El gran duque Jorge de Rusia y su mujer, la princesa Victoria Romanovna Bettarini, acaban de hacer historia. El hijo de la gran duquesa María Vladimirovna Romanova y del príncipe Francisco Guillermo de Prusia y la escritora italiana se han dado el ‘sí, quiero’ en una boda ortodoxa en la catedral de San Isaac de San Petersburgo, la más suntuosa de la ciudad, ante representantes de veinte casas reales y dinastías europeas y más de un millar invitados de todo el mundo. Se trata de la primera boda de un Romanov que se celebra en suelo ruso en más de cien años. La última fue la del príncipe Andrés Aleksándrovich, sobrino de Nicolás II, en junio de 1918, poco después de la revolución bolchevique que derrocó a los Zares.
El novio, que usa los títulos de ‘zarévich’ (heredero al trono ruso) y de gran duque de Rusia, reunió a numerosos miembros de la realeza en tres días de celebración en tres palacios diferentes. El gran duque está emparentado con prácticamente todas las Familias Reales de Europa: es descendiente del Emperador Alejandro II de Rusia, de la Reina Victoria de Inglaterra y del Káiser Guillermo II de Alemania. Además, es ahijado de bautizo de don Juan Carlos y doña Sofía, de Constantino de Grecia y de Simeón de Bulgaria.
Entre los asistentes al enlace se encontraban el monarca búlgaro y su mujer, la Reina Margarita; el Rey Faud II de Egipto; don Duarte Pío de Braganza y su familia; los duques de Anjou, Luis Alfonso de Borbón y su mujer, Margarita Vargas; el príncipe Manuel Filiberto de Saboya; el príncipe Leka de Albania; Miriam de Ungría y su hijo mayor, Boris, y los príncipes Rodolfo y Tilsim de Liechtenstein.
Victoria Romanovna lució en la ceremonia un vestido de corte clásico y manga larga, de la diseñadora Reem Acra. Estaba confeccionado con seda italiana como homenaje a sus raíces (es hija de un diplomático italiano), mientras que el velo llevaba bordado el águila bicéfala, escudo de los Romanov. Lució la fabulosa tiara ‘Lacis’, una pieza de alta joyería de la casa francesa Chaumet, engastada con 440 diamantes. Las alianzas de la pareja fueron realizadas por Fabergé, la joyería favorita del último Zar. La novia llevó otros dos vestidos, antes y después de la ceremonia.
Tras la boda, el gran duque y su mujer dieron una cena de gala en el Museo de Etnografía de San Petersburgo. Al día siguiente, ofrecieron un almuerzo en el palacio de Constantino, construido por órdenes de Pedro el Grande.