La boda de la princesa Mako y Kei Komuro, que se celebra en menos de 24 horas, ha vuelto a poner de manifiesto cómo el peso de la tradición es una losa demasiado pesada en Japón. La Familia Imperial, la monarquía hereditaria más antigua del mundo, arrastra costumbres y ritos ancestrales que en ocasiones chocan con la forma de vivir del siglo XXI. Sus estrictas normas han afectado especialmente a sus princesas que han visto mermada su salud por las férreos requisitos que se se les exigen. Además de tener una formación académica de altísimo nivel, un pasado intachable, los requisitos para ellas nunca se acaban. El caso más cruel ocurrió con la emperatriz Masako, que ha sufrido durante años una profunda depresión ante la imposibilidad de engendrar un hijo varón. Ahora, la princesa Mako ha tenido que luchar contra viento y marea, enfrentarse a las leyes de la Corte y renunciar a sus privilegios por amor a pesar de que su salud se haya resentido.
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Nada hacia presagiar cuando se anunció el compromiso de Mako y Kei, en el año 2017, que el cuento de hadas se iba a transformar en una pesadilla para la dinastía Yamoto. La pareja iba a casarse en noviembre de 2018, pero un escándalo financiero de la madre del novio provocó un huracán que ha acabado con una boda real civil, una princesa despojada de sus títulos y una crisis como no se recuerda en el seno de la aparentemente tranquila monarquía nipona. La expareja de la madre de Kei le reclamaba 31.000 euros que según ella fueron un regalo y, según él fueron un préstamo para poder hacer frente a los estudios de Derecho en Estados Unidos de su hijo. Todo un tsunami en la sociedad japonesa que provocó el aplazamiento sine die del enlace. Sin pretenderlo, Kei, plebeyo y con un escándalo a sus espaldas, se había convertido en el prometido incómodo.
El triunfo del amor le ha costado muy caro a la princesa Mako. Para poder casarse con su novio, al que conoció en el año 2012 en la universidad, ha sufrido en sus propias carnes tensiones de todo tipo que le han provocado estrés postraumático. Por casarse con una persona sin sangre azul, las damas de la Familia Imperial quedan apartadas automáticamente de la Corona, un requisito que no se exige a los varones. Como compensación, Mako tendría derecho a recibir una suculenta compensación económica que ha rechazado para evitar crear más malestar. Además, devolverá sus joyas imperiales, dejará su país y no celebrará las ceremonias milenarias de su boda. Tan solo se registrará su matrimonio civilmente. El episodio de ansiedad de Mako de Japón recuerda a los años de lucha que su tía, la emperatriz Masako, vivió durante años por no engendrar un hijo varón. La depresión se apoderó de la ‘princesa triste’ que solo pudo tener una Princesa, Aiko, que pese a ser la hija del emperador Naruhito no ascenderá en el trono simplemente por ser mujer.
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La sucesión al Trono del Cristantemo se rige por la línea sucesoria de varones. La Constitución japonesa establece que “el trono imperial ha de ser dinástico y sucesorio de acuerdo con la Ley de la Casa Imperial”. De tal manera que solo los hombres legítimos en la línea de sucesión masculina pueden ser emperadores; que las princesas perderían su estatus al casarse con alguien externo a la Familia y que ni el emperador ni los miembros de la Familia Imperial podían adoptar niños. Si las hijas del emperador no pueden ser reinas y las princesas que se casan con plebeyos quedan excluídas, elegir heredero se hace sumamente complicado. La polémica de la princesa Mako ha vuelto a poner en la mesa la crisis sucesoria en Japón y la posibilidad de abolir la ley sálica para que las mujeres puedan reinar, ya que desde el nacimiento del príncipe Akishino, hermano de Naruhito y heredero, en 1965 no había habido ningún varón. Tras la llegada al mundo de la princesa Aiko surgió el debate y en enero de 2005 el Gobierno encargó a un grupo de experto que estudiasen un cambio. Aunque se recomendó reformar la ley para que las mujeres pudieran ser emperatrices de pleno derecho, un cambio que contaba con un gran apoyo popular, se frenó en seco cuando la princesa Kiko, esposa del príncipe Akishino, dio a luz al príncipe Hisahito,que actualmente es el segundo en la línea de sucesión al trono por detrás de su padre.
Haz click para ver “Mako y Kei Komuro, los “Meghan y Harry” de Japón”, un documental donde esbozamos un retrato de la princesa Mako, sobrina mayor de Naruhito, actual emperador de Japón, y su pareja Kei Komuro. Una pareja que se comprometió hace cuatro años y que ha tenido que posponer su enlace en varias ocasiones. Tras la boda, la pareja comenzará una vida en Estados Unidos, lejos de su país natal, lo que les ha valido el apodo de los “Meghan y Harry” de Japón.