El año 2021 nos ha traído una de las grandes tradiciones que estábamos deseando volver a vivir: ser espectador, casi en directo, de las románticas e inolvidables bodas reales en ¡HOLA!
Pasarela de glamour en Viena
La espectacular boda en Viena de la princesa María Anunciata de Liechtenstein y Emanuele Musini el 5 de septiembre dio el pistoletazo de salida a los grandes eventos de la temporada, marcando un antes y un después. La iglesia Schotten de la capital de Austria fue testigo de uno de los enlaces más esperados y el evento no defraudó. La hija del príncipe Nicolás de Liechtenstein y la princesa Margarita de Luxemburgo lució un sofisticado vestido blanco que Valentino diseñó especialmente para ella. El modelo, de mangas abullonadas iba coronado por un larguísimo velo de encaje prendido con la tiara familiar, una joya histórica de la familia, fabricada en el siglo XIX en Viena con diamantes en forma de espigas que ya lució en su boda su tía Marie de Liechtenstein, fallecida dos días antes del enlace y a la que homenajeó con este detalle
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En la gran cita estuvieron presentes diversos miembros de la realeza -cabe recordar que la Princesa está emparentada con la casa real de Luxemburgo y la belga- y familias aristocráticas. Los reyes Felipe y Matilde de Bélgica, primos de la novia, no pudieron acompañar a la familia en este inolvidable día por cumplir cuarentena tras el positivo en Covid de la princesa Elisabeth. Por su parte, el gran duque de Luxemburgo sí que acudió a la boda de su sobrina, al igual que sus hermanos. También asistieron los grandes duques herederos Guillermo y Stéphanie y los príncipes Félix, Claire y Luis, que acudió con su prometida Scarlett-Laurent Sirge. Además, Ernst August de Hannover y su mujer Ekaterina, su hermano Christian y Alessandra de Osma o Pierre Casiraghi y Beatrice Borromeo convirtieron el evento en una auténtica pasarela de glamour. Como todas las grandes citas, el enlace contó con cambio de vestuario, puesto que la novia y las invitadas se pusieron más cómodas, sin perder un ápice de elegancia, para la recepción y baile posterior. Anunciata de Liechtenstein, que trabaja en el mundo del arte, y Emanuele Musini, cofundador y director de Pillo Health, que opera en el campo de la tecnología sanitaria entre Italia y Estados Unidos, se comprometieron en 2019 pero tuvieron que retrasar sus planes de contraer matrimonio por la pandemia mundial. El pasado 26 de junio, la pareja celebró una ceremonia civil de carácter íntimo en el país de origen del novio, Italia, concretamente en Villa Fassia, muy cerca de la ciudad de Gubbio, en la región de Umbría. Un escenario idílico cuanto menos
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Una boda de ensueño en pleno centro de Londres
Cinco días después, Flora Ogillvy, nieta de la princesa Alexandra y sobrina de la reina Isabel II, celebraba un nuevo enlace con Timoth Vesterberg en pleno corazón de la ciudad del Tamésis. La tataranieta del rey Jorge V y la reina María y el aristócrata contrajeron matrimonio el 26 de septiembre de 2020 en la más estricta intimidad a causa de la crisis sanitaria por el coronavirus. La boda tuvo lugar en la capilla de St. James, mismo lugar en el que planeaba casarse Beatriz de York. Casi un año después, la pareja pudo festejar su enlace con su familia y amigos más allegados con una ceremonia de bendición en la misma capilla y así poder tener ese día de ensueño soñado.
