Viernes 25 de octubre. Corte de Honolulu. Las personas que en ese momento se encuentran en los juzgados no salen de su asombro al ver un cochecito plegable color lila con un chihuahua inquieto y curioso en su interior. Se trata del perro de Abigail Kawānanakoa, una mujer hawaiana considerada por muchos como la última princesa estadounidense. Desciende de una rama de la casa real de Kalākaua y acude a la corte para luchar por lo que es suyo: una fortuna estimada en cerca de 200 millones de euros -215 millones de dólares-. Junto a ella, además de su perro, se encuentra su pareja, Veronica Gail Worth, una mujer de 66 años con la que mantiene una relación desde hace más de dos décadas y con la que se casó recientemente.
Ka'iulani, la última princesa de Hawai
Ese día, las dos llegan visiblemente serias a los juzgados. No es de extrañar, teniendo en cuenta que están dispuestas a revocar la decisión de un juez que, un año antes, había nombrado al First Hawaian Bank -la institución financiera más grande y antigua de Hawai- como supervisor de las finanzas de la princesa. Desde entonces, Abigail Kawānanakoa y su esposa han vivido con el dinero que ha administrado el asesor bancario. Hasta ahora. Desde el viernes, y de nuevo tras una decisión tomada por un magistrado, la princesa tendrá que someterse a una revisión médica para determinar su estado mental y decidir finalmente si puede gestionar su patrimonio.
El origen de la lucha de Abigail Kawānanakoa por su fortuna hay que buscarla en 2017, cuando sufrió un derrame cerebral. En aquel momento, su abogado, Jim Wright, quiso asumir el cargo de fideicomisario y se afanó en demostrar que el accidente cardiovascular había incapacitado mentalmente a la princesa. Esta, por su parte, decidió prescindir de los servicios del letrado y tomó, además, otra decisión en un intento por asegurar la herencia: casarse con su pareja. Sin embargo, eso no garantizó nada y ahora la pareja lo que intenta es recuperar la gestión de su fortuna, algo que lo que les está ayudando su actual abogado, Bruce Voss.
"Es una situación triste. Mi herencia me dicta que debo cuidar al pueblo hawaiano", replicaba Kawānanakoa nada más salir de la sala. Y es que la princesa tiene muy claro sus orígenes. Una carambola del destino -el fallecimiento de su abuelo y varios reyes sin descendencia- hizo que la princesa, sobrina nieta de la difunta reina Lili'uokalani, entrara en el orden de sucesión. Lili'uokalani fue la última monarca, que reinó hasta 1893. Pero además, el patrimonio de Abigail también se debe a que entre sus antepasados se encuentra un irlandés, James Campbell, que hizo fortuna en las plantaciones de azúcar de Hawai, convirtiendo a su familia y a sus herederos en importantes terratenientes del archipiélago.