La realeza aclama al nuevo emperador de Japón en una ceremonia histórica
Naruhito ha subido al trono en una cita marcada por la tradición y el ritual, del que han sido testigos cientos de invitados
Más de dos mil invitados han sido testigos de un momento histórico en el milenario Imperio de Japón. Naruhito ha anunciado su proclamación a los dioses y a los ancestros de la familia como nuevo emperador , en el Salón de Estado, que ha acogido la ceremonia de entronización propiamente dicha llamada Sokuirei Seiden no Gi. Estaba previsto que oficiales con espadas y arcos, junto a músicos con tambores y gongs, se alinearan en el patio de entrada, decorado con banderas y lanzas, sin embargo, debido a la intensa lluvia este despliegue se ha suspendido. El emperador ha estado compañado en la ceremonia por su mujer, la emperatriz Masako, y por dignatarios y jefes de Estado de más de 190 países. "Juro actuar según la constitución y cumplir mi responsabilidad como símbolo del Estado y de la unidad. Espero que Japón se desarrolle y contribuya a la amistad y paz en la comunidad internacional, y al bienestar y prosperidad de la humanidad a través de la sabiduría y constantes esfuerzos de las personas" dijo el nuevo emperador en su discurso.
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Entre los representantes de las Casa Reales europeas se ha podido ver a Carlos de Inglaterra, en representación de la reina Isabel II; Guillermo y Máxima de Holanda, Felipe y Matilde de los belgas, Carlos Gustavo y Victoria de Suecia; Enrique de Luxemburgo, sin la gran duquesa María Teresa, que se recupera de su reciente operación de rodilla; Federico y Mary de Dinamarca, Haakon de Noruega, sin la princesa Mette-Marit, que ha reducido su agenda por motivos de salud; y Jigme Khesar Namgyel y Jetsun de Bután. También los reyes Felipe y Letizia están en estas celebraciones, a las que llegaron tras la entrega de los Premios Princesa de Asturias, en los que debutó por primera vez su hija Leonor. Estos invitados contemplaron esta ceremonia, de una media hora de duración, a través de pantallas instaladas en estancias contiguas a la sala Matsu no ma, que por tamaño solo albergó a otros miembros de la familia imperial y representantes de diferentes estamentos de Japón.
El escenario de la entronización ha sido el magnífico Salón de Estado del Palacio Imperial, o Matsu No ma, una sala de 370 metros, con suelo de madera y paredes cubiertas con una tela con patrón de hojas de Wakamatsu, pinos jóvenes, que alberga el trono de ocho toneladas de peso y seis metros y medio de altura, llamado Takamimura. A este, que cobra casi tanto protagonismo como el propio Naruhito, ha ascendido el nuevo emperador, con el traje tradicional que se lleva en las ocasiones especiales (ya lo llevó su padre hace treinta años en su propia entronización), el llamado sokutai, de un naranja oscuro. Su mujer Masako, llevaba el juni hitoe, un kimono de doce capas, y ha subido a un trono adyacente al del emperador y más bajo que el suyo. El momento más significativo de la cita ha sido cuando el Primer Ministro, tras pronunciar un discurso, expresó su respeto al nuevo emperador proclamando Tennô Heika Banzai, lo que podría traducirse como “Larga vida a su Alteza Imperial”. Vítores que fueron coreados por los presentes en la sala.
Ya convertido en emperador, Naruhito ha recorrido en coche, junto a su esposa, un trayecto de unos 5 kilómetros desde el Palacio Imperial a la residencia imperial de Akasaka. Se esperaba un desfile por las calles de Tokio, donde les esperaría una multitud de japoneses, pero este se ha pospuesto hasta el 10 de noviembre, debido a que todavía se sufren las secuelas del fuerte tifón que azotó el país hace unos días y a la intensa lluvia. El broche de oro a este día tan especial lo pondrá una cena para los miembros de la realeza, jefes de gobierno y de estado extranjeros. Celebrarán además, junto a otros miembros de la Familia Imperial, una fiesta del té para agradecer a sus invitados que les hayan acompañado.
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Con el relevo en el trono comenzó la nueva era japonesa denominada Reiwa, hermosa armonía, un nombre que proviene por primera vez de una obra literaria japonesa, concretamente de un poema de la antología Man'yōshū, la más antigua del país -anteriormente procedían de la literatura china-. Esta sucede a la era Heisei, que finalizó el pasado 1 de mayo, cuando Naruhito de Japón recibió las insignias del poder imperial ante los miembros del Gobierno. El relevo en el Trono del Crisantemo se produjo tras la abdicación del emperador Akihito, algo que no ocurría en el trono imperial desde hacía 200 años.