Flora Alexandra escogió un impresionante vestido nupcial de color blanco con escote corazón y manga larga firmado por Phillipa Lepley, una destacada diseñadora de alta costura en Reino Unido y un velo con bordados que llevaba sujeto a la tiara Ogilvy. Se trata de una impresionante joya familiar y convertible que tiene perlas y diamantes. Esta pieza, al igual que los pendientes, pertenece a su abuela, quien la llevó el día anterior a su enlace con Angus Ogilvy. Por su parte, el novio, financiero y antiguo jugador profesional de hockey sobre hielo en Suecia, apostó por un tradicional chaqué compuesto por pantalón de rayas, chaleco crema y corbata celeste. Entre los asistentes a este servicio vimos, además de a la orgullosa abuela de la novia, allegados como los condes de Wessex, Lady Gabriella Windsor y Lady Amelia Windsor, entre otros
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Un cuento de hadas con guiño español
En mayo de 2020, Jaime de Borbón-Dos Sicilias y Charlotte Lindesay-Bethune anunciaban su compromiso. Poco más de un año después, el primogénito de don Pedro de Borbón-Dos Sicilias, duque de Calabria, y Sofía Landaluce Melgarejo y la hija menor del empresario y político escoces, Lord James Randolph Lindesay-Bethune y Diana Mary Chamberlayne-Macdonald se convertían en los auténticos protagonistas de una romántica e inolvidable boda celebrada en Monreale, una localidad cercana a Palermo (Sicilia). En la imponente catedral de Santa María de Nuova, conocida como la más bonita del mundo, se reunían desde primera hora todos los curiosos que ansiaban un enlace de tal magnitud, pero también importantes invitados de la realeza y la aristocracia europea, aunque, en esta ocasión, los reyes de España no asistieron. Cabe recordar que el duque de Noto, de 28 años, mantiene una estrecha relación con la familia real española, pues su abuelo era el príncipe Don Carlos de Borbón-Dos Sicilias, primo del rey Juan Carlos y uno de sus más íntimos amigos.Tanto era así, que le otorgó la dignidad de infante de España. Tras su fallecimiento en 2015, es su hijo Pedro, el jefe de la dinastía, quien ha mantenido esa cercanía con los Reyes y es también buen amigo de Don Felipe. Tanto la novia, la ya princesa Borbón-Dos Sicilias y duquesa de Noto, como su padre, James Randolph Lindsay, recordaron sus orígines escoceses con pequeños detalles: Lady Charlotte,con un clásico y elegante diseño nupcial firmado por Phillipa Lepley, la misma diseñadora de alta costura que eligió Flora Ogilvy, y la tiara fringe de la casa Lindsay (siglo XIX), con oro, diamantes y perlas, quiso ser recibida en el templo al son de las gaitas escocesas y el padrino lució un chaleco de tartán verde y rojo, los colores del clan familiar. Pero no fueron los únicos. El novio apostó por un elegante chaqué de sastrería española y la duquesa de Calabria, la madrina, llevó peineta y mantilla negra de ‘chantilly’ y un conjunto en tono malva rosa, de Lorenzo Caprile, un auténtico guiño con sabor español
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La boda de Jaime de Borbón-Dos Sicilias y Charlotte Lindesay-Bethune era una de las bodas reales más esperadas del año. Los duques de Noto, que trabajan en el mundo de las finanzas y viven en Londres, se volcaron por completo en los preparativos de su gran día, como por ejemplo de la selección musical que sonó en la ceremonia y de la que disfrutaron invitados de la talla del duque de Alba, que acudió al enlace acompañado de sus dos hijos y nueras: Fernando Fitz-James Stuart y Sofía Palazuelo y Carlos Fitz-James Stuart y Belén Corsini. Carlos Fitz-James Stuart se situó al lado de la familia en el coro y los duques de Huéscar y los condes de Osorno se sentaron junto a los más de diez grandes de España que viajaron hasta Palermo, junto con una larga lista de marqueses, condes y, también, príncipes. Entre ellos, Konstantin de Bulgaria y su mujer, María García de la Rasilla, príncipes de Vidin, y su sobrino, Mirko Sajonia Coburgo-Gotha, hijo del príncipe Kubrat y Carla Royo-Villanova, quien actuó como uno de los 25 testigos del novio
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La Princesa 'moderna'
