“Ha sido, sencillamente, mi fuerza y apoyo durante todos estos años, y yo, y toda su familia, y tanto este como muchos otros países, tenemos una deuda con él mucho mayor de la que él nunca reclamaría, o de la que nosotros seríamos conscientes”. Estas palabras, pronunciadas por Isabel II en 1997 con motivo de sus bodas de oro con el duque de Edimburgo , fueron recordadas por la Casa Real el pasado 10 de abril, un día después del fallecimiento del marido de la Reina, a los noventa y nueve años. Ahora, se publica el libro Mi marido y yo. Toda la verdad del matrimonio de Isabel II y Felipe de Edimburgo (sello Aguilar de Penguin Random House Grupo Editorial), de Ingrid Seward, una de las escritoras y expertas sobre la Familia Real Británica más respetadas de Reino Unido, del que ofrecemos extractos y pasajes en primicia.
“Después de muchos años escribiendo sobre la familia real, entre las preguntas que con más frecuencia se me plantean están: ‘¿Cómo son como pareja la reina y el duque de Edimburgo? ¿Cómo es su matrimonio? ¿Cómo son como padres y abuelos?’. En resumen, si uno les despoja de toda la formalidad de la realeza y del protocolo que acompaña a esta, ¿cómo son de verdad? Con el éxito de la serie televisiva The Crown , a toda una nueva generación se le ha abierto el interés por la parte personal de sus vidas. Al haber estado cerca de la reina y del duque durante los últimos treinta años, y haberme encontrado con ellos en muchas ocasiones, me siento capaz de proporcionar una perspectiva única de sus vidas”, señala la autora, que da una visión reveladora de la relación de la pareja real a puerta cerrada.
“Con el éxito de la serie televisiva ‘The Crown’, a toda una nueva generación se le ha abierto el interés por la parte personal de sus vidas”
“¿Cómo logró un príncipe de Grecia, prácticamente arruinado, conquistar el corazón de la princesa más pretendida del mundo? ¿Cómo consiguió ella convencer a su padre, un rey emperador sobre cuyos dominios nunca se ponía el sol, para que diera su consentimiento?[…]
Durante los últimos setenta años, el príncipe Felipe, el más competitivo de los hombres, ha tenido que caminar dos pasos por detrás de su mujer en público. Podría haber sido un papel imposible para un hombre de su carácter, pero afortunadamente la reina es una de esas tradicionales que cree que un hombre ha de ser el señor de su casa. Siempre ha reconocido lo difícil que es, para alguien tan obsesionado con su imagen masculina como su marido, estar casado con una esposa que en todo momento tiene preferencia sobre él. Si el compromiso es el ingrediente esencial del matrimonio, este ha sido especialmente vital para la reina y el príncipe Felipe”.
¿Cómo fue la experiencia de Felipe en un prestigioso internado de la Alemania nazi?
“Cuando Felipe cumplió los doce, le llegó el momento de dejar Cheam. Podría haberse esperado que entrara en alguno de los colegios privados de Inglaterra, pero el lado alemán de su familia intervino. Su hermana Teodora se había casado con Bertoldo, margrave de Baden, en 1931. Su suegro, el príncipe Maximiliano de Baden, el último canciller del Imperio alemán, había fundado la escuela de Salem con la ayuda de su secretario personal, el doctor Kurt Hahn, en 1920, en su hogar familiar en Alemania. En 1933, cuando llegó Felipe, había cuatrocientos veinte alumnos, y Salem estaba considerada una de las mejores escuelas de Europa. El plan de estudios era exigente, estaba basado en la educación física y en la independencia, y Teodora logró convencer a los Milford Haven de que Felipe fuera a Salem.
