La emperatriz Michiko de Japón, operada con éxito de cáncer de mama

La emperatriz, de 84 años, se sometía este domingo a una intervención quirúrgica en el hospital de la Universidad de Tokio

Por hola.com

Este domingo, la madre del actual emperador de Japón Naruhito, la emperatriz Michiko, pasaba por quirófano para someterse a una cirugía tras haberle sido detectado cáncer de mama en un estadio temprano en el seno izquierdo. La operación quirúrgica se ha llevado a cabo con éxito en el hospital de la Universidad de Tokio y, tal y como estaba previsto, ha durado alrededor de cuatro horas y el resultado ha sido satisfactorio, según ha informado la Agencia de la Casa Imperial nipona poco después a través de un comunicado oficial.

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El sábado la emperatriz, de 84 años, ingresaba en el centro médico a fin de llevar a cabo los pertinentes procedimientos preoperatorios. La intervención, realizada en conjunto con el Centro de Cáncer Shizuoka, tenía como objetivo extirpar la masa cancerosa, un tumor maligno en etapa uno, es decir, en un estadio temprano. Así lo comunicó la Casa Imperial a principios del mes de agosto, aunque el diagnóstico había llegado casi un mes antes, a mediados de julio. Fue durante una revisión rutinaria en el mismo hospital en el que ahora se ha llevado a cabo la cirugía cuando la emperatriz Michiko se sometió a una ecografía y se le detectó el cáncer.

Esta operación viene a sumarse a los percances de salud que ha experimentado la madre de Naruhito en los últimos meses. El pasado mes de junio fue sometida a una cirugía de cataratas en ambos ojos. Ese por quirófano tuvo lugar tan solo unos días después de que se le diagnosticara una anomalía en sus válvulas cardíacas. Lo cierto es que llevaba varios meses sufriendo problemas respiratorios, algo que achacaba a su avanzada edad. Pero en realidad se trataba de anomalías atrioventriculares que "no cierran lo suficiente". La recomendación de los médicos fue que redujera su agenda oficial, algo que hizo coincidiendo con la abdicación de su marido, Akihito, y la subida al trono de Naruhito.

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No han sido los únicos baches por los que ha atravesado la emperatriz, que en los años 90 sufrió un trastorno depresivo que le llevó a perder la voz durante casi un año. Años después le detectarían fatiga psicológica, unida a una gastritis crónica producida por una tradición nipona y de un exigente protocolo: los apretados y ceñidos cinturones que acompañan a los kimonos japoneses.