Tan solo veinte días después que su hermana mayor, Astrid de Liechtenstein ponía el broche de oro a su particular historia de amor. La hija menor del príncipe Nicolás y Margarita de Luxemburgo daba el 'sí, quiero' al empresario norteamericano Ralph Worthington en una espectacular ceremonia celebrada en la catedral de Orbetello, en la región de La Toscana. La novia escogió para la ocasión un impresionante vestido nupcial con escote, bordados en zig-zag y una larga cola que coronaba con la tiara de la casa de Liechtenstein, Kinsky Honeysuckle, que está hecha con diseño de madreselva en diamantes, plata y oro, rodeados por un halo de diamantes, y data del siglo XIX. La presencia de las casas reales en el enlace estaba asegurada, pues la familia de Liechtenstein está emparentada con las casas reales de Luxemburgo, la madre de la novia es hermana de Enrique y con la belga. Entre los invitados cabe destacar la presencia de Guillermo y Stéphanie, grandes duques herederos de Luxemburgo y primos de la novia, Christian de Hannover con su esposa, Alessandra de Osma, su cuñada, Ekaterina de Hannover, y su madre Chantal Hochuli. La española experta en moda, Inés de Cominges, fue testigo del gran día junto a su marido, François du Chastel. La princesa Astrid y su ya marido, Ralph Worthington, decidieron romper con todo lo que se espera de una boda ‘royal’ y se marcharon del templo en un descapotable rojo, conducido por el propio novio, poniendo un toque moderno al evento
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Con su exmujer como dama de honor
El príncipe Alexander de Schaumburg-Lippe contrajo matrimonio con Mahkameh Navabi el 9 de octubre en la iglesia de la ciudad de Bückeburg, ubicada en la Baja Sajonia. Es la cuarta boda para el jefe de la Casa de Schaumburg-Lippe, un antiguo principado soberano que se extinguió con la caída del Imperio alemán. La novia, una reconocida pianista iraní, deslumbró con un impresionante vestido de alta costura de los diseñadores iraníes Azzi & Osta, que combinó con la tiara Schaumburg-Lippe Palmette, de casi dos mil diamantes y propiedad de la familia de su marido. Entre las anécdotas del gran enlace, cabe destacar que la exmujer del príncipe Alexander, Lilly zu Sayn-Wittgenstein, fue una de las damas de honor, dada la buena relación que mantiene con el padre de su hijo, Heinrich Donatus, heredero de la dinastía. A las puertas del templo, se desplegó una alfombra roja por la que desfilaron varios miembros de la realeza europea, como el príncipe Guillermo de Luxemburgo y su esposa, Sibilla, prima segunda del Rey Felipe VI, los príncipes Ernst August y Ekaterina de Hannover, o Carlos de Habsburgo-Lorena y su nueva pareja, la condesa y empresaria Christian Nicolau de Almeida Reid. Como curiosidad, el abogado italo-español José Antonio Ruíz-Berdejo, heredero del conde de Sigurtà, presentó a su novia, la italiana Alessandra Gorla. Posteriormente, y tras la salida de la iglesia en carruaje, los novios, que se casaron el año anterior en una ceremonia íntima y civil debido a la crisis sanitaria, se desplazaron al impresionante castillo Schloss Bückeburg, propiedad del príncipe Alexander, para el gran banquete
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Una celebración digna de los zares
El primer día de octubre, Jorge Romanov abría el calendario de las bodas ‘royals’ con un ‘si, quiero’ que evocaba la Rusia Imperial durante una ceremonia cargada de simbolismo. El hijo de la gran duquesa María Vladimirovna Romanova y el príncipe Francisco Guillermo de Prusia se casaba con la escritora Rebecca Bettarini en la impresionante Catedral de San Isaac de San Petersburgo, donde las espectaculares cúpulas, las pinturas al fresco, los mosaicos y los mármoles de todo tipo y color lo impregnan todo.La expectación y los medios congregados en las puertas del imponente templo hacían ya presagiar la pomposidad del acto. Aunque pertenece a una dinastía actualmente no reinante, el ahijado de los reyes Juan Carlos y Sofía hacía una entrada digna de su linaje flanqueado por una corte de guardias perfectamente uniformados. Nacido en Madrid el 13 de marzo de 1981, Jorge Romanov usa los títulos de zarévich, heredero al trono ruso. Su tratamiento es de alteza imperial, por concesión de su abuelo materno. También ostenta el título de príncipe de Prusia, por vía paterna, al pertenecer a la dinastía Hohenzollern. Por su parte, la novia, que ha adoptado el nombre de