Nació en una cuna de oro, pasó -como marca la tradición- siete días sin nombre, y fue educada para representar al Imperio del Sol Naciente. Sin embargo, Aiko de Japón no está llamada a suceder en el trono a su padre, Akihito, el heredero mejor preparado del Lejano Oriente. A sus 17 años (los cumplió el pasado mes de diciembre), únicamente se prepara para ser princesa, y eso que su nacimiento provocó una oleada de peticiones para que se revisara la Ley de Sucesión al Trono del Crisantemo y se contemplara la posibilidad de que pudiera ser la primera emperatriz japonesa en más de 230 años.
A lo largo de los casi 1.500 años de historia de imperio, sólo diez mujeres han ocupado el trono. sin embargo, Aiko no será la undécima. El nacimiento de su primo, el príncipe Hisahito, en el año 2006 congeló la reforma de la Ley de Sucesión que planeaba el Gobierno para facilitar el ascenso al trono imperial de Aiko. Se agotaron, por tanto, sus esperanzas de convertirse en emperatriz, tal y como se especuló durante los primeros años de vida de la princesa. Más si cabe, teniendo en cuenta que por delante de ella (y de su primo) se encuentra también su tío Akishino, hermano de Naruhito y padre del propio Hisahito.
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En este sentido, ya en 2012 el Gobierno de Japón quiso revisar las leyes de la Familia Imperial y recomendó realizar unos cambios para favorecer a las mujeres y que estas pudieran mantener sus títulos, estilo de vida y estatus tras su matrimonio con hombres que no pertenezcan a la realeza. Además, de este modo las familias que formaran también pasarían a ser de la Casa Imperial. Sin embargo, esta propuesta tampoco fructificó y, a finales del pasado año, Ayako de Japón tuvo que renunciar a su condición de princesa y de alteza para convertirse en una ciudadana más con tal de poder estar junto al hombre que amaba, Kei Moriya. Eso sí, a cambio de esta renuncia, Ayako recibió 900.000 euros a modo de indemnización. Con todo, el Gobierno ha retrasado más de lo previsto la decisión sobre el futuro de las mujeres en la Familia Imperial, cuyo objetivo es evitar la fuga de princesas cuando dan el 'sí, quiero' a una persona que no pertenece a la realeza.
Ante esta controvertida situación que todavía se vive en Japón, la tímida Aiko prefiere centrarse en otras cuestiones que le resultan más cercanas y a las que dedica gran parte de su tiempo. Entre sus aficiones se encuentran la lectura, la poesía, los animales, las flores, la pintura, la música en todas sus vertientes (la danza, cantar y tocar instrumentos como el violín, el piano y el chelo), y el deporte. El tenis, la natación y patinar sobre hielo son, de hecho, dos de sus pasatiempos favoritos. Pero lo que muy pocos saben es que, además de todos estos hobbies, la princesa disfruta mucho con la astrología. Le apasiona todo lo que tiene que ver con las estrellas.
El verano pasado es formó en el prestigioso colegio Eton, situado muy próximo al Castillo de Windsor y donde también estudiaron el duque de Cambridge y el duque de Sussex. Está considerado la cuna de las élites de Reino Unido y por sus aulas también han pasado varios primeros ministros, el Arzobispo de Canterbury, o escritores como George Orwell. Concretamente, Aiko se matriculó en un curso sobre cultura británica que combina distintas enseñanzas sobre el idioma y el patrimonio del país. Era la primera vez que la princesa vivía fuera de casa y compartía dormitorio con otras alumnas, toda una experiencia que le sirvió, sin duda, para ampliar sus conocimientos y afrontar su enorme timidez.
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