España tiene una nueva princesa. El 25 de septiembre, dieciséis meses después de ser anunciado el compromiso, Lady Charlotte Diana Marina Lindesay-Bethune llegaba al altar de la Catedral de Monreale (Palermo) para casarse con el príncipe Jaime, duque de Noto e hijo de los duques de Calabria, en uno de los templos más bonitos del mundo.
Fue el último cuento de hadas real: romanticismo, tradición, protocolo e historia… Una boda de ensueño y sangre azul que reforzó la tradición monárquica con una celebración a la altura de las más grandes expectativas y una novia real vestida acorde con el gran día, los legendarios escenarios y sus nuevos títulos: Alteza Real, princesa de Borbón Dos Sicilias y duquesa de Noto.
Grace de Mónaco y Kate de Cambridge: los vestidos legendarios
Pisando pétalos de rosa y al son de Sadok (Handel), la muy noble dama de las tierras altas de Escocia llegó puntualísima a la cita más importante de su vida con un vestido clásico y de ensueño firmado por Phillipa Lepley . Un traje ‘princesa’, en satén duquesa marfil, con cuerpo semitransparente de encaje bordado a mano con flores, cuello cisne y manga larga; y falda con volumen, pliegues y vistosa cola.
Un diseño único que cuenta su historia y que, aún con diferente patrón y estilo, hizo un guiño a dos de los vestidos más legendarios en la historia de las bodas reales. El de la Princesa Grace, de Helen Rose, estilo renacimiento en rosa marfil con corpiño de encaje de Valenciennes salpicado de flores bordadas; y una falda acampanada con forma de abanico. Y, el de Catherine Middleton, de Sarah Burton, confeccionado en gazar de satén blanco y marfil; encaje inglés, de chantilly y Cluny; y falda inspirada en una flor abriéndose.
Dos vestidos en uno: una novia real austera
Cada toque y cada detalle del traje de Lady Charlotte fue diseñado al milímetro en el taller de alta costura de Phillipa Lepley, donde un equipo de artesanos lo confeccionó de principio a fin.
Conseguir la silueta y las proporciones necesita precisión y fueron muchas las pruebas las que la novia tuvo que hacer en el estudio de Chelsea, Londres, después de decidirse los tejidos: satén de seda duquesa italiano, encaje, y tul (para el velo).
El vestido soñado siempre es un trabajo en común y hay que verlo en su conjunto para que se adapte a la ocasión. En este caso, pensado para la tiara de familia elegida; un marco como la majestuosa Catedral de Monreale; y dos históricos edificios. El palacio Real de Palermo (siglo XII), donde tuvo lugar la recepción; y el palacio Mazzarino (siglo XVII).
Lepley consiguió el efecto wow creando para la nueva duquesa de Noto dos vestidos en uno. El de la ceremonia, con un espectacular corpiño de encaje bordado a mano con hojas y flores y corsé oculto debajo para definir la silueta. Y el de la cena de gala -sin el cuerpo de encaje y sin los complementos- con gran escote y espalda al aire, adaptada al corsé.
La tiara ‘fringe’ también es una de las preferidas de la Reina de Inglaterra
La nueva duquesa de Noto coronó su puesta en escena con un largo velo de tul y la tiara de su familia de finales del siglo XIX. La diadema ‘fringe’ de Lindsay, con diamantes en diferentes tallas y perlas intercaladas, a juego con los pendientes, también de perlas y diamantes.
Las diademas fringe -llamadas también rayos de sol, tiaras con flecos o peine de gallo-, las pusieron de moda las novias de la familia imperial rusa en un guiño al Kokoshnik, el tocado especial de las campesinas, terminando por hacerse un gran hueco en la mayoría de las cortes de Europa en el siglo XIX. Gran Bretaña, Austria, Grecia, Suecia, Liechtenstein, Hannover… Y también entre las grandes familias escocesas.
La última novia real que usó una tiara ‘fringe’ fue la princesa Beatriz de York, quien se la pidió prestada a su abuela, la reina de Inglaterra. Isabel II tiene dos ‘rayos de sol’; y la que eligió para su boda con Felipe de Edimburgo, en 1947, sigue estando entre sus preferidas.
Su anillo de compromiso, un espectacular zafiro, al estilo del de la duquesa de Cambridge
La princesa Diana inspiró, en su momento, a miles de novias de todo el mundo con el zafiro de 18 quilates rodeado de 14 diamantes; y, desde hace años, Kate también ha conseguido que su tesoro más preciado sea una de las piezas más copiadas y deseadas del mundo.
Su propio hermano, James Middleton, selló su compromiso con su esposa, la francesa Alizée Thevenet con una piedra de zafiro rodeada de diamantes, aunque de corte de cojín o princesa, en vez de ovalado…
Y ahora es su lejana pariente política la que lleva otro anillo muy similar al suyo. Un espectacular anillo de compromiso, realizado en Bélgica, con un zafiro de Sri Lanka, únicos en su color azul intenso, pureza y brillo, rodeado de diamantes.
Y, ahora es su lejana pariente política la que lleva otro anillo muy similar al suyo. Un espectacular anillo de compromiso, realizado en Bélgica, con un zafiro de Sri Lanka, únicos en su color azul intenso, pureza y brillo, rodeado de diamantes.
Todo queda en familia. La duquesa de Noto es prima de los duques de Gloucester, primos hermanos de la reina Isabel II; y de Sarah, duquesa de York. Asimismo, por la ascendencia del rey Carlos II, emparenta con la princesa Diana de Gales y con sus hijos, los príncipes Guillermo y Harry, con quienes comparte además un doble lazo de sangre a través de su bisabuela, la reina madre Isabel.