Mako de Japón y Kei Komuro empezaron una nueva vida el 26 de octubre de 2021 cuando se convirtieron en marido y mujer. La princesa, sobrina del emperador, renunció a sus títulos y a su vida de princesa para casarse con el amor de su vida, que no tenía sangre azul, en una discreta ceremonia que tan solo consistió en inscribir su matrimonio en el registro civil. Unos escándalos financieros del novio pusieron en peligro el enlace, dividieron a la opinión pública nipona y provocaron que la pareja no tuviera una ceremonia milenaria a la manera tradicional. Lejos del que fue su reino, se han asentado en Nueva York, donde él intenta abrirse camino como abogado y ella acaba de encontrar un trabajo como voluntaria en el prestigioso Museo Metropolitano de Arte (MET) de la ciudad de los rascacielos.
Mako, de 30 años, emplea parte de su tiempo en el área dedicada al arte asiático de la icónica pinacoteca, según informa Japan Times. Ha estado involucrada de manera muy activa en la preparación de una exposición de pinturas inspiradas en la vida de un monje del siglo XIII que viajó por todo Japón para introducir el budismo. Mako es toda una experta en la materia pues se graduó en la Universidad Cristiana Internacional, donde conoció al que hoy en su marido, en arte y herencia cultural. También estudió historia del arte en la Universidad de Edimburgo antes de hacer un master en estudios de museos y galerías de arte en 2016 en la Universidad de Leicester. Mientras era Princesa también hizo algunos trabajos como investigadora especial en el Museo de la Universidad de Tokio. La antigua princesa y el abogado viven en un lujoso apartamento de una habitación en Hell’s Kitchen, una zona que se encuentra a tan solo diez minutos en coche del conocido museo.
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La hija mayor del príncipe heredero Akishino se comprometió en el año 2013 con Kei Komuro. La pareja anunció entonces que su idea era que la boda se celebrase en noviembre de 2018, pero tuvo que posponerse tras un escándalo financiero que afectaba a la madre de Kei, cuya expareja le reclamaba 31.000 euros que según ella fueron un regalo y, según él fueron un préstamo para poder hacer frente a los estudios de Derecho de su hijo en los Estados Unidos. La polémica generó un gran revuelo y causó una grave crisis en Palacio. En 2020, el príncipe heredero Akishino dio su aprobación al enlace, aunque poniendo como requisito que el conflicto económico se resolviese, lo que también fue muy cuestionado.
La tensión por todos los acontecimientos previos a la boda pasaron factura a Mako que sufrió un cuadro de estrés postraumático. En un intento de conseguir más aceptación, rechazó la ayuda económica de 150 millones de yenes (algo más de un millón de euros) que el Gobierno japonés otorga a las mujeres de la Casa Imperial que dejan su estatus para poder casarse con un plebeyo.