“Felipe duró menos de un año en Salem. Se metió en líos por ridiculizar el saludo nazi y, cuando las juventudes hitlerianas empezaron a infiltrarse en el colegio, Teodora estuvo de acuerdo en que debía regresar a Inglaterra y estudiar en Gordonstoun”
Pero el momento no pudo ser menos oportuno. En enero de ese año, Hitler había llegado al poder como canciller, y los nazis rápidamente tomaron el control sobre todos los aspectos de la vida en el país. Pronto, el doctor Kurt Hahn, que era judío, tuvo problemas con las autoridades. Los nazis no podían permitir que un hebreo educara a la juventud alemana, así que este fue arrestado y encarcelado. Personalidades influyentes de toda Europa, entre las que estaba el primer ministro británico, Ramsay MacDonald, solicitaron a Hitler la liberación de Hahn. Como consecuencia, se le permitió emigrar a Gran Bretaña, donde comenzó a establecer una nueva escuela en Escocia: Gordonstoun.
Felipe duró menos de un año en Salem. Se metió en líos por ridiculizar el saludo nazi y, cuando las juventudes hitlerianas empezaron a infiltrarse en el colegio, Teodora estuvo de acuerdo en que debía regresar a Inglaterra y estudiar en Gordonstoun . Esta escuela se encontraba aún en pañales cuando llegó Felipe, en otoño de 1934. Solo había veintiséis alumnos, pero era tal el talento de Hahn que el número había ascendido a ciento cincuenta y seis para cuando Felipe se marchó en 1939.”
Cómo surgió el amor
En 2016, en una subasta celebrada en Chippenham Auction Rooms, Wiltshire, se vendió por más de dieciséis mil euros una carta escrita por la reina en 1947 en la que describía cómo, siendo aún una joven princesa Isabel, se había enamorado del príncipe Felipe : “La primera ocasión en que recuerdo haber visto a Felipe fue en la Real Escuela Naval de Dartmouth, en julio de 1939, justo antes de que comenzara la guerra. (Tal vez nos viéramos antes, en la coronación o en la boda de la duquesa de Kent, pero no lo recuerdo).Yo tenía trece años, y él, dieciocho; era un cadete a punto de embarcarse. Ingresó en la marina al estallar la guerra, y yo solo lo vi de forma muy ocasional, cuando estaba de permiso, creo que unas dos veces en tres años. Después, cuando sus tíos, lord y lady Mountbatten, se encontraban fuera, él pasó varios fines de semana con nosotros en el castillo de Windsor. Más tarde, se embarcó para el Pacífico y el Lejano Oriente durante dos años, como todo el mundo sabrá. Comenzamos a vernos con más frecuencia cuando Felipe aceptó un trabajo de dos años en la Real Escuela de Contramaestres de la Marina Real, en Corsham; antes de eso apenas nos conocíamos. Pasó fines de semana con nosotros y, mientras la escuela se encontraba cerrada, estuvo seis semanas en Balmoral: ¡fue una suerte que lo destinaran en tierra! A ambos nos encantaba bailar: íbamos a Ciro’s y Quaglino’s y a otras fiestas.
¿Qué opinaban los reyes del romance de su hija?
“Al rey y a la reina el asunto les preocupaba un poco, no porque no les gustara Felipe, que lo hacía, sino porque pensaban que su hija era demasiado joven para interesarse tanto por alguien, y más por alguien tan apuesto y masculino como aquel príncipe prácticamente arruinado”.
Cómo veía el personal de servicio al Felipe antes de su matrimonio
John Dean, quien tiempo después sería su ayuda de cámara, escribió: “Era tan considerado, le agobiaba tanto dar el mínimo problema a las personas que, después de todo, cobrábamos por cuidar de la familia, que todos le teníamos en gran estima y estábamos deseando que nos visitara”.
