Era una mujer influyente en la corte. Convertida en baronesa desde su matrimonio con el barón Fermoy en 1931, fue ganándose la confianza de la reina-madre hasta convertirse en su principal confidente. Tenía un carácter fuerte, no entendía la vida sin los convencionalismos propios de su estirpe y era una habitual de Ascot y de los festejos íntimos de la Familia Real. Se opuso a la separación de su hija, lady Frances, cuando ésta decidió dar calabazas al conde Spencer. Muchos le atribuyen haber ejercido de celestina con la menor de sus nietas, la entonces inocente Diana de Gales. Pero aquello también terminó en desastre.
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-Diana de Gales y su madrastra, la condesa Spencer, ¿enemigas o confidentes?
Aunque de ascendencia armenia e india, pocas mujeres pueden llegar a identificarse tanto como ella con los valores innatos de la aristocracia británica. Ruth Sylvia Gill -su verdadero nombre- nació en el condado de Aberdenshire (Escocia) en 1908. Eran los días del reinado de Eduardo VII cuando todavía se respiraba el puritanismo propio de la época victoriana. Su padre era un adinerado coronel, Willian Smith, propietario de extensas tierras en Escocia.
Su madre, Ruth, como ella, había pasado su infancia y juventud en la India, la joya de la corona del Imperio, y por sus venas corría sangre nativa, algo visto con cierto recelo entre las élites aristocráticas. Pero la joven recibió una educación acorde con sus expectativas sociales que la llevaron a asistir a las regatas de Cowes y a las seasons organizadas por el rey Jorge V y su esposa, María de Teck. También recibió formación musical en París y fue una pianista aficionada.
Al comenzar la década de los treinta, Ruth conoció a Maurice Roche, cuarto barón de Fenoy, con el que se casó en una elegante ceremonia en 1931. Él casi le doblaba la edad, pero el matrimonio tuvo tres hijos, entre ellos, Frances, díscola e impetuosa y que con los años se convertirá en la madre de Diana. Él pertenecía al círculo de amistades del joven príncipe Jorge, entonces duque de York, y a quien el destino convertiría en rey debido a la abdicación de su hermano Eduardo a raíz de su enamoramiento de la americana Wallis Simpson. Jorge VI ascendió al trono en diciembre de 1936 y a su lado su esposa, la inconfundible Isabel Bowes-Lyon.
Ruth congenió bien con la nueva soberana y compartían confidencias mientras sus esposos salían de caza. Los años de la II Guerra Mundial habían pasado y el rey Jorge era popular entre los ingleses. Pero un cáncer repentino terminaba con su vida en 1952. Isabel, viuda, se refugiaba en su círculo más próximo y entre ellos estaban los Fenoy. La joven Isabel II comenzaba su reinado, arropada, en lo personal, por su familia más próxima.
En 1954, la menor de las hijas de los Fenoy, se casaba en Londres con John Spencer, vizconde de Althorp y único hijo varón del conde Spencer, de quien heredaría título. La Familia Real estuvo representada por la reina-viuda. De ese matrimonio, bastante inestable, nacerían varios hijos, entre ellos la pequeña Diana. Cuando aquello se rompió y Spencer demandó la custodia de los niños, Ruth apoyó a su yerno frente a su hija ya que, en su mentalidad, era incomprensible un escándalo de aquella magnitud. Diana tenía apenas seis años y desde entonces vivió influenciada por la fuerte personalidad de su abuela.
La amistad entre Ruth y la ahora reina-madre, se vio recompensada en 1956 con el nombramiento de Ruth como "Dama extra de alcoba", distinción de nombre chocante pero que reconocía los servicios a la corona. Ruth acababa de enviudar y quizá por eso su cercanía a la soberana se hizo mayor. Todavía subió de rango al ser reconocida como "Dama de alcoba" algo que en los entornos palatinos implicaba todavía mayor cercanía personal. En este puesto se mantuvo durante varias décadas. Pasaban juntas temporadas en Royal Lodge, la casa de campo de la reina madre en Berkshire, y compartían confidencias en la residencia londinense de Clarence House. En aquella corte, la adhesión al viejo mundo estaba por encima de cualquier otro sentimiento.
Son muchos los que atribuyen a lady Fermoy un papel como celestina a la hora de orquestar el matrimonio del entonces príncipe de Gales. Corría el año 1981 y ¿quién mejor que su nieta para convertirse en reina? Ella era muy joven, de aspecto inocente y quizá manipulable. La boda en la catedral de San Pablo fue de cuento, pero aquello terminó en desastre. Dicen los biógrafos de Diana que su abuela trató de educarla en las costumbres palatinas, pero de nada sirvió. El resto es leyenda.
Lady Fermoy falleció en 1993, en su residencia de Eaton Square, Londres. Tenía 84 años. Diana, aunque muy afectada, viajó a Zimbabue esa misma semana. Su divorcio ya era una realidad.
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