El príncipe Víctor Manuel, aspirante al trono italiano, y sus hermamas, María Gabriela, María Pía y María Beatriz de Saboya, han puesto en marcha una batalla legal contra el Gobierno italiano para recuperar las joyas de la Corona. Actualmente, este tesoro, que incluye más de 6.500 diamantes y de 2.000 perlas, lo custodia el banco de Italia, donde lo depositó Umberto II, último rey del país antes de partir al exilio. Ahora, 76 años después, sus herederos reclaman esas valiosas pertenencias por la vía judicial después de fracasar una mediacíón previa que mantuvo con la parte demananda Manuel Filiberto de Saboya, en representación de su padres y sus tías.
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Fue el 2 de junio de 1946 cuando un referéndum despojó de su corona a Umberto II que tan solo llevaba 33 días en el trono. Tres días más tarde el Ejecutivo pidió al Rey que entregase las joyas reales que guardaba en la que hasta entonces era su residencia, el palacio del Quirinale, la actual sede de la presidencia de la República. La vaga fórmula con la que se depositó el cofre en el banco de Italia es ahora el origen de la disputa. El acta de entrega escrito por el entonces ministro de Casa Real Falcone Lucifero, establece que las joyas se mantendrán "a disposición de quien tuviera derecho a ellas". Y, ¿quién tiene derecho a ellas? Es lo que deben dilucidar los tribunales.
La vuelta de los Saboya a Nápoles tras 57 años de exilio
La casa de Saboya lo tiene muy claro. Para la familia el hecho de que no hayan sido confiscadas en su momento como si lo fueron otras propiedades o bienes inmuebles, indicaría que son ellos los legítimos propietarios. El origen de esta circunstancia se encuentra en una disposición de la Constitución italiana que establece que las joyas no son una propiedad personal, sino que se trata de una dotación para el ejercicio de sus funciones, y a la que cada una de las partes atribuye una interpretación diferente. Para el abogado de los Saboya, Sergio Orlandi, esto ha hecho que la cuestión quedase pendiente hasta hoy cuando considera que deben ser restituídas a los herederos de Umberto II. Sin embargo, el banco de Italia rechazó la primera solicitud de la familia con estas palabras: "No se puede aceptar la devolución, teniendo en cuenta las responsabilidades de el depositario”. Tampoco la aceptaron los representantes del Gobierno en la fracasada negociación con Manuel Filiberto de Saboya
María José de Bélgica, mujer del último rey italiano, o Margarita Teresa de Saboya, la abuela del monarca, fueron algunas de las afortunadas que han lucido algunas de las piezas del joyero, cuyo valor no ha sido calculado con precisión. Según la prensa del país, desde que llegó al banco de Italia solo fue abierto una vez, en 1976, cuando la empresa Bulgari taso la colección en unos 18 millones de euros, mucho menos de las estimaciones que apuntaban a que el tesoro podría estar valorado en cientos de millones.