfuerzan más en adaptarse a los nuevos tiempos sin perder el peso de la tradición. Algunas de sus costumbres se han mantenido y quedan como reminiscencia de otras épocas. Un ejemplo de ello, es el anillo en el dedo meñique que algunos Reyes y príncipes siguen llevando, casi siempre en forma de sello y que también se vio a Pablo y Miguel Urdangarín, hijos de la infanta Cristina, en el funeral de su tío abuelo, Constantino de Grecia.
Carlos III, don Juan Carlos, el recordado Constantino y su hijo mayor, Pablo de Grecia, actual jefe de la Casa Real helena, son solo algunos ejemplos de jefes de Estado que llevan esta joya con toque aristocrático, cuya moda se remonta a la época de la reina Victoria.
En origen, el sello en el quinto dedo se usaba para dejar huella, es decir se grababa el escudo de armas del caballero o el símbolo de su Familia Real, o de su dinastía, enfatizando así su herencia histórica. El anillo lo colocaban en el lacre, una vez derretido, y lo estampaban en documentos oficiales o cartas, dando así oficialidad y autenticidad al escrito.
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Con el tiempo, los royals han seguido usando esta joya como mero adorno y un símbolo de su posición sin preferencia sobre en qué mano llevarlo o incluso añadiendo otro anillo más sencillo. Así, el hermano de doña Sofía lo llevaba en el meñique de la derecha, igual que su hijo Pablo. Mientras que el rey Carlos lo porta en la mano izquierda, como don Juan Carlos.
Pero no solo los royals masculinos han optado por esta joya, cantantes icónicos como Frank Sinatra o Elvis Presley también lo han lucido, por no hablar de artistas más urbanos que han hecho de la joyería masculina toda una seña de identidad. Este tipo de anillos, nos recuerda a los saludos regios cuando los royals besan las manos de las damas de la realeza, otra reminiscencia que hacen como símbolo de respeto y cariño.