mako japon

Estaba previsto para noviembre de 2018

Luz verde (o no) para la boda de la sobrina del Emperador

El príncipe Akishino, padre de la novia, aprueba al accidentado enlace de su hija con Kei Komuro a la vez que recuerda todos los inconvenientes para que este se celebre


Actualizado 2 de diciembre de 2020 - 15:48 CET

Pocas bodas reales han dado tantas vueltas como la de la princesa Mako de Japón. En una Casa Imperial en la que todos los acontecimientos siguen los mismos parámetros y un protocolo “milenario”, las noticias se comunican cuando todo está atado y bien atado, sin embargo, con el enlace de la sobrina del Emperador los planes no han salido según lo previsto, ni los de los novios ni los de la Casa. Ahora, justo cuando la pareja debería estar celebrando su segundo aniversario de casados, el padre de la novia –hermano y heredero del Emperador- da su visto bueno, pero… sí, el tema sigue lleno de “peros”.

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© Gtresonline

El príncipe Akishino con su hija, la princesa Mako, en el verano de 2017, cuando parecía que iba a ser uno de los últimos actos oficiales de la princesa junto a su padre ya que se había anunciado su compromiso nupcial. 

 

“Yo apruebo que se casen. La Constitución dice que el matrimonio se basará únicamente en el consentimiento mutuo de ambos sexos. Si eso es lo que realmente quieren, entonces creo que es algo que debo respetar como padre”, ha dicho el príncipe heredero Akishino en la rueda de prensa que concedió por su 55 cumpleaños, que se celebró este 30 de noviembre con nuevas fotos familiares.

Hasta aquí la declaración del padre de la novia parecía ser una luz verde a que su hija se case con Kei Komuro, sin embargo, acto seguido, regresó a la “casilla de salida” y recordó que la familia del novio debe antes arreglar el problema financiero que tiene pendiente; problema que ocasionó el aplazamiento de la boda y que según las palabras del príncipe Akishino no se han resuelto. “Para que todos se convenzan y celebren el matrimonio, es importante que se resuelva el tema”, dijo.

 

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El príncipe Akishino acaba de cumplir los 55 años y lo ha celebrado con nuevas fotos familiares.

 

“Desde mi punto de vista, creo que están en una situación en la que mucha gente no está satisfecha”, reiteró en relación a los apoyos con los que cuenta Mako para celebrar su boda. “Una cosa puedo decir con seguridad, incluso si se pone alguna medida para solventarlo es necesario que ese esfuerzo sea visible…”, añadió sugiriendo que la familia Komuro ha intentado solucionar el problema solo hasta cierto punto.

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Las conclusiones son claras: la decisión de la pareja de casarse es firme, a pesar de que el novio puso tierra de por medio después del escándalo y se marchó a estudiar a la universidad neoyorquina de Fordham; y no va a ser el padre de la novia –recién nombrado primero en la línea de sucesión al Trono del Crisantemo- el que ponga fecha a una boda sin apoyos.

 

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Kei Komuro abandonó Japón cuando se desvanecieron sus planes de boda e ingresó en un programa de formación en la facultad de derecho de Fordham en Nueva York para obtener una certificación avanzada con una beca completa. Todo apunta a que su formación terminará en el verano de 2021.

 

Así la pareja se encuentra en la misma situación que en septiembre de 2017, cuando comunicaron su compromiso oficial, con ganas de casarse, pero sin planes en el horizonte. Hay que recordar que este retraso sin precedentes en una boda imperial se comunicó en febrero de 2018 aludiendo motivos de "inmadurez" de la pareja; sin embargo, acto seguido, los medios el país (Shukan Josei y Shukan Bunshun) comenzaron a informar sobre la situación económica de la madre de Kei Komuro, con préstamos pendientes de por valor de 4 millones de yenes (unos 30.000 euros) que al parecer habían sido destinados a los gastos de matrícula y manutención del propio novio de la Princesa durante su tiempo en la Universidad Cristiana Internacional de Tokio, donde la conoció.

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El compromiso oficial se anunció el 3 de septiembre de 2017 y la boda quedó fijada para el 4 de noviembre de 2018, sin embargo, nueve  meses antes de la boda, Mako de Japón y Kei Komuro vieron sus planes truncados. 

Desde luego si esta boda llega a celebrarse, la historia daría para la típica y tópica película de Disney: una princesa (guapa, como manda la factoria) que se enamora de un hombre (de distinta procedencia, por decirlo sutilmente) y que juntos luchan de forma incansable por su amor. Regresando a la realidad, conviene no olvidar que en el Gobierno se está fraguando una ley que cambiaría el escenario por completo y que supondría un histórico antes y después en la Casa Imperial. El Ejecutivo estudia la forma de otorgar a las princesas un título honorífico que les permita seguir ostentando funciones de representación institucional a pesar de que pierdan su título al casarse con miembros que no son de la casa. Este es un capítulo más, pero el desenlace no parece estar cerca.