La visita oficial a Francia de Naruhito de Japón no está siendo una de tantas. Solamente los nueve días de estancia ya evidencian la importancia que el Príncipe ha dado a su primera misión en el país galo para conmemorar el 160º aniversario de las relaciones diplomáticas bilaterales. Un viaje que se percibe especial como ninguno otro, porque con toda probabilidad será además el último del príncipe Naruhito como Heredero al Trono del Crisantemo, ya que la próxima primavera sucederá al emperador Akihito tras su abdicación, fijada para el 30 de abril. Pues bien, ayer culminaba la primera parte de su tour de Francia, los cinco primeros días, con un brindis en alto con los Macron en el Palacio de Versalles.
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El príncipe Naruhito, que ya había encadenado varias citas en suelo francés durante las últimas jornadas: un encuentro con escolares en Lyon; una visita al Musee des Tissus, un museo con una colección de 2,5 millones de piezas que abarca 4.500 años de producción textil; una excursión privada a una bodega en la región de Borgoña…, llegó finalmente a París, que suele ser el punto de arranque de las visitas oficiales ordinarias a Francia de los dignatarios extranjeros invitados. El programa oficial del Príncipe en la capital francesa incluía su asistencia a algunos de los eventos de la extensa temporada cultural Japonismes 2018; su presencia en una representación de Kabuki, el teatro tradicional japonés, y su participación en una ceremonia de alumbrado de la Torre Eiffel.
Un total de un centenar de invitados, apenas una pequeña representación de la excelencia japonesa y francesa del ámbito institucional, de las finanzas y de la cultura, compartieron con los anfitriones, el presidente Emmanuel Macron y la primera dama Brigitte Macron, y con su invitado de honor, el futuro Emperador, una cena de gala en el vestíbulo de la capilla real versallesca, justo a continuación de una entrevista de trabajo entre príncipe y mandatario. Francia había cursado una invitación conjunta al príncipe Naruhito y a su mujer, la princesa Masako, que la Agencia de la Casa Imperial declinó en consideración a su estado de salud, más de una década de tristeza y de retiro de la vida oficial.
Esta gala en la simbólica meca del poder real de otro tiempo -los japoneses tienen particular interés en el personaje de María Antonieta, popularizado sobre todo por el famoso manga La Rosa de Versalles, publicado en Japón en 1972-, corona el sexto día del príncipe Naruhito en Francia. Aún queda por delante visita, la primera oficial a un país que el príncipe Naruhito visitó en sus tiempos de estudiante en la Universidad de Oxford en Gran Bretaña en la década de los ochenta y la última como Heredero a pocos meses de la renuncia al trono por motivos de salud de los emperadores Akihito y Michiko, que estuvieron en Francia en visita de Estado en 1994. Ya casi otra era.