“Eratan considerado , le agobiaba tanto dar el mínimo problema a las personas que, después de todo, cobrábamos por cuidar de la familia, que todos le teníamos en gran estima y estábamos deseando que nos visitara”, aseguró John Dean, ayuda de cámara
Dean comentaba que Felipe no tenía mucha ropa de paisano y que a menudo ni siquiera disponía de una camisa limpia. “Por la noche, después de que se hubiera acostado, le lavaba los pantalones cortos y los calcetines para que los tuviera listos por la mañana. También le remendaba la ropa. Era muy sencillo cuidar de él, y nunca pedía que nadie le hiciera nada, pero a mí me caía tan bien que lo hacía de todas formas. Siempre que el príncipe Felipe traía una bolsa de fin de semana y yo se la deshacía, encontraba una pequeña fotografía en un desgastado marco de piel; era una imagen de la princesa Isabel ”.
La propuesta de matrimonio
En algún momento de las vacaciones en Balmoral, el príncipe Felipe se declaró e Isabel aceptó la propuesta. Debía ser un compromiso no oficial sin anuncio público. Iba a realizarse un viaje real a Sudáfrica a principios de 1947 y el rey no quería que la atención pública se apartara del viaje a causa del anuncio. La princesa Isabel aceptó que era su deber olvidarse de sus deseos personales hasta que la gira hubiera acabado.
Jorge VI le escribiría más tarde: “Me preocupaba mucho que pensaras que estaba siendo muy severo al respecto. Tenía muchas ganas de que vinieras a Sudáfrica, como sabes. Nuestra familia, nosotros cuatro, la familia real, debe permanecer unida, aunque se unan algunos miembros en los momentos oportunos”.
Coquetería masculina
Siempre estaba pendiente de su salud y era algo vanidoso en cuanto a su peso. Si pensaba que había ganado algún kilo, se ponía dos o tres jerséis y corría por el campo hasta que había sudado. Entraba exhausto, se tumbaba y después se daba un baño para recuperarse. Esto divertía a la princesa, quien pensaba que estaba mal de la cabeza, pero Felipe logró mantener siempre una esbelta figura , otro ejemplo de su disciplina mental.
Felipe, Isabel y Lord Mountbatten
“Tan pronto como se anunció el compromiso, lord Mountbatten , el padre de Pamela, comenzó a hacerle ver a Felipe sus opiniones sobre cómo debería organizarse la ceremonia y cómo debería dirigirse la nueva familia. Isabel estaba al corriente de los planes de Mountbatten, entrometidamente ambiciosos, y no le gustaban. Esta opinión la compartía su madre, aunque no necesariamente su padre.
Felipe sabía cómo responder y amonestó a su agobiante tío por carta: “No quiero ser grosero, pero parece ser que te atrae la idea de ser el director general de este pequeño espectáculo, algo que me temo que ella no se tomará tan dócilmente como yo. Es cierto que sé lo que me conviene, pero no olvides que ella [Isabel] no te ha tenido como tío, consejero y amigo in loco parentis tanto tiempo como yo””.
La familia alemana de Felipe y su relación con Hitler
“Como apenas habían transcurrido dos años desde el final de la guerra, el rey decidió que no había lugar a invitar a las hermanas del príncipe Felipe, ya que su vínculo con Alemania era aún demasiado vergonzoso (se habían mudado a dicho país desde París a principios de los años treinta para casarse con aristócratas germánicos y permanecieron en él durante la guerra). “Tan poco tiempo después de la guerra, no podíamos invitar a ‘esos bárbaros’ —recordaba lady Mountbatten—. Creo que Felipe lo entendió, pero sus hermanas no lo hicieron. Durante años le siguieron recriminando: “¿Por qué no se nos permitió ir a tu boda?”. Y es que tampoco es que ellas fueran tropas de asalto”. […]
Hasta 2006 el príncipe Felipe no rompió su silencio público de sesenta años acerca de los vínculos de su familia con los nazis. y explicó que, como muchos otros alemanes, su familia vio con buenos ojos la intención inicial de Hitler de restaurar el poder y el prestigio de Alemania. Sin embargo, el duque puso énfasis en que nunca fue “consciente” de que nadie en su familia expresara ninguna opinión antisemita.