Victoria Romanovna al convertirse a la fe ortodoxa antes de contraer matrimonio, escogió para su inolvidable día un diseño clásico de la creadora libanesa Reem Acra, que rendía homenaje a la historia y la tradición del país. Del brazo de su padre, embajador italiano en Rusia, a su llegada dejó a todos boquiabiertos con el espectacular vestido nupcial de manga larga con escote redondo y una larguísima cola de seis metros, hecha de seda italiana Mikado, como se acostumbraba entre las novias italianas de mediados del siglo XX. Pero si el vestido era impresionante, los detalles no podían ser menos. El velo de tul, confeccionado por la diseñadora rusa Elina Samarina, unía las dos culturas, la italiana y la rusa, y destacaban los meticulosos bordados tradicionales de Torzhok en hilo dorado y pedrería
Ha sido el primer enlace de los Romanov celebrado en Rusia en un siglo, por lo que el despliegue no defraudó. El evento reunió a más de un millar de invitados, entre los que destacaron diversos representantes de casas reales europeas como los duques de Anjou, Luis Alfonso de Borbón y Margarita Vargas, los reyes Simeón y Margarita de Bulgaria, y el duque de Braganza con su mujer, Isabel Heredia, y su hijo, don Alfonso, príncipe de Beira. Don Duarte es aspirante al trono de Portugal y se ha colocado junto a los duques de Anjou, a escasos metros de Manuel Filiberto de Saboya. Tras la ceremonia religiosa, los ya marido y mujer ofrecieron a sus 550 invitados una cena de gala en el Museo Etnográfico y donde descubrimos el segundo vestido de Victoria Romanova Bettarini, que llegó, de nuevo acompañada de su padre, Roberto Bettarini. La flamante novia volvió a escoger a Reem Acra para este diseño, más discreto y cómodo pero igual de significativo. La velada estuvo amenizada por músicos clásicos de renombre que hacían de los salones del museo mucho más acogedores mientras los presentes degustaron los platos tradicionales rusos, regados con vinos italianos y champán francés. Para finalizar y sin perder la grandeza del acto, la tarta nupcial no dejó indiferente a nadie. Michael Lewis-Anderson, en colaboración con Fabergé, se encargó de preparar un exquisito pastel que, según sus propias palabras, pasará a la historia. Uno de los toques especiales que llevaba el celicioso postre es el agua
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Atenas, escenario de la primera gran boda real después de 57 años
El sueño de Philippos de Grecia y su ya mujer, Nina Flohr, era, sin duda, celebrar por todo lo alto su matrimonio. Y así fue. El hijo pequeño de Constantino y Ana María de Grecia y la hija del ‘rey de la aviación privada’ se daban el ‘sí, quiero’ el pasado 23 de octubre en una ceremonia religiosa por el rito ortodoxo en Atenas, ciudad en la que no se celebraba una boda real desde hace 57 años. Cabe recordar que, previamente, la pareja se casó en diciembre de 2020 durante una ceremonia íntima y civil en Saint-Moritz (Suiza), donde solo acudió la familia, y seis meses después protagonizaron una ‘reboda’ en la campiña inglesa rodeados de amigos. Ahora, como bien dicen, a la tercera va la vencida y pudimos ser testigos de un enlace de excepción en el que no faltó la presencia de numerosas casas reales europeas y miembros de la aristocracia. Philippos de Grecia y Nina Flohr contraejron matrimonio en la catedral de la Anunciación de Santa María, el mismo templo en que se casaron los reyes Juan Carlos y Sofía. La expectación en la plaza Mitropólis del barrio de Plaka, en el centro histórico de la capital griega, era máxima y sobre las cuatro de la tarde, los deseos se todos los curiosos se hicieron realidad con la llegada de la larga lista de invitados, de la familia real griega al completo y de unos radiantes novios que posaron sobre la alfombra azul desplegada para la ocasión. Philippos hizo su estelar entrada del brazo de su madre, la reina Ana María, vestida de azul y feliz ejerciendo de madrina. Minutos más tarde, aparecía la novia, arropada por su padre y sin poder ocultar su emoción. Como una princesa griega, la heredera suiza lució un sofisticado, a la par que espectacular, diseño de Chanel y la tiara del corsario, la misma que utilizaron en sus respectivas bodas Marie-Chantal, esposa de Pablo de Grecia, y Tatiana Blatnik, del príncipe Nicolás. Una joya, sin duda, muy significativa para la familia real. Las imágenes más románticas no se hicieron esperar y justo una hora después, ya posaban a las puertas de la catedral como marido y mujer, Philippos no pudo resistirse y mientras una lluvia de pétalos caía sobre ellos, besaba a su ya esposa en la frente
