María Teresa de Luxemburgo y Máxima de Holanda, un mismo latir

por hola.com

A Luxemburgo y Holanda les une mucho: proximidad, historia, amistad, negocios… y, desde hace cinco años, también el corazón latino de sus monarquías. La gran duquesa María Teresa y la reina Máxima volvieron a demostrar en su último encuentro que sus reinos comparten un mismo latir. Ambas damas dieron brillo y encanto al apretado programa durante el primero de los tres días de visita oficial de los Reyes de Holanda en el pequeño gran ducado. Los Grandes Duques de Luxemburgo confiaron a sus herederos, los príncipes Guillermo y Stephanie, el cariñoso recibimiento a pie de escalerilla en el aeropuerto de Findel, de la capital luxemburguesa. Ya desde ese primer instante de saludos afectuosos y de glamour real (con todos los atributos: la pamela, el tornasolado, el color), se apreciaba la afinidad. 

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Los cuatro se dirigieron al Palacio Gran Ducal, donde les esperaban los grandes duques Enrique y María Teresa, para obsequiar a sus invitados de honor con la tradicional bienvenida protocolaria que incluía un homenaje delante del Monumento de la Solidaridad Nacional. Una ceremonia en la que María Teresa de Luxemburgo y Máxima de Holanda volvían a tenerse cara a cara, sonrisa a sonrisa, latido a latido. No en vano, se trata del segundo viaje oficial de los Reyes holandeses al Gran Ducado. Hace exactamente cinco años el rey Guillermo Alejandro lo distinguió como primer destino al extranjero tras haber sido investido escasas semanas antes.

Las segundas veces no siempre son (solo) buenas, porque en ocasiones son (aún) mejores. La Gran Duquesa luxemburguesa vistió como una de las grandes reinas de la elegancia la primera cita de la visita, emulando a Jackie Kennedy, con un abrigo rosa palo de raso, sombrero pillbox a juego y gafas de sol negras con forma de ojos de gato. La Reina holandesa no se quedó a la zaga y optó por un atuendo en clave de sol o, lo que es lo mismo, un vestido de seda amarillento con complementos de la misma gama. Ya se sabe que no hay tonalidad en la paleta Pantone con la que la reina Máxima no se atreva por muy fuerte, por muy clara, por muy rara, por muy corriente, por mucho o por poco combinable que sea. El adorno del traje, los guantes de redecilla, la pamela XL y el bolso y los zapatos de ante hacían inequivocamente suyo el conjunto. Aunque el calzado, que tal vez fuera de estreno, se le rebeló y le complicó de hecho algunos compromisos del día por las consabidas rozaduras.

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Y es que, si acaso se trataba de una primera puesta, le dio el uso de tres o cuatro. Los Reyes de Holanda se entrevistaron con el Primer Ministro, Xavier Bettel; el Presidente del Parlamento, Mars Di Battolomeo, y el Ministro de Asuntos Exteriores, Jean Asselborn, y luego anfitriones e invitados visitaron el Ayuntamiento de la capital, donde fueron recibidos por la alcaldesa Lydie Polfer, que los acompañó en un paseo por el centro histórico de la ciudad, considerado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Las damas aguantaron con la misma ropa y los mismos tacones hasta la cena de gala.

Cuando se cambiaron para el banquete en el Gran Palacio Ducal, no se salieron de la nota. La reina Máxima iluminó la noche nuevamente de amarillo, con un vestido asimétrico ceñido a la cintura de Jan Taminiau, y con el resplandor de los brillantes de la tiara Stuart, que llevaba sin salir del joyero real desde 1972, cuando la lució la recordada reina Juliana. La gran duquesa María Teresa y su nuera recurrieron a la gran firma Elie Saab para brillar. Los soberanos, de frac, lucieron distinciones y realzaron virtudes. El rey Guillermo Alejandro alabó durante la cena de gala la fortaleza económica e industrial de Luxemburgo. Recordó la estrecha relación de los Países Bajos con Luxemburgo, “uno de nuestros mayores aliados”.

“Luxemburgo ha sabido encontrar el equilibrio entre la identidad nacional y la apertura hacia el exterior”, dijo el Rey holandés que concluyó su discurso definiendo Luxemburgo como “un país fascinante”. Por su parte, el gran duque Enrique recordó la extensa historia común de los dos países y subrayó la importancia de progresar juntos en temas como la sostenibilidad, la tolerancia y la cooperación internacional: “Demos un impulso a nuestra larga amistad”, concluyó el soberano luxemburgués.

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Hoy los Reyes de Holanda visitarán la zona industrial de Belval, lugar en el que se asientan los grandes hornos siderúrgicos del país, uno de los pilares económicos. Más tarde se trasladarán a la Universidad de Luxemburgo, donde está previsto que se reúnan con un nutrido grupo de profesores y estudiantes. Al mediodía, inaugurarán en el Castillo de Vianden una exposición que repasa la historia común de los Países Bajos y Luxemburgo. Por la noche los Reyes holandeses serán los anfitriones de un concierto para corresponder a la hospitalidad de Luxemburgo. La velada musical se llevará a cabo en el auditorio De Philarmonie y contará con la presencia de la violinista holandesa Simone Lansma.

La tercera y última jornada del viaje estará dedicada a la visita a empresas punteras luxemburguesas. Posteriormente los reyes Guillermo y Máxima se reunirán con la comunidad holandesa residente en Luxemburgo y al mediodía pondrán punto y final a la visita con una breve ceremonia de despedida en el Palacio Gran Ducal.