La boda
Al ser un periodo de tal austeridad, en principio la boda iba a celebrarse de forma sencilla e íntima en la capilla de San Jorge, en Windsor, a fin de evitar ningún despliegue de ostentación, pero finalmente el gobierno laborista cedió y permitió que la celebración se convirtiera en un evento público. Se dieron cuenta de que una festividad así solo podría iluminar el corazón del pueblo, hastiado de la guerra, que mostró una asombrosa generosidad cuando se comunicó la noticia. Las mujeres enviaron azúcar y harina de sus magras raciones para ayudar a elaborar la tarta de boda; otras mandaron las preciadas medias de nailon y trazos de tela que tenían guardados. Algunos incluso remitieron sus cupones de ropa, si bien estos debieron ser devueltos pues era ilegal traspasarlos. […]
Al ser un periodo de tal austeridad,en principio la boda iba a celebrarse de forma sencilla e íntima en la capilla de San Jorge, en Windsor, a fin de evitar ningún despliegue de ostentación, pero finalmente el gobierno laborista cedió y permitió que la celebración se convirtiera en un evento público”
Después de que Felipe se hubiera vestido y hubiera desayunado un café y una tostada, el ayuda de cámara le tendió con cautela la espada, dándose cuenta de que estaban listos demasiado pronto. “Cómo resistió el duque la tentación de encenderse un cigarrillo, no lo sé —recordaba Dean—. Lo había dejado la noche anterior y no se quejó”. A pesar de que fuera tan temprano, Felipe y David Milford Haven, su padrino de boda, o “partidario”, como suele llamarse en los círculos de la realeza, apuraron un gin-tonic para brindar por los últimos momentos de soltería de Felipe. […]
La princesa estaba acostumbrada a estar rodeada de empleados y a menudo ignoraba la presencia de estos, pero Felipe no. Le molestaba no poder estar a solas con su mujer cuando lo deseaba y no esperaba encontrar a Bobo todo el rato al lado de su esposa, incluso cuando esta se encontraba en el baño. Al casarse, ella no sacrificó nada. En cambio, la vida de él dio un vuelco. Él renunció a todo ”.
La muerte del rey
El 31 de enero, el rey se despidió de Isabel y Felipe en el aeropuerto de Londres, desde el que volaron a Nairobi para iniciar la primera parte de su gira por la Commonwealth . La princesa no albergaba ninguna duda de que volvería a ver a su padre; después de todo, parecía haberse recuperado bien de la operación, y ella quería pensar que mejoraría. Sin embargo, como precaución, a la princesa se le entregó un dosier sellado que contenía el borrador de la declaración de ascenso al trono, que debía abrirse en caso de muerte del rey. También se metió en el equipaje un estandarte real, así como ropa de luto. […]
Felipe se convierte en consorte
Sabía que su papel como cabeza de familia había cambiado para siempre. Además, sus esperanzas de continuar su carrera en la Marina Real habían quedado frustradas. Aunque la muerte del rey a una edad tan temprana no se podía haber previsto, a la reina se la había preparado durante toda su vida por si cambiaban las circunstancias. Pero no a Felipe, quien describió sus sentimientos años más tarde: “Dentro de casa, cuanto hacíamos lo hacíamos juntos. Supongo que ocupé el puesto de forma natural. La gente solía venir a mí y preguntarme qué hacer. En 1952, todo cambió de forma muy muy considerable”.
No se han demostrado supuestas infidelidades, pero…
Si la corista desconocida a la que se refería el Baltmore Sun era Pat Kirkwood, una hermosa estrella de la comedia musical, es algo que no se sabe. Sin embargo, existían persistentes rumores en la prensa de que Felipe mantenía un idilio con ella ya desde 1948, cuando la reina estaba embarazada del príncipe Carlos. Kirkwood, por entonces la estrella mejor pagada de la escena londinense, era la novia del fotógrafo de sociedad Baron Nahum, colega de Felipe en el Thursday Club.
