Bolivia y Perú han recibido esta semana una visita inédita. Hacía diez años que un miembro de la Casa Imperial japonesa no se dejaba ver en Latinoamérica. La última vez tenía lugar en junio de 2009, cuando Masahito de Japón -hermano de Akihito-, príncipe Hitachi, aterrizaba en Bolivia para conmemorar los 110 años de la acogida del pueblo nipón por parte de la comunidad latina. Una década después, es una sobrina nieta suya, la princesa Mako -hija de Fumihito, sobrina del emperador Naruhito y nieta, por tanto, de Akihito de Japón- la que ha tomado el relevo y ha recorrido los 15.000 kilómetros que separan su país de Perú, primer país de América Latina que estableció relaciones diplomáticas con Japón.
Mako de Japón, la princesa de incógnito
Mako de Japón, representante de un imperio
Mako aterrizaba la semana pasada y se dejaba ver, en primer lugar, en el monumento conmemorativo del centenario de la inmigración japonesa, en un colegio y en la Asociación Peruano Japonesa, donde ofreció un discurso. "Para mí es un motivo de gran alegría poder celebrar el 120 aniversario de la inmigración japonesa a Perú, aquí en Lima, participando en esta ceremonia junto a todos ustedes reunidos desde varias regiones", afirmó la princesa, que fue agasajada con varios bailes típicos tanto latinos como nipones. "Dicen que los descendientes japoneses son ya 100.000 en Perú (...). No voy a olvidar que los inmigrantes que llegaron a Perú y sus descendientes echaron sólidas raíces en la sociedad peruana, apoyándose mutuamente y superando innumerables dificultades, trabajando de forma diligente y fiel para establecerse", concluyó.
Un día después, la sobrina de Naruhito, de 28 años, fue recibida por el presidente peruano Martín Vizcarra en el Palacio de Gobierno y, posteriormente, viajó al sureste del país para conocer la ciudadela arqueológica de Machu Picchu, así como otros atractivos históricos en la región andina. Tras su periplo por Perú, Mako de Japón puso rumbo a Bolivia, donde aterrizó a principios de esta semana. Aquí se encontró con el presidente del país, Evo Morales, a cuya recepción acudió la princesa con un kimono. En su discurso, tuvo unas palabras de lo más emotivas para los cerca de 13.000 japoneses 'nikkeis' que residen en la actualidad en Bolivia y que descienden de aquellos inmigrantes. Morales aprovechó para entregar unos cuantos regalos a la nieta de Akihito, como un busto de la heroína indígena Bartolina Sisa y varios libros, mientras que ella le correspondió con un vistoso jarrón japonés.
Durante su visita, Mako de Japón presidió una ofrenda floral en el mausoleo del mariscal Andrés de Santa Cruz. Después, fue recibida por el alcalde de La Paz, Luis Revilla, quien la nombró huésped ilustre y le entregó la llave simbólica de la ciudad en el palacio consistorial. Por su parte, la esposa del regidor, Maricruz Ribera, le entregó un pequeño obsequio y luego las dos asistieron a una demostración de folclore boliviano, a una exposición de bonsáis, origami, papiroflexia e ikebana o arte floral.
Esta visita tiene lugar meses antes de que la princesa pierda su estatus, pues su boda con Kei Komuro, prevista para noviembre de 2018 y pospuesta hasta el año que viene, la obliga a decir adiós tanto a su condición de Alteza Imperial como a las funciones de representación, dado que su prometido no pertenece a la Familia Imperial japonesa. De ahí que este periplo por América sea uno de los últimos viajes oficiales e institucionales que protagoniza la sobrina del actual emperador nipón Naruhito.
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