“Mi madre me enseñó a montar a caballo, a practicar esquí acuático y a jugar a la canasta, pero no se la podía molestar con trivialidades domésticas como cocinar”, reconoce India Hicks en la introducción de su nuevo libro, An entertaining story (Rizzoli). Ciertamente, Lady Pamela Hicks, hija del último virrey de la India, prima hermana del duque de Edimburgo y dama de honor y de compañía de la Reina de Inglaterra, nunca tuvo tiempo para enseñar a su hija a hornear un pudding, pero sí que la instruyó en el arte de entretener y agasajar.
India Hicks, que además de ser ahijada de Carlos de Inglaterra fue dama de honor de la princesa Diana en su boda, es una alumna aventajada de su madre y su padre -el legendario interiorista y diseñador David Hicks- y es una de las mejores anfitrionas de la nobleza a ambos lados del Atlántico, con casas en las Bahamas -es vecina de Pablo y Marie-Chantal de Grecia- y Reino Unido . Bajo su techo es capaz de reunir a reyes y príncipes -su familia materna está emparentada con las familias reales de España, Grecia, Rusia y Suecia-, divas de Hollywood y estrellas del rock.
En su libro, no solo comparte algunos de los secretos de los Hicks y los Mountbatten para epatar a los invitados más exigentes -desde preparar el cóctel de Martini perfecto hasta servir el mejor té-, sino que también revela algunas de sus anécdotas más divertidas como anfitriona de la realeza y la jet set: desde la noche en la que el Rey Juan Carlos la dejó “plantada” por error, hasta la tarde lluviosa en la que Mick Jagger se atrevió a probar suerte con el Jenga o la cena en la que Lenny Kravitz terminó jugando a Guitar Hero con sus hijos.
-La lista de personalidades que ha recibido en su casa es impresionante. ¿Nunca siente nervios?
-Después de tantos años de tener invitados que se unen a nosotros para almuerzos largos, grandes cenas o pequeñas fiestas de té, ya no me siento nerviosa en absoluto porque sé que si todos los ingredientes correctos están en su lugar, mis amigos, familiares e invitados se divertirán a lo grande. Y esos ingredientes son simples: una mesa bonita, comida deliciosa y una conversación fascinante.
-En su libro, dice: “En la vida, debes estar seguro de esperar lo inesperado”. ¿Cuál ha sido la situación más inesperada que ha vivido como anfitriona?
-Una vez invitamos a almorzar a unos nuevos amigos, muy conocidos en el mundo del diseño y el interiorismo, por lo que pasé tiempo poniendo la mesa con manteles recién almidonadas y servilletas cuidadosamente dobladas. Decoré la mesa con limones recogidos a mano, enredaderas silvestres y pétalos de frangipani. Mientras tomábamos una copa antes del almuerzo en nuestra terraza, una serpiente enorme se enroscó alrededor del respaldo de una de las sillas y se puso a dormitar bajo el sol. Cuando traje a nuestros invitados para que se sentaran a almorzar, ¡hubo algunos gritos fuertes!
-Su madre, Pamela Hicks, nació en Barcelona, ¿verdad?
-Sí. Mi abuela (Edwina Mountbatten) estaba de visita en España, siempre tan glamorosa con sus gafas de sol oscuras y su lápiz labial rojo. Con tanto trajín, se empezó a sentir algo enferma y agotada. Resulta que también estaba embarazada de nueve meses. Se encontró con mi abuelo (Luis Mountbatten, último virrey de la India) que había estado jugando al polo y después del partido se fueron a su suite en el Hotel Ritz, en Barcelona. Mi abuela se despertó en medio de la noche y descubrió que tenía contracciones severas. El hotel solo pudo encontrar a un otorrino para ayudarlos, así que mi abuelo, desesperado, telefoneó a su prima, la Reina Ena, en Madrid. Ella estaba fuera pero el Rey Alfonso respondió y le dijo: “Déjemelo todo a mí”. En media hora la guardia real estaba rodeando el hotel. Había conmoción por todas partes: Edwina Mountbatten iba a tener un bebé y no había un médico que la ayudara. Finalmente, encontraron uno y mi madre nació sana y salva. La envolvieron en una manta traída por unas monjas de la ciudad. Luego la colocaron en una cesta para perros que sirvió como cuna durante los días siguientes.
-Su madre está emparentada con la Familia Real Española…
-No está exactamente emparentada, pero el Rey Alfonso XIII fue su padrino de bautizo y su esposa, la Reina Ena, era su prima, por el lado de la familia Battenberg.
-En una ocasión tuvo como invitado a Don Juan Carlos. ¿Cómo terminó aquella velada?
-Estábamos esperando al Rey Juan Carlos para cenar y después de una hora de esperar y esperar y esperar finalmente lo llamé por teléfono. Él respondió casi de inmediato y dijo: “Oh, querida, tengo tantas ganas de cenar contigo... la semana que viene”. ¡De alguna manera uno de nosotros había confundido la fecha!
-Sus padres eran grandes anfitriones. ¿Cuál es el mejor consejo que le dieron?
-No recuerdo que me dieran consejos reales sobre cómo entretener, pero los vi desde pequeña reunir a una mezcla de invitados sensacionales: pensadores brillantes, polemistas políticos, bellezas de la sociedad y amigos cercanos en los que siempre se podía confiar para llevar la risa y la diversión a cualquier habitación en la que entraran.
-El Príncipe Carlos es su padrino. ¿Diría que la Reina de Inglaterra es la mejor anfitriona del mundo?
-Sí, supongo que debe serlo. Piensa en todos esos banquetes, cenas, recepciones y almuerzos espectaculares que da. Sería difícil de superar cenar en un palacio real .
-¿Cómo está cambiando la pandemia el arte de agasajar?
-Cada uno de nosotros está reaccionando de manera diferente a este nuevo orden mundial. Veo que algunas cenas aún se llevan a cabo en una escala grandiosa y épica, aunque respeten las restricciones y distancias de seguridad. Pero yo me he alejado de ese tipo de eventos. Aprovecho para recibir de una manera mucho más íntima, organizando diminutas burbujas de amigos. Como estoy viviendo con mi madre, que tiene 91 años, compruebo de antemano que todos estén libres de Covid-19. Nos sentamos en una pequeña mesa redonda y hasta la comida que servimos ya no tiene pretensiones: es sencilla, casera y poco elaborada.
-Todos hemos aprendido algo durante la pandemia. ¿Qué lección ha sacado usted?
-Aprendí que, aunque siempre he amado profunda e incondicionalmente a mis cinco hijos, en realidad me ha gustado vivir durante siete meses seguidos con ellos. Todos son personajes muy diferentes, con intereses muy distintos, pero nunca hubo una palabra desagradable o una discusión salvaje. Existe ese dicho de que no puedes elegir a tu familia, solo a tus amigos. Pero aprendí que no quiero otra familia... me gusta mucho la que tengo.