Cuando hace poco más de un mes que se cumplen 40 años de su exilio, Farah Diba, la última emperatriz de Irán, se abre en canal en una entrevista con la revista francesa Point de Vue en la que recuerda cómo vivió su salida forzosa de un país, al que no ha perdido la esperanza de regresar. La emblemática dama iraní, se sincera también, desde su lujoso apartamento parisino, sobre la relación con sus hijos y la faceta más desconocida de su marido, el fallecido Mohamed Reza Pahlavi, al que define como todo un “caballero” y un padre cariñoso.
“Puede que sea mejor que nos vayamos”. Con estas palabras el Rey adelantaba diez días antes lo que se haría realidad el 16 de enero de 1979. La revolución iraní trajo como consecuencia la marcha del Sah y su esposa –sus hijos ya residían en Estados Unidos- una fría mañana, de la que recuerda los dos helicópteros en la puerta del Palacio, las lágrimas de algunos seguidores y los flashes de los fotógrafos. “En ese momento me di cuenta de que dejaba todo, mi familia, mi casa, mi país”, confesaba Farah Diba.
Para la iraní lo más importante era “mantener cierta dignidad durante unos momentos tan dolorosos”. El Rey debía pilotar durante una parte del vuelo que los trasladó en primer lugar a Egipto. Mientras tanto, ella escribía todo lo que veía a modo de terapia. Durante esta primera etapa bajo el amparo del presidente egipcio Anwar al-Sadat y su esposa, fueron recibidos con todos los honores y la emperatriz aún creía que su marcha sería provisional.
No fue hasta su llegada a Marruecos poco después cuando fueron conscientes, tras el regreso a Irán del ayatolá Jomeini, de que el exilio podría durar más de lo que esperaban. “Es en ese momento cuando nos convertimos en verdaderos exiliados vagando de un país a otro”, recordaba Farah Diba, aunque advertía que los momentos más duros aún estaban por llegar. La enfermedad del Rey empeoró coincidiendo con su llegada a Panamá a principios de 1980, donde las autoridades se negaron a operarle ya que por aquel entonces el Gobierno iraní negociaba con Estados Unidos la extradición del matrimonio. “Vivíamos al día y nos preguntábamos continuamente si seríamos libres al día siguiente”, confesaba.
Mohamed Reza Pahlavi falleció unos meses después ya en Egipto, donde les recibieron de nuevo. Su esposa ha querido reivindicar la figura de un hombre que, a su juicio, transmitía una imagen más dura y fría de lo que en realidad era. “Lo recuerdo como un caballero (…) y no os podéis imaginar la manera en la que se comportaba con los niños”, aseguraba Farah Diba desempolvando sus recuerdos. “No era nada autoritario. Jugaba con ellos todo el rato u cuando llegaban del colegio los niños corrían hacia sus despacho o su habitación”, decía.
A sus 80 años, la última emperatriz de Irán no pierde la esperanza de regresar a su tierra y, junto con su hijo mayor, Reza Pahlavi, está en contacto permanente con ciudadanos partidarios de la vuelta de su dinastía. Gracias las nuevas tecnologías, Farah Diba no deja de tomarle el pulso a su país del que espera muchos cambios. Recientemente, vivió uno de esos momentos que le devolvió el optimismo cuando se encontró con un compatriota por las calles de París que tenía una misión muy clara: “su padre le dijo: ‘vete a París, encuentra a Farah y pídele perdón por nosotros’. Y eso hizo”.