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Un día glorioso e inolvidable para toda la familia real griega, que nos regaló las imágenes más simpáticas, tiernas y divertidas. Una de las grandes incógnitas del día era si los reyes Felipe y Letizia acudirían al enlace. Tal y como confirmó ¡HOLA!, Felipe VI y su esposa no asistieron a la boda de su primo porque ese mismo fin de semana se celebraban los Premios Princesa de Asturias y la visita al Pueblo Ejemplar. Sin embargo, y como representación española, sí acudieron doña Sofía con su hermana Irene y la infanta Elena, que es madrina de bautismo del novio, y que protagonizaron un bonito reencuentro. Por otra parte, la familia real danesa, emparentada también con la griega por la reina Ana María -hermana de la reina Margarita de Dinamarca- también estuvo presente. La princesa Benedicta de Dinamarca, tía materna del novio, acudió con su hija, la princesa Alexandra Sayn-Berleburg y su marido, Michael Ahlefeldt-Laurvig-Bille, conde de Egeskov. No ha faltado tampoco la casa de Hannover, representada por los príncipes Christian y Ernst August que han ido acompañados de sus esposas, Sassa de Osma y la princesa Ekaterina, respectivamente, y de su madre Chantal Hochuli. Su padre, Ernesto de Hannover, es primo de Constantino de Grecia. Los Windsor, que mantienen una estrecha relación con los reyes griegos, puesto que se exiliaron en Londres tras la proclamación de la república en su país, estuvo presente con Eugenia y Beatriz de York, que acudieron en compañía de sus maridos, Edo Mapelli y Jack Brooksbank. Además, cabe recordar que Felipe de Edimburgo y Diana de Gales eran padrinos de bautismo del novio y que la ‘princesa Nina’, como ya la llama la prensa griega, es amiga del marido de la princesa Beatriz. Un sinfín de invitados ‘royals’ que nos trasladó a las fastuosas celebraciones de años atrás
La inusual imagen de unos recién casados
Ha sido la última boda 'royal' del año 2021 y también la más atípica. El pasado 26 de octubre, la sobrina del emperador Naruhito e hija del príncipe heredero Akishino daba el ‘sí, quiero’ al abogado Kei Komuro, al que conoció en la universidad. La princesa Mako renunciaba a su título real, sus privilegios y su vida en Palacio para emprender una nueva etapa en Nueva York. La pareja anunció su compromiso en 2017 y aplazaron la celebración hasta en dos ocasiones, convirtiéndose en la boda más controvertida de la Familia Imperial. El problema económico de la madre de Kei generó un gran revuelo en el país nipón y una crisis en Palacio. Su expareja le reclamaba 31.000 euros que según ella fueron un regalo y, según él fueron un préstamo para poder hacer frente a los estudios de Derecho de su hijo en los Estados Unidos. En 2020, el príncipe heredero Akishino, padre de Mako, dio su aprobación al enlace, aunque poniendo como requisito que el conflicto financiero se resolviese, lo que también fue muy cuestionado. Finalmente, tres años después Mako y Kei cumplían su sueño y se casaban en una ceremonia celebrada en el registro civil sin los fastos y el boato de los grandes enlaces imperiales. La Princesa lució un sencillo vestido hasta poco más abajo de la rodilla, en un tono verde pálido y un pequeño bouquet de rosas en vez del kimono de seda tradicional de doce capas o los vistosos ropajes que contemplan las milenarias celebraciones de boda imperiales niponas, que tienen lugar por el rito sintoísta. Tras la ceremonia, Mako y Kei congregaron a diversos medios en el hotel para ofrecer una imagen insólita: una rueda de prensa postboda. "Siento los inconvenientes que he causado y estoy agradecida por el apoyo que he recibido. Para mí, Kei es irremplazable, el matrimonio era una opción necesaria para nosotros", afirmó la hija del Heredero. Kei Komuro añadió que quiere pasar toda la vida junto a Mako. La mirada que se dirigieron el uno al otro no deja lugar a dudas del amor que se profesan y que han defendido contra viento y marea
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