Otro nombre con el que se vincula románticamente al príncipe Felipe es Hélène Cordet, antes Hélène Foufouniss. Se hicieron amigos cuando ella tenía seis años y él tres y pasaban las vacaciones juntos en la villa de los padres de ella en Le Touquet. Hélène se hizo muy conocida como presentadora del programa televisivo de variedades de la BBC Cafe Continentale y como fundadora de The Saddle Room, la primera discoteca de Londres. Hélène tuvo dos hijos una vez ya separada de su primer marido, pero en aquella época declinó mencionar al padre de los mismos. Cuando Felipe fue elegido como padrino de ambos niños, hubo quien asumió que él debía de ser el padre. El asunto no se resolvió cuando ella permitió que la paternidad de sus hijos permaneciera en el anonimato. Incluso en sus memorias, Born Bewildered [Nacida perpleja], publicadas en 1961, no da el nombre del padre.
“Sabía que su papel como cabeza de familia había cambiado para siempre. Además, sus esperanzas de continuar su carrera en la Marina Real habían quedado frustradas”
De todos los respetados biógrafos del príncipe Felipe, solo Sarah Bradford se mantiene firme en la convicción de que él ha tenido amoríos. “No tengo ni la más mínima duda dijo a Gyles Brandreth—. El duque de Edimburgo ha mantenido romances; sí, romances hechos y derechos, y más de uno. No con Pat Kirkwood ni Merle Oberon ni ninguna de esas. Tiene razón, todo eso eran tonterías. Pero sí ha tenido romances. Y la reina lo acepta, creo que ella piensa que los hombres son así. Él nunca ha sido de esos de perseguir actrices.
Sus intereses son muy distintos. Las mujeres que lo atraen son siempre más jóvenes que él, habitualmente hermosas y de alta cuna aristocrática... Felipe y Sacha Abercorn mantuvieron, con certeza, un idilio. Sin ninguna duda”. Sacha Abercorn lo ha negado siempre.
El nacimiento del príncipe Eduardo
Nació en la tarde del martes 10 de marzo de 1964 y allí, al pie de la cama, sujetando la mano de la reina, se encontraba el duque de Edimburgo. Era la primera vez que estaba presente en el nacimiento de uno de sus hijos y lo hacía por expresa invitación de su mujer… era la primera ocasión en la historia reciente que se permitía a un padre de la realeza entrar a ver cómo nacía su descendiente.
La decisión del príncipe Eduardo de dejar su formación en el ejército
La realidad era más bien la contraria. Felipe fue, de hecho, el miembro más comprensivo dentro de la familia real. Más mundano que su mujer, podía analizar el problema de un modo racional, objetivo, mientras la reina solo lo veía en relación con los deberes de la familia y la reputación de la casa real, lo que según su lógica era lo mismo. Adam Wise, el secretario particular del príncipe Eduardo en esa época, recordaba: “La primera persona a la que acudió cuando acabó harto de los infantes de marina fue el príncipe Felipe, que se mostró extremadamente comprensivo sobre el tema. Era muy razonable y le aconsejó con sensatez —y añadió—: El príncipe Felipe no se puso a pontificar en absoluto y no se enfadó por el hecho de que su hijo abandonara el Cuerpo de los Reales Infantes de Marina del que él era capitán general”.
Divorcio de Andrés y Sarah Ferguson
Tal vez la reina estuviera triste, pero Felipe no. Según un miembro de la casa, estaba “furioso”. En ello había una parte de animosidad personal. En varias ocasiones, Sarah había acudido en defensa de Andrés cuando estaba siendo regañado por su padre a causa de alguna debilidad que este hubiera percibido y, como la reina ha señalado, Felipe no es alguien a quien le guste que le contradigan. Sin embargo, fue su comportamiento público, más que ningún desacuerdo privado, lo que más enfadó al príncipe. Como intruso que era, que había tenido que aprender a adaptarse a las exigencias de la vida real, era capaz de ver con objetividad sus requisitos y consideraba el comportamiento de su nuera egoísta y censurable. No dejaba de decir: “Si quiere irse, ya sabe dónde está la puerta”.
