Los cuentos de príncipes y princesas pueden tener muchos finales y no todos pasan por vivir hasta el fin de los días en un palacio. Algunos, como la historia interminable que protagonizó Mako de Japón desde que anunció su compromiso hace más de tres años, traen consigo el sacrificio de abandonarlo, aunque no por ello deja necesariamente de ser un final feliz. El trono del Crisantemo no tiene normas fáciles, ni flexibles, ni muchísimo menos modernas. Para la sobrina de los emperadores nipones, que estudio en Reino Unido y en Irlanda y se enamoró de su compañero de universidad, la salida de la Familia Imperial era el único camino posible a su felicidad y, aún así, se le resistió y pasó los últimos tres años sorteando polémicas en torno a su futuro matrimonio. Finalmente, su deseo se ha hecho realidad y supone el comienzo de una nueva vida para Mako, ya sin el princesa como distinguida antesala de su nombre.
Kiko de Japón opina sobre la cuestionada boda de hija Mako
No solamente ha renunciado a su estatus -las mujeres de la dinastía Yamato deben abandonar sus funciones institucionales cuando se casan con un hombre sin sangre real-, sino también a la tradicional 'dote', valorada en aproximadamente un millón de euros con la que el Estado suele compensarlas. Además, también ha devuelto su valiosa colección de joyas a la Corte del Crisantemo. La de la hija de los príncipes Akishino y Kiko es una ruptura total que consumará cuando se mude a Nueva York con su marido, donde él trabaja desde 2018. Con su nueva vida deja atrás a la princesa para saludar a la ciudadana, que vivirá con más austeridad, pero también con menos presiones. La vida no es fácil para las mujeres de la Familia Imperial. El historial de depresiones o problemas de salud mental que arrastran lo avalan y Mako también ha sufrido estrés postraumático a causa de su polémico compromiso.
Su adiós a la vida que siempre ha conocido ha sido tan discreto como su 'sí, quiero', muy alejado de la pompa y la exhibición de tradiciones milenarias de la que suelen hacer gala los enlaces de las princesas japonesas. Nada recordaba a una boda real. En martes, y con una fría rueda de prensa pagada de su bolsillo como colofón a los trámites en el registro civil, parecía el último trago parauna princesa ya, quizás, cansada de serlo. “Habrá diferentes tipos de dificultades al comenzar nuestra vida, pero caminaremos juntos como lo hemos hecho en el pasado”, con esta frase Mako dejaba claras sus prioridades y miraba al futuro que acaba de comenzar para ella.
Del palacio imperial a un pequeño apartamento
Los duques de Sussex ya no son los únicos que cambian el Palacio por los Estados Unidos. Kei Komuro trabaja como abogado en Nueva York, donde ya esperan a los recién casados. Allí, la nieta de Akihito y Michiko de Japón tendrá que encontrar su sitio en el mundo laboral y currículum no le falta. Se graduó en Arte y Patrimonio Cultural en la universidad Cristiana Internacional de Tokyo, donde conoció a su marido, pero sus inquietudes y su pasión por viajar -era uno de los miembros de la familia imperial que más viajes oficiales al extranjero hacía- le llevaron a especializarse en museología en la universidad británica de Leicester y a estudiar inglés en la University College de Dublín (Irlanda). No podrán serle más útiles estos estudios en la gran manzana, donde según los medios nipones, la pareja vivirá de alquiler en un apartamento de una habitación una vez que Mako consiga el visado para poder trabajar en el país.
La independencia financiera ha sido clave en todo este proceso, enfangado precisamente por las polémicas económicas en torno a la madre de Komuro, cuya ex pareja le reclamaba más de 4 millones de yenes (aproximadamente 31.000 euros). Komuro entonces se ofreció a saldar la deuda. Fue entonces cuando la boda, fijada en un principio para el año 2018, se aplazó sin poner una nueva fecha y Kei Komuro abandonara el país para estudiar en Nueva York. Una de las condiciones que puso el padre de ella, el príncipe Akishino, heredero al trono del Crisantemo, para dar luz verde al enlace fue que esos problemas financieros fuesen aclarados antes de que los contrayentes pronuncien el 'sí, quiero'. Los novios no querían que el dinero fuese ningún arma arrojadiza para cuestionar sus decisiones, de ahí la decisión de Mako de renunciar a toda ayuda pública y comenzar de cero su recién estrenada libertad.
Mako y Kei Komuro, los “Meghan y Harry” de Japón
Haz click para ver “Mako y Kei Komuro, los “Meghan y Harry” de Japón”, un documental donde esbozamos un retrato de la princesa Mako, sobrina mayor de Naruhito, actual emperador de Japón, y su pareja Kei Komuro. Una pareja que se comprometió hace cuatro años y que ha tenido que posponer su enlace en varias ocasiones. Tras la boda, la pareja comenzará una vida en Estados Unidos, lejos de su país natal, lo que les ha valido el apodo de los “Meghan y Harry” de Japón.