Los grandes duques de Rusia, Jorge y Victoria Romanov han sido padres de su primer hijo, al que han llamado Alexander, tal y como ha confirmado la gran duquesa María, abuela del pequeño y jefa de la Casa Imperial Rusa, en un comunicado en el que informaba de que "el bebé ha nacido a las 10.32 y ha pesado 2,7 kg". El padre del pequeño ha estado presente durante su nacimiento y tanto la madre como el pequeño, se encuentran en perfecto estado.
La pareja, que anunció el pasado mes de mayo la feliz noticia, da la bienvenida a su primer hijo un año después de su fastuosa boda en San Petersburgo. Fue el 1 de octubre del pasado año cuando el pretendiente al trono ruso dio el 'sí quiero' a Rebecca Bettarini, que pasó a llamarse Victoria Romanovna al convertirse a la fe ortodoxa. Fue la primera boda de un Romanov en un siglo y a la fiesta, que duró tres días, acudieron más de un millar invitados procedentes de la aristocracia y 20 casas reales europeas y dinastías de todo el mundo, entre los que se encontraba Simeón de Bulgaria, los duques de Anjou, Manuel Filiberto de Saboya y el príncipe Leka de Albania.
Jorge de Rusia nació en Madrid hace 41 años y es hijo de la gran duquesa María Vladimirovna Romanova y del príncipe Francisco Guillermo de Prusia. Es descendiente directo del emperador Alejandro II de Rusia, la reina Victoria de Inglaterra y el kaiser Guillermo II de Alemania y entre sus padrinos se encuentran don Juan Carlos y doña Sofía.
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El gran duque y Rebecca Bettarini se conocen desde que eran adolescentes, pero empezaron a salir hace cerca de diez años, tras volver a coincidir en un evento en la embajada de Francia en Bruselas, en un momento en el que ambos trabajaban en la capital de la Unión Europea. El gran duque pidió a la escritora italiana, hija del embajador italiano Roberto Bettarini, que le ayudara a establecer su fundación en Rusia y, meses después, su amistad se convirtió en noviazgo. Tras vivir seis años en Bruselas, se han instalado en Moscú, donde los dos trabajan en el sector filantrópico.
En agosto de 2020 el gran duque le pidió matrimonio con un impresionante anillo engastado con un rubí cabujón, símbolo del amor, la pasión y la nobleza; y dos diamantes, que representan la pureza y la fuerza de sus sentimientos. La gran duquesa María regaló esta pieza a su hijo en su 18 cumpleaños, como anillo de compromiso para la mujer que algún día se convirtiera en su futura esposa, como así ha sido.