La de Jorge Romanov, hijo de la gran duquesa María Vladimirovna de Rusia y del príncipe Francisco Guillermo de Prusia, es la primera de las tres bodas reales de este fin de semana -el sábado se darán el 'sí, quiero' María Astrid de Liechtenstein en La Toscana y Jaime de Borbón Dos Sicilias en Palermo-. Eso sí, la ceremonia civil en la que el Zarévich, como se conoce al pretendiente al trono ruso, y la escritora y lobista italiana Robecca Bettarini se han convertido en marido y mujer ha sido solo el aperitivo para la gran boda que se espera el próximo 1 de octubre ante más de 400 invitados, entre los que podrían estar don Juan Carlos y doña Sofía. El gran duque de Rusia contó en una entrevista en ¡HOLA! que tenía pensado invitarles, puesto que son sus padrinos.
Con zapatos y vestido azul (color de la Orden de San Andrés, máxima distinción del Imperio ruso creada en 1698) de la diseñadora italiana Chiara Boni, Rebecca Bettarini ha deslumbrado en el ayuntamiento de San Petersburgo donde han celebrado su enlace y ha elevado aún más las expectativas para la gran boda de la semana próxima. El peplum del traje, de corte midi y manga francesa, incluía bordados inspirados en pintura Khokhloma, un estilo tradicional ruso de pintura en madera. Para la celebracuón religiosa, además de los reyes españoles, se espera una nutrida representación de las casas reales europeas, con las que Jorge Romanov tiene múltiples conexiones. Es descendiente directo del emperador Alejandro II de Rusia, la reina Victoria y el kaiser Guillermo II de Alemania. Nació en Madrid, hijo de una gran duquesa rusa y de un príncipe de la dinastía Hohenzollern, y es ahijado, además de los reyes Juan Carlos y Sofía, de Simeón de Bulgaria y Constantino de Grecia.
Jorge Romanov nos cuenta cómo son sus primeras navidades con su novia en Moscú
Jorge Romanov, de 40 años, pidió matrimonio a Rebecca Bettarini en el mes de agosto ciudad en la que se enamoraron hace ya una década. Lo hizo con un anillo de banda engastado con un rubí cabujón y dos diamantes que la gran duquesa María regaló ea su hijo en su dieciocho cumpleaños, como anillo de compromiso para la mujer que algún día se convirtiera en su futura esposa. Tal y como él mismo relató a ¡HOLA!, tuvo que esperar más de lo previsto para hacerle la gran pregunta ya que el anillo se encontraba en Bélgica y ellos no podían abandonar Moscú debido a las restricciones de la pandemia. "Quería que fuera una sorpresa para ella y entonces se me ocurrió dárselo en el aeropuerto de Bruselas mientras esperábamos un vuelo hacia Madrid. Era muy pronto por la mañana y el aeropuerto estaba completamente vacío. En el fondo todos los viajes empiezan en un aeropuerto, y este también es un viaje que haremos juntos", explicó hace meses el Zarévich.
El gran duque y Rebecca Bettarini se conocen desde que eran adolescentes, pero empezaron a salir hace cera de diez años, tras volver a coincidir en un evento en la embajada de Francia en Bruselas, en un momento en el que ambos trabajaban en la capital de la Unión Europea. El gran duque pidió a la escritora italiana, hija del embajador italiano Roberto Bettarini, que le ayudara a establecer su fundación en Rusia y, meses después, su amistad se convirtió en noviazgo. Tras vivir seis años en Bruselas, se han instalado en Moscú, donde los dos trabajan en el sector filantrópico.