kate middleton con su anillo de compromiso© GettyImages

Celebrando San Valentín en palacio

Las joyas del amor en las casas reales: abrimos el joyero más romántico de reinas y princesas

Del desconocido ópalo de la reina Letizia, regalo de don Felipe, a la herencia de Diana de la duquesa de Cambridge


14 de febrero de 2021 - 14:45 CET

‘Sí, quiero’. El triunfo del sueño romántico, cupido y una colección de joyas que no sólo llevan escrita la historia de las monarquías de Europa, sino que documentan, también, sus grandes historias de amor. Para celebrar San Valentín traemos algunos de los regalos con los que reyes y príncipes han señalado aniversarios de boda, nacimientos de sus hijos, cumpleaños… Aunque centrándonos, especialmente, en los  anillos que sellaron compromisos  y abrieron puertas a los grandes enlaces reales. Bodas que estuvieron a la altura de las más grandes expectativas: la última del siglo, la primera del milenio, de cuento, para la historia, irrepetible y, siempre, la boda del año…

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A lo largo de los siglos, pocas veces ha encajado tan bien el “érase una vez” con la vida de reinas y las princesas herederas… Demostrado: llevar corona no es incompatible con estar enamorado.

La alianza de la eternidad que ‘escondió’ doña Letizia

Don Felipe selló su compromiso con la Reina con una alianza de oro blanco con diamantes de talla baguette valorada en 4.000 euros. El anillo se conoce como la Alianza de la Eternidad y su diseño data de la época de la Reina Charlotte, esposa del rey Jorge III de Inglaterra. El entonces Príncipe eligió esta sortija, de la firma Suárez, por la sencillez de su diseño, pero doña Letizia “renunció” a ella, en 2012, y la joya lleva “escondida” casi nueve años. También la alianza de matrimonio, que no usa desde 2011.

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Aunque, los obsequios de familia son un asunto privado, Felipe VI ha regalado a doña Letizia joyas para la historia como la tiara Princesa de diamantes y perlas, que un día “coronará” a doña Leonor como princesa de Asturias; y de valor sentimental como el broche de libélula de Van Cleef&Arpels, de oro diamantes y zafiro, que recibió por su 35 cumpleaños. Sin olvidar, otras joyas “desconocidas” como el “ópalo negro” con talla cabujón, montado en un anillo de oro. Una pieza que llegó a su joyero en su primer cumpleaños como Princesa de Asturias. Doña Letizia lo ha usado en muy raras ocasiones, siendo la más especial, el bautizo de su hija Leonor, todavía junto a su alianza de casada.

Máxima y el anillo que diseñó el Rey

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El soberano de los Países Bajos buscó un lugar muy personal para declararse, eligió una fecha muy especial para su boda (2-2-2002), y, por supuesto, dio ideas para el diseño de la sortija de compromiso, valorada en más de 30.000 euros. Un anillo de platino con un diamante naranja –el color del reino y de fantasía- en forma de óvalo abrazado por dos brillantes de corte esmeralda. Tres piedras enmarcadas en una doble banda de platino (con forma de ojo) con 14 brillantes engarzados dos de ellos en talla lágrima. Desde su llegada a palacio, el rey ha señalado todas las fechas especiales con algún detalle, pulseras con los nombres de sus hijas, broches, pendientes, pero hay un conjunto que destaca sobremanera: el collar y brazalete a juego con diamantes, esmeraldas talladas, rubíes y zafiros conocido como “Tutti Frutti”. Máxima lo estrenó en el 40 cumpleaños de su marido (2007) y se baraja que las dos joyas costaron 50.000 euros.

