Felipe de Grecia y Nina Flohr celebran su amor en el 'Nido del Águila', la fabulosa mansión de los Flohr en Sankt Moritz

El hijo de los reyes de Grecia y la heredera suiza han reunido a sus amigos en la exclusiva estación de esquí para celebrar un fin de semana romántico

por Martín Bianchi

Sankt Moritz es una de las estaciones de esquí más exclusivas del mundo y parte de su fama internacional se debe a las películas clásicas de James Bond. La comuna suiza, a 1.800 metros sobre el nivel del mar, ha sido el escenario de inolvidables escenas de acción del agente 007 en cintas como Al servicio de su majestad y Panorama para matar.

Thomas Flohr, magnate suizo de la aviación, es un gran admirador de las novelas de Ian Fleming y levantó en la ladera de Suvretta, una de las montañas más bellas de Sankt Moritz, una mansión futurista de siete plantas digna de Bond… o de su archienemigo, Dr. No. Flohr la bautizó "Ches’ Aivla", que se puede traducir como "Nido del Águila", y la convirtió en una cámara acorazada donde guarda su fabulosa colección de coches antiguos, con piezas como un Aston Martin DB5 plateado salido de "Goldfinger" o un Porsche 911 de 1976 con el que realizó el peligroso Rally Safari de Kenia.

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Este fin de semana, la hija de Thomas Flohr, Nina, y su novio, el príncipe Philippos de Grecia, hijo de los reyes Constantino y Ana María, celebraron una gran fiesta de San Valentín en el garaje-museo de "Ches`Aivla". A la cita asistieron numerosos jóvenes de la jet set internacional, como Margherita Missoni, Scilla Ruffo di Calabria o Matilde Borromeo, hermana de Beatrice, que acudió sin su marido, el príncipe Antonius von Fürstenberg.

Nina y Philippos llenaron la galería de coches de globos con forma de corazón y oficiaron de anfitriones de un fin de semana romántico, con los Alpes suizos de fondo. Sus invitados no pudieron ocultar su asombro al descubrir los secretos de "Ches’ Aivla", una fortaleza que incluye una sala de cine, un spa, una sala de billar, una pista de bowling y una pizzería.

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El príncipe griego, de 32 años, y la heredera suiza, de 31, tienen muchos amigos en común y llevan años coincidiendo en numerosas fiestas y eventos sociales en Londres y Nueva York. Sin embargo, el amor no surgió hasta hace unos años. Ahora, parece que la relación avanza a la velocidad de unos de esos jets privados que han convertido a la familia Flohr en una de las más poderosas del negocio de la aviación.

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La unión de dos realezas

La relación de Philippos y Nina escenifica la unión de dos realezas: la de sangre, y la económica. El príncipe es el hijo menor de los reyes Constantino y Ana María de Grecia y, por lo tanto, es primo carnal de nuestro rey y está emparentado por sangre con las familias reales de Reino Unido y Dinamarca, por mencionar algunas. Nació el 26 de abril de 1986 en Londres y su bautizo fue considerado el acontecimiento social del año en la capital británica, ya que sus padrinos fueron el duque de Edimburgo, el rey don Juan Carlos, la princesa Diana de Gales, y la infanta doña Elena.

Por su parte, Nina nació en Suiza, se educó entre Reino Unido y Estados Unidos y ahora viaja por todo el mundo como directora creativa de VistaJet, la innovadora compañía de jets privados que fundó su padre, Thomas Flohr, en 2004. La heredera divide su tiempo entre el barrio londinense de Notting Hill, donde tiene su casa principal; California, donde trabaja y practica surf; y la isla de Benguerra, cerca de la costa de Mozambique, donde está desarrollando Kisawa, un hotel de lujo y un innovador centro de conservación medioambiental