En 1986, la Princesa Irene de Grecia, hermana, confidente y leal compañera de la Reina Sofía, creó en Madrid la Fundación Mundo en Armonía, una ONG que tiene como objetivo “el bienestar moral, espiritual y material de todos los seres vivos, sin discriminación alguna de nacionalidad, religión o ideología política”. Su primer proyecto, realizado ese mismo año, dio la vuelta al mundo y acaparó titulares: transportar vacas lecheras de Cantabria que iban a ser sacrificadas a la India, donde son consideradas seres sagrados.
Muchos no supieron entender aquella insólita iniciativa, y la calificaron de “excéntrica”. Pero la Princesa Irene, una mujer emprendedora e independiente, siguió adelante con su fundación. En 2002, cuando el Estado griego la indemnizó con casi un millón de euros por haber confiscado las propiedades de la Familia Real helena, donó esa suma a su ONG. En sus treinta y cuatro años de vida, Mundo en Armonía ha realizado más de ciento cincuenta proyectos, algunos de ellos en alianza con Naciones Unidas y la Cruz Roja: desde financiar material educativo para jóvenes virtuosos de la música –la Princesa es una pianista experta, que aprendió con la concertista griega Gina Bachaeure– hasta brindar ayuda humanitaria a niños israelíes y palestinos.
Pero una de las iniciativas más cercanas al corazón de Irene de Grecia es el Premio BMW de Pintura, que preside cada año la Reina Sofía desde hace treinta y cinco años. En 1994, la automotriz alemana comenzó a donar el dinero de su concierto benéfico anual a Mundo en Armonía. Y continúa haciéndolo. Este año, la Princesa y BMW han decidido que ese dinero sea destinado a la lucha contra la Covid-19 en España.
La noche del miércoles, se celebró la trigésimo quinta edición del Premio BMW de Pintura en el Teatro Real de Madrid y allí, con Doña Sofía y su hermana sentadas en el Palco Real, se anunció que todos los fondos recaudados durante la velada serían para mitigar los estragos de la pandemia a través de la ayuda social y la investigación.
Una parte de la donación se entregará a la Hermandad del Refugio de Madrid, que se ocupa de ayudar con becas-comedor y material informático al Colegio Purísima Concepción formado por casi trecientos niños y niñas de familias vulnerables. La otra parte será para el Instituto de Salud Carlos III, y más concretamente para el Centro Nacional de Microbiología, donde se está llevando a cabo un proyecto multidisciplinar que permitirá avanzar en el conocimiento de la biología de la Covid-19, “sentar las bases de nuevas técnicas de detección y diagnóstico, identificar marcadores genéticos, mejorar la vigilancia microbiológica, y también establecer plataforma para comprobar la potencial eficacia de prototipos vacunales”.
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Una peculiar princesa solidaria
“El afán de la Princesa Irene era tener su camino al margen de sus hermanos, ambos reyes, pero sin utilizarlos para conseguirlo. Y así ha sido”, ha declarado alguna vez Eva Celada, su biógrafa. “Hoy es un referente en ayuda humanitaria reconocida por la ONU”. “Es una mujer incansable, trabajadora y entregada a muchas buenas causas. Ayuda en silencio. ¿A eso le llaman ser excéntrica? Pues entonces sí lo es”, explicó Sonia Catris, vicepresidenta de Mundo en Armonía y una de las personas más próximas a la hermana de la Reina. En su familia, la llaman “tía Pecu”, de peculiar. Pero en el mundo de las oenegés, se refieren a ella como “la princesa solidaria”.