Kate y la herencia de Diana

El príncipe Guillermo selló su compromiso con Catherine Middleton (noviembre de 2010) con el anillo que le regaló el príncipe Carlos a Diana cuando hicieron oficial su relación. “El anillo de mi madre es muy especial para mí. Es la manera que tengo de tenerla cerca, de que no se pierda la emoción de que vamos a estar juntos el resto de nuestras vidas”, dijo. Diana eligió esta joya personalmente en la firma Garrard Joyeros y jamás se desprendió de ella hasta que se hizo oficial el divorcio (1996). Y la duquesa de Cambridge jamás ha salido de palacio sin él. Desde que Guillermo lo puso en su dedo, lo ha llevado en todas las circunstancias: desde una cena de Estado a jugar un partido de fútbol. La sortija, que lleva un zafiro azul ovalado de 18 quilates, rodeado por 14 diamantes, se valoró en 1981 en unos 65.000 euros. Hoy podría valer más de 250.000.

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La sortija, que lleva un zafiro azul ovalado de 18 quilates, rodeado por 14 diamantes, se valoró en 1981 en unos 65.000 euros.

A lo largo de los años, Kate ha recibido de la mano de Guillermo infinidad de joyas, empezando por el primer anillo victoriano que le regaló cuando todavía eran estudiantes y terminando por otras joyas que pertenecieron a Diana, como los pendientes que hacen juego con la sortija. Pero hay mucho más. Cada año, siempre recibe algo y en este 2021 cumplen diez de casados. 

Destacamos: los pendientes de amatista y diamantes (Navidad de 2011); el anillo de “la eternidad” de diamantes (nacimiento del príncipe George, en 2013); el reloj Ballon Bleu, de Cartier (tercer aniversario de bodas, en 2014) engastado con pequeños zafiros, o la cadena de oro con tres monedas unidas grabadas con las iniciales de sus hijos, que estrenó hace tan solo unos meses.

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A lo largo de los años, Kate ha recibido de la mano de Guillermo infinidad de joyas.

Mary Donaldson y las joyas de la pasión

El heredero de la Corona danesa no lo dudó ni por un instante; la sortija de pedida de su novia, Mary Donaldson, tendría dos grandes rubíes rojos –la piedra de los señores y de la pasión- abrazados por un purísimo diamante en el centro de ocho quilates y 58 facetas… Los colores de la bandera danesa (rojo y blanco). La joya, que descubrimos en octubre de 2003, destaca desde entonces imponente al lado de su aderezo de rubíes. La impresionante colección -tiara, collar, pendientes, brazaletes, broches- que Federico “heredó” de su abuela para su futura mujer.

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La sortija de pedida de Mary de Dinamarca tiene dos grandes rubíes rojos.

Los regalos de amor de Federico incluyen, además, un collar con cinco hileras de perlas y gran aguamarina rodeada de zafiros; y unos pendientes a juego de cinco aguamarinas y diamantes. Y, también, una pieza muy especial que Mary recibió en el décimo aniversario de boda. Un brazalete de esmalte negro con relieves en oro de sus cuatro hijos y el monograma conjunto de la pareja. Pieza a la que Federico sumó en el 40 cumpleaños de la futura Reina un collar con medallón, a juego con la pulsera, que se puede abrir. Dentro, las fotografías de sus cuatro hijos; y en la parte de atrás, 21 diamantes sobre esmalte negro.

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Detalle del brazalete de esmalte negro con relieves en oro de sus cuatro hijos y el monograma conjunto de la pareja.

El sueño de Victoria

A diferencia de todas las entonces princesas herederas que llegaban a palacio por primera vez sin joyas reseñables, la futura reina de Suecia era “dueña” de uno de los cofres más importantes de Europa… Aunque en él faltaba el anillo más especial. El que le costó conseguir casi diez años, hasta que pudo celebrar su compromiso con Daniel Westling. Emocionado, el príncipe contó cómo le pidió matrimonio un precioso día de invierno en el campo, en Drottningholm: “Hacía sol y se oían nuestras pisadas en la nieve. Era un momento muy especial; ambos estábamos muy contentos, aunque yo estaba bastante intranquilo. Esperaba un ‘sí’, pero no estaba del todo seguro”. La Princesa Victoria, en cambio, lo tenía muy claro. La respuesta fue un “¡sí, sí, sí!...”, exclamó entusiasmada mientras mostraba a las cámaras un anillo de diamante de tres quilates, diseñado por W. A. Bolin, joyeros de la Corte desde el siglo XIX. El compromiso de la boda se anunció el 24 de febrero de 2009 y la boda se celebró en junio de 2010.

