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Aiko, la princesa destronada, y su amistad ‘secreta’ con la Princesa Amalia, una futura reina

Son dos princesas con muchas pasiones en común, pero con un destino muy diferente. Amalia cumple 18 años dando un gran paso al frente como heredera al trono; Aiko toma el relevo como hija de los emperadores a los veinte, aunque sin una corona a la espera


2 de diciembre de 2021 - 11:31 CET

Se llevan dos años, pero las viejas amigas hacen historia a la vez. Amalia incorporándose al Consejo de Estado y confirmando oficialmente que asume su destino como futura reina en el salón de baile del Palacio Kneuterdijk de La Haya. Cumple dieciocho años el siete de diciembre y, aunque los estudios seguirán siendo su prioridad después del año sabático que disfruta, habrá un gran cambio en su vida. Lo dijo en su biografía: “estoy al servicio de mi país y entrego mi vida a los Países Bajos”.

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Al otro lado del mundo, su querida Aiko también toma el relevo como hija de los emperadores de Japón, aunque sin una corona a la espera. Es una princesa destronada… Cuando se conocieron en los Países Bajos, en 2006, todavía había muchas esperanzas de que llegara al trono del Crisantemo. La última vez que se vieron, en Japón, en 2019, ya estaba todo decidido.

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Abajo, Aiko posa con su querido Yuri, un Shiba magnífico. Arriba, junto a sus padres, los emperadores de Japón.

Aquel 2006, Masako, sumida en una depresión, se refugió en el reino de sus amigos con su familia -para su hija fue el primer viaje al extranjero- durante dos semanas. Quería descansar, ver a sus padres Hisashi Owada y Yumiko, que vivían en los países Bajos –y salir por primera vez de Japón con su marido, el ahora emperador Naruhito, en siete años. Se quedaron en el Palacio Het Loo, el Versalles holandés, a las afueras en la ciudad de Apeldoorn (y sin poder hacer nada), mientras la princesa nipona se jugaba el destino.

Aiko tenía cuatro años y Amalia, dos… Iban vestidas de azul, casi igual y se cogieron de la mano. La primogénita de Guillermo y Máxima había nacido para ser reina y la heredera de Naruhito y Masako apuntaba a convertirse en la primera emperatriz japonesa desde el siglo XVIII, aunque ya había un “bebé imperial en camino”.

No fue posible. La modificación de la ley de sucesión a su favor que estudiaba el Gobierno fue frenada en seco en septiembre con el nacimiento de Hisahito, el primer príncipe en 41 años. Quince años después, su primo, señalado oficialmente como heredero del heredero (del príncipe Akishino, hermano del emperador), es el único que puede perpetuar la continuidad de la dinastía. Sólo los descendientes varones pueden subir al trono.

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Amalia y Aiko ‘han heredado’ la buena amistad que une a sus madres, la reina Máxima y Masako.

Aún a miles de kilómetros, Amalia y Aiko siempre han estado ‘cerca’, apuntan algunos medios japoneses. La familia imperial nunca ha dejado de estar en contacto con las monarquías europeas, pero los Orange son un mundo aparte. La reina Máxima es para Masako una amiga de verdad y un enorme referente y se lo ha demostrado en cuanto ha tenido oportunidad. En 2013, cuando volvió a hacer las maletas para acudir a su proclamación como Reyes de los Países Bajos protagonizando la primera aparición oficial en el extranjero en once años. En octubre de 2014, cuando en el primer viaje de estado que Máxima y Guillermo hicieron como reyes fuera de Europa consiguieron que la princesa volviera a salir de palacio para asistir a una cena de estado imperial, también después de 11 años. Y, en 2019, cuando fueron entronizados como emperadores, y los recibieron junto con sus hijas. Al menos junto a la princesa Amalia, tal y como se ha descubierto gracias a la fotografía que la heredera holandesa ha publicado en su biografía. Una imagen privada -no participó en las celebraciones oficiales- en la que aparece abrazada a su padre y entendemos que poniéndose al día con Aiko. Las amistades se hacen, pero, a veces, también se heredan.

Sensibles, francas, con buen carácter y facilidad para hacer amigos, las dos princesas son excelentes en sus estudios y las dos hablan español. Amalia, mejor, al ser la lengua materna de Máxima, aunque la princesa japonesa lo estudia desde que tenía seis años. Y también son dos deportistas natas. La princesa de Orange es una magnífica amazona y Aiko, que también monta a caballo, una emperadora en la competición atlética, muy buena en softbol - deporte de equipo muy parecido al béisbol- y como su amiga, una gran esquiadora. Ambas empezaron a practicar cuando tenían tres años. La heredera en Lech, Austria; y la hija de los emperadores, en Nagano.

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Amalia ha tenido que prepararse mentalmente para aceptar que un día será reina. Lo contó en su biografía, escrita por Claudia de Breij y publicada el mes pasado.

A la futura reina de los Países Bajos y la princesa japonesa también las une su pasión por la música. Amalia toca el piano y tiene una voz maravillosa, aunque siempre de puertas para adentro; y Aiko domina el violonchelo. Además, comparten un mismo pensamiento. Desde sus posiciones, y más allá de su destino, quieren ayudar a sus padres a llevar el peso de la corona.

Amalia ha tenido que prepararse mentalmente para aceptar que un día será reina. Lo contó en su biografía, escrita por Claudia de Breij y publicada el mes pasado. Un largo camino: desde niña a los catorce años. Para Aiko, sin embargo, es el mundo al revés y le habrá costado entender por qué en el siglo XXI y siendo descendiente de una diosa, Amaterasu, no puede sentarse en el trono. O por qué la ley que rige actualmente las cuestiones de la Casa Imperial (1947) pasa por alto que a lo largo de la historia hubo hasta diez emperatrices regentes. La última, Gosakuramachi, hace 250 años.

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Arriba, la residencia de los emperadores: Palacio Fukiage Sento Fukiage Sentō Gosho. Abajo, Aiko tocando el violonchelo (derecha) y junto a sus padres (a la izquierda).

Mientras en Europa, Amalia se prepara para su primer discurso; Aiko lo hace para la ceremonia de transición a la vida adulta. Cumplió veinte años el día uno, aunque no celebrará su aniversario hasta el día cinco (domingo) para no perder sus clases en la Universidad de Gakushuin. Y lo hará según la milenaria tradición: realizará una ofrenda en los santuarios, donde se adora a sus antepasados imperiales y a los dioses de Japón, visitará a sus abuelos, los emperadores Akihito y Michiko, y recibirá de su padre, en el palacio imperial el gran cordón de la Orden de la Preciosa Corona. Para ello, vestirá de largo y blanco y se coronará con una tiara por primera vez, aunque no con una propia. Aiko ni siquiera puede estrenar una tiara y heredará la de su tía Sayako.

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