A sus 67 años, Ernesto de Hannover parece estar viviendo una segunda juventud. Este otoño, el todavía marido de la princesa Carolina de Mónaco esta disfrutando de una eterna primavera que en un mes sufrirá un paréntesis para encontrarse cara a cara con su hijo mayor con el que mantiene un litigio judicial por el patrimonio de la Casa. Divirtiéndose como un niño a bordo de un patinete, jugando con sus nietos, los mellizos Nicolás y Sofía, hijos de Christian y Alessandra de Osma, o exprimiendo al máximo las posibilidades que ofrece Madrid en esta época del año junto a Claudia Stilianopoulos, hija de la recordada Pitita Ridruejo. Un tiempo muy feliz en el que le hemos visto cómo ha recuperado la sonrisa tras su ingreso en una clínica después de que fuera condenado a diez meses de prisión en régimen de libertad condicional por insultar, amenazar y agredir en estado de ebriedad a varias personas y agentes de Policía.
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- Un último capítulo para el complicado año de Ernesto de Hannover
Este incidente no es el único asunto judicial en el que se ha visto envuelto en los últimos meses y que está pendiente de un nuevo capítulo el próximo 25 de noviembre cuando tenga que presentarse en el Tribunal Regional de Hannover al igual que su hijo mayor, Ernst August. Una cita a la que ineludiblemente deberán de acudir los dos en persona, y que obligará al jefe de la Casa Güelfa a dejar durante al menos un día su idílico retiro madrileño. Entre los años 2004 y 2007, Ernesto de Hannover donó a su hijo Ernst August las propiedades históricas de la familia, entre las que se incluyen el impresionante Castillo de Marienburg, sede de la Familia Real, además del castillo de Calenberg y el Palacio del Príncipe (Herrenhausen), todas ellas en la Baja Sajonia (Alemania). Desde entonces ha estado reclamando que la donación se revoque por "ingratitud". A finales de 2020 presentó la demanda en la que exige a su hijo la devolución del patrimonio. Basa la anulación de la donación en un problema de "grave ingratitud", enriquecimiento injusto y pérdida de la base del negocio, según informa Bunte.
Ernesto de Hannover sostiene que su hijo mayor trató de hacerse con el control de la fortuna de la casa de Hannover a sus espaldas llevando a cabo su destitución como presidente de la fundación familiar Duque de Cumberland, cargo que cedió al demandado en 2012, y planeando la donación del palacio de Marienburg al estado federado alemán de Baja Sajonia, en contra de la voluntad de su padre. Además, le acusa de hacerle firmar "a ciegas" un poder que anula su derecho a revocar la donación y de apropiarse de forma indebida de obras de arte y antigüedades del patrimonio familiar procedentes de la Biblioteca duque Augusto de Wolfenbüttel y del Museo de Historia de Hannover que cifra en cinco millones de euros.
El príncipe heredero de Hannover, de 38 años, niega las acusaciones, según el tribunal. Ya en febrero, declaró que la demanda era insustancial y que las acusaciones que contenía eran falsas pero, por consideración a su familia, no quiso comentar los detalles "también para proteger a mi padre", afirmó. En un principio, Ernst August quería vender la antigua residencia de verano de los Hannover al sector público por el precio simbólico de un euro. Pero tras la objeción de su padre, el trato negociado con el gobierno del estado de Baja Sajonia fracasó. Después, el palacio y el inventario fueron transferidas a la fundación Duque de Cumberland. "La solución de la fundación encontrada con el estado de Baja Sajonia es legalmente segura; nada se interpone en el camino de la preservación a largo plazo de Marienburgo como el monumento cultural central de Baja Sajonia, que sigue siendo accesible al público para todos", explicó Ernst August y tal y como informa Bunte. Se considera que la Casa Güelfa es una de las familias nobles más antiguas de Europa.
La mala relación entre padre e hijo viene de largo. El 8 de julio de 2017, Ernst August se daba el 'sí, quiero' con Ekaterina Malysheva en una ceremonia religiosa que tuvo lugar en la iglesia del Mercado de Hannover, un enlace que tuvo una gran ausencia, la de su padre, Ernesto de Hannover, que no aprobaba ese matrimonio. Fue en ese momento, justo antes del enlace de su hijo mayor, cuando le declaró abiertamente la guerra con unas duras declaraciones al periódico Handesblatt donde aseguraba que temía que la pareja dilapide la fortuna familiar y que le había dado un ultimátum a su heredero para que le devolviera todos los regalos recibidos desde 2004, incluido el espectacular Castillo de Marienburg y otras propiedades repartidas entre Alemania y Austria. El Príncipe no ha querido tampoco reconocer a su nieto August, de casi dos años, como legítimo heredero. El todavía esposo de Carolina de Monáco emprendió entonces una batalla personal y judicial para recuperar el control de los bienes familiares, incluido el coto de caza austriaco en el que tuvo los últimos problemas con la policía.
La relación entre Ernesto de Hannover y Ernst August es nula, es con único de sus hijos con el que no tiene trato alguno. Aunque durante un tiempo la relación se enfrió mucho también con Christian y con Alexandra, de 33 y 22 años, respectivamente, hasta el punto de estar sin contacto con ellos durante un año, este verano pudimos verlos junto a su hijo pequeño en Ibiza y en las últimas semanas también en Madrid junto a la mujer de Christian, Alessandra de Osma, y sus dos nietos, Nicolás y Sofía. Con la hija que tiene en común con Carolina de Mónaco también trata de verse al menos una vez al año y el lugar elegido para el encuentro suele ser Nueva York