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Mette Marit, de reina a futura reina

El nuevo milenio lo abrió Noruega con una boda sin precedentes en la historia de las monarquías: la del príncipe Haakon y Mette Marit Tjessem (25 de agosto de 2001). La pedida tuvo lugar el 1 de diciembre de 2000 en el Palacio Real de Oslo y la princesa contó cómo se le había declarado el príncipe: “Se arrodilló y con lágrimas en los ojos me pidió que me casara con él. Después, me entregó el anillo de compromiso”. La joya de rubíes y diamantes, de gran valor histórico, fue el regalo que el abuelo de Haakon, entonces príncipe Olav, entregó a la princesa Märta cuando se comprometieron. Y, también, la alianza con la que el entonces príncipe Harald selló su compromiso con Sonia Haraldsen, en su compromiso (1968).

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La joya de rubíes y diamantes, de gran valor histórico, fue el regalo que el abuelo de Haakon, entonces príncipe Olav, entregó a la princesa Märta cuando se comprometieron.

Mette Marit no lo lleva todos los días, pero siempre acaba apareciendo junto con su alianza de casada. Dos joyas muy especiales que se unen en valor sentimental al aderezo de perlas -gargantilla de tres vueltas, pendientes y pulsera-, que Haakon le regaló también con motivo de su boda.

Matilde, el rubí de Birmania

Los hoy Reyes de los belgas protagonizaron la última boda real del siglo XX y la primera de la nueva generación de herederos europeos. El 13 de septiembre de 1999, después de tres años de noviazgo secreto, el príncipe Felipe señaló su compromiso entregándole a Matilde un anillo con un rubí de Birmania ovalado (guiño a los colores de la bandera belga). La gema está rodeada por un círculo de diamantes similar a un corazón que se abren hacia los lados con pavé de diamantes.

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Felipe señaló su compromiso entregándole a Matilde un anillo con un rubí de Birmania ovalado.

A este anillo se unió otro que le regaló su marido por sus diez años de matrimonio, con un zafiro de gran tamaño; y una pulsera de eslabones de oro amarillo con piedras preciosas talladas en corazones y rodeadas de pequeños diamantes: un zafiro, una esmeralda, un rubí y un topacio. Sin pasar por alto, su querido Rolex con diamantes, que no ha dejado de llevar en 20 años.

Charlene: el príncipe Alberto la ‘cubre’ de diamantes

Su anillo de compromiso era el más esperado, aunque no se trataba de una joya histórica de la familia Grimaldi. La sortija, Téthys, de oro gris, comprada en Repossi, consta de un diamante central con talla pera de tres quilates solado de diamantes de talla brillante. Una gran pieza para un gran momento, a la que el príncipe Alberto ha sumado un cofre lleno de joyas a lo largo de casi una década. Aunque nada más convertirse en Alteza Serenísima la “cubrió” de diamantes. Y estas son las tres piezas que estrenó después de la boda.

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  • El collar “Infinite Cascade” realizado por la casa libanesa Taba, con seis hilos ondulados de diamantes en los que se engastaron sobre oro rosa 1.237 brillantes -talla redonda y baguette, de casi 60 quilates- y seis enormes perlas, de 143,76.
  • La tiara “Espuma de diamante”, obra del joyero Lorenz Baumer, que representa una ola rompiendo contra una playa. Es asimétrica, puede usarse como broche, está engastada en oro blanco y lleva diminutos diamantes de casi 60 quilates – los dos más grandes son de ocho quilates- que se expanden como un ramillete.
  • Y la diadema de Van Cleef & Arpels que la princesa bautizó como “Océano”. Lleva 883 diamantes talla brillante y 359 zafiros en degradado de azul representando la espuma marina, así como 11 diamantes pera que simbolizan gotas de agua.
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Todo un homenaje a la princesa más esperada en Mónaco, y, también, al pasado que dejó atrás como nadadora olímpica.

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