Reacción por las fotos Sarah en topless
La reina estaba “furiosa”, como recordó la duquesa. Se mostró fría y áspera al reprender a su nuera medio separada por exponer a la monarquía a semejante ridículo. El príncipe Felipe fue aún más directo, vinculándola con Edwina Mountbatten, cuya moralidad había sido durante mucho tiempo fuente de vergüenza para la familia real. Le dijo: “Deberías ingresar en un convento... o en un manicomio”.
Felipe y sus nueras
Felipe siempre había disfrutado de un papel central en la vida de la reina. Esta es la monarca..., pero siempre es Felipe quien tiene la última palabra en los asuntos familiares. Y esta vez su actitud hacia sus dos nueras fue tan brutal como simple. Era la siguiente: Diana y Sarah querían salir de la familia real, pues por lo que a él respectaba podían salir..., y quedarse fuera. Les hizo saber a ambas exactamente lo que pensaba, tanto mediante cartas (les escribió docenas de ellas tanto a Diana como a Sarah, exponiendo su opinión en un lenguaje franco y pertinente) como, en una ocasión, cara a cara. Fue Felipe quien le prohibió a Sarah la entrada en las propiedades familiares, incluso en Navidad. A pesar del afecto de la reina por la exmujer del príncipe Andrés, no se opondría a los deseos de su marido en este asunto y hasta ahora nunca lo ha hecho. Intentó convencer a Felipe para que cambiara de opinión y le permitiera a Sarah pasar parte de las vacaciones veraniegas en Balmoral, pero él no cedió. Sin embargo, en situaciones domésticas como estas, la reina era capaz hasta de un pequeño subterfugio turbio, y cuando Felipe abandonó Escocia durante unos días, ella telefoneó a la duquesa y le dijo: “Esta es tu oportunidad; ven ahora»”.
Felipe y el divorcio de Carlos y Diana
Era inevitable, dada su creencia en el deber del consorte hacia su mujer, que se encontrara peleado con la mujer que anteponía su felicidad personal al trabajo de ser consorte de su marido. Cuando la reina expresó su comprensión por el apuro en el que estaba metida Diana, Felipe enfureció. Como siempre, se expresó de forma enérgica. Acusó a su mujer de “buscar excusas para no abordar” la cuestión de si Carlos y Diana debían divorciarse . Como tal vez era de esperar, la princesa Ana se puso de parte de su padre, y también lo hizo el príncipe Eduardo.
Acusaciones sobre la muerte de Diana
Al-Fayed añadió: “El príncipe Felipe es una persona que creció con nazis, fue educado por su tía, quien se casó con un general de Hitler. Este es el hombre que está a cargo del país, quien puede hacer cualquier cosa, quien lo manipula todo”. Al-Fayed se extendió más en su teoría, que incluía un encubrimiento por parte de la policía francesa, el CID británico y el FBI estadounidense entre otros. Sin embargo, cuando al final de todo el proceso el juez de instrucción ofreció un detallado resumen de todas las pruebas, le dijo al jurado que “no había ni la más mínima prueba” que apoyara la teoría de Al-Fayed de que el príncipe Felipe había ordenado al MI6 asesinar a la princesa Diana y cuestionó la credibilidad de Al-Fayed como testigo. Explicó que había tomado la decisión de que el príncipe Felipe no debiera prestar declaración: “A la luz de las pruebas oídas, que no aportan ninguna evidencia que apoye la sugerencia de que estuviera implicado en el asesinato de su nuera y Dodi ”. Sin duda, este fue uno de los episodios más extraordinarios del largo matrimonio real.