Kyril de Bulgaria ha puesto el broche de oro a otro gran verano. Como ya es tradición, el hijo de Simeón de Bulgaria ha disfrutado de sus vacaciones en Mallorca, un destino que repite cada año. El príncipe de Presláv elige este lugar porque es, quizá, el que más se ajusta a sus necesidades de descanso y diversión estival. No en vano allí puede practicar deportes acuáticos, como el surf, una de sus grandes pasiones, además de relajarse junto a sus hijos, Mafalda, Olimpia y Tassilo de Sajonia-Coburgo-Gotha y Nadal. Precisamente con la mayor, Mafalda, se ha dejado ver estos días disfrutando del sol y del mar.
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Tal y como informa el diario mallorquín Última hora, Kyril de Bulgaria aterrizó en la isla acompañado de su hija y una amiga. Cabe recordar que la residencia estival de la familia ha estado ubicada durante muchos años en la localidad mallorquina de Porreres. Allí fue donde el Príncipe enseñó a sus hijos a surfear y también allí fue donde pasó una de sus épocas felices antes de separarse, en 2009, de la española Rosario Nadal. No en vano, la catedral de Palma fue el escenario de su 'sí, quiero' en el mes de septiembre de 1989.
Casi a diario, Kyril de Bulgaria ha disfrutado durante sus vacaciones de las mieles del mar y de la diversión que le proporcionaba el paddle surf, un deporte al que, como su padre, también se ha aficionado Mafalda. La cantante, compositora y pianista se dejó ver durante esos días con un sencillo y elegante bikini color negro mientras practicaba esta disciplina acuática. La joven ultima en estos momentos su primer disco, que sacará al mercado el próximo mes de octubre, y este verano ha querido tomarse un descanso antes de su gran lanzamiento, con el que pretende conquistar el mercado como ya lo hizo con su primer single y sus conciertos tanto en España como en otros países.
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Además de practicar deportes acuáticos y de compartir risas y confidencias, el hijo de Simeón de Bulgaria también tuvo tiempo para poner en práctica otra de sus aficiones: la fotografía. No es de extrañar, por tanto, que la familia escogiera una zona en la que la vegetación, las rocas y los pedregales son abundantes, en lugar de hacerlo en una playa al uso con poco oleaje y paisajes menos llamativos. Fue allí donde Mafalda y sus acompañantes disfrutaron del mar y del paddle surf mientras su padre hacía lo propio, además, con su inseparable cámara de fotos.