Un espejo, una espada y una joya. O, lo que es lo mismo, Yata no kagami, Kisangani y Magatama. Son los tres objetos que el próximo 1 de mayo se convertirán, con permiso del príncipe heredero Naruhito de Japón, en los grandes protagonistas. Se trata de los tesoros más valiosos de la Casa imperial, tanto es así que son considerados sagrados. Aunque cada uno de ellos representa una virtud primaria del país nipón, lo cierto es que los tres serán igualmente importantes en la ceremonia de entronización del hijo del emperador Akihito.
Primeras medidas de seguridad para la ceremonia de abdicación de Akihito de Japón
El acto en cuestión se llama Kenji to Shokei no Gi y apenas dura diez minutos. Pero se trata de un ritual milenario que cuenta con una arraigada tradición en el seno de la Casa Imperial, por lo que en esta ocasión no será diferente. Eso sí, ni las mujeres ni los varones menores de edad de la familia de Akihito podrán estar presentes durante esta ceremonia. Durante el transcurso de la misma, Naruhito recibirá las tres insignias, conocidas como la Regalia imperial, e inmediatamente quedará designado como el 126º emperador de Japón y dará comienzo la nueva Era.
El primero de estos tesoros es el espejo, que representa la sabiduría. Según la mitología japonesa, fue colgado de un árbol para enseñar y difundir el reflejo de Amaterazu, la diosa del Sol. Otro de los objetos es la espada, que representa el valor, y que fue entregada a esta diosa para conseguir un perdón. Por último, la joya con forma de coma, que simboliza la benevolencia, fue entregado por el dios de la luna Tsukuyomi no kami -hermano de Amaterazu- a la familia imperial como símbolo de aprobación del nuevo emperador. Posteriormente fue incorporado al tesoro imperial.
Todas estas insignias fueron, según reza el mito, a parar a manos del primer emperador, teniendo este la responsabilidad de conservarlas a cualquier precio y siendo el único que podía contemplarlas -algo similar a lo que sucede en la actualidad, ya que prácticamente son unas pocas personas las que tienen acceso a ellas, entre ellas Naruhito y su padre- y eso que la mayoría de ellas son réplicas de las originales-. Con todo, fue precisamente de esta leyenda de la que surgió la denominación de Imperio del Sol Naciente, como se conoce a Japón.