El divorcio de Mohamed Bin Rashid, emir de Dubái, y su sexta esposa, la princesa Haya, sigue estando de plena actualidad casi dos años después de que empezara su complicada y angosta batalla legal. Poco a poco y pese al hermetismo que el jeque ha intentado imponer, se van sabiendo nuevos datos de un proceso que se está desarrollando en suelo inglés, donde se refugió la Princesa huyendo del emirato con sus dos hijos, la princesa Jalila, de 13 años, y el príncipe Zayed, de 9, para evitar, según su versión, que fueran en un futuro obligados a un matrimonio concertado. El Alto Tribunal de Londres ha dictaminado las técnicas que el monarca habría llevado a cabo durante el juicio: pirateó el teléfono móvil de su exesposa, de su abogada y de varios de sus empleados, a través de Pegasus, una tecnología militar israelí. Además, el juez también ha dirimido que está “totalmente” justificado el temor de Haya de Jordania de que sus hijos puedan ser secuestrados por su padre en su casa de campo inglesa.
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El juez concluyó que el jeque cometió “un abuso total de confianza y de poder” y dio su autorización “expresa o implícita” para que el iPhone de su mujer fuera espiado por este software. Además de Haya y su letrada, Fiona Shackleton, el emir Mohammed también hackeó a dos de los escoltas de la Princesa y a su asistente personal. Unos nuevos datos que se suman a otros escalofriantes dictámenes judiciales. La Corte Suprema británica concluyó que el emir había sido el responsable del secuestro de dos de sus hijas mayores, las princesas Shamsa y Latifa, que denunciaron en repetidas ocasiones que se encontraban en arresto domiciliario.
- La princesa Haya rompe su silencio tras ganar una batalla judicial al emir de Dubái
En su fallo, el presidente de la sección de Familia del Alto Tribunal, Andrew McFarlane, explica que la letrada de la Princesa fue puesta en alerta ante el espionaje por una de sus colegas, la abogada Cherie Blair, esposa del exprimer ministro británico, Tony Blair, que ha sido asesora, en materia de Derechos Humanos, de la empresa israelí NSO Group, encargada del desarrollo de Pegasus. La exprimera dama de Downing Street fue informada por los directivos de la compañía, que estaban preocupados por el uso de su tecnología en los móviles de Haya y su abogada. Los espías, que hackearon el teléfono de forma remota desde Dubái, robaron un total de 265 megabytes de datos del iPhone de la Princesa a través de la señal Wi-Fi de su casa de campo, lo que equivale a 24 horas de grabaciones o 500 fotografías. Por el momento se desconoce qué contenido se pirateó en concreto.
Para la prensa británica estas nuevas revelaciones podrían colocar en una situación un tanto incómoda a Isabel II. La soberana inglesa mantiene una relación de amistad con el emir derivada de su afición a la hípica. Los dos son criadores de caballos, sus yeguadas se encuentran entre las más importantes del planeta con magníficos ejemplares y se les ha visto en varias ocasiones disfrutando juntos en las afamadas carreras de Ascot. Para el parlamentario laboralista Chris Bryant “el Ministerio de Relaciones Exteriores necesita hacer una investigación adecuada sobre nuestra relación con Dubái y convocar al embajador para una reunión”, según recoge el Daily Mail.
El sistema Pegasus es un programa espía que es capaz de leer mensajes de texto, rastrear llamadas o la ubicación del teléfono, recopilar contraseñas y conseguir información de las aplicaciones. Además es capaz de convertir un teléfono en un dispositivo ilegal de escucha. Aunque en un principio NSO Group solo habría vendido su software espía a los servicios de inteligencia de países que luchan contra el terrorismo, lo cierto es que Pegasus se habría usado a nivel global para espiar a políticos, empresarios o periodistas que gobiernos de todo signo habrían estimado oportunos.
Respecto a un posible secuestro de sus hijos o incluso a temer por su propia vida, el juez ve más que justiciado estos miedos ya que el jeque intentó comprar la finca vecina a Castlewood en Berkshire, la casa de campo donde la Princesa se refugia con sus pequeños, para intentar secuestrar a los niños y llevarlos de vuelta a Dubái. El intento de comprar la propiedad contigua sería, según el juez, “una amenaza muy significativa para su seguridad que obligaría a que tuviera vigilancia 24 horas” ante la posibilidad de que ella fuera dañada o de que un helicóptero capturara a los niños.