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El pasado 25 de octubre Miguel I de Rumania cumplió los 96 años con un delicado estado de salud, que -según ha publicado la Casa Real- ha empeorado en los últimos días. Mientras que en su entorno familiar crece la preocupación por el que fuera rey de los rumanos hasta 1947, las tensiones han aumentado por el intento de su nieto Nicholas Medforth-Mills, apartado de la línea sucesoria, de irrumpir en la residencia de su abuelo a la fuerza.
Según informó la propia Familia Real a través de su web, en la noche del 7 de noviembre, el nieto del Rey intentó entrar a la fuerza en la residencia del Monarca, que vive en Suiza desde el exilio. “El Sr. Medforth-Mills forzó la puerta de la casa y mantuvo un forcejeo violento con seis personas, tres de ellos empleados de la Casa Real. El Sr. Medforth-Mills agredió física y verbalmente a tres personas, uno de ellos tiene varias heridas en el cuerpo”, explica el comunicado oficial, en el que también se aclara que la Casa Real ha interpuesto una denuncia por el incidente ante la Policia Suiza y recuerda que el Rey ha dejado claro en repetidas ocasiones que no quiere ver a Nicholas, algo que se le ha trasladado.
El rey Miguel de Rumanía excluye a su nieto Nicholas de la sucesión al trono
Dos días después del incidente y después de que el abogado de Nicholas declarara –según recoge EFE- en la televisión de Rumania que su cliente no agredió a nadie aunque “perdió un poco la compostura” y que “si hubiese habido violencia habría sido detenido”, su madre la princesa Elena emite un nuevo comunicado, esta vez firmado por ella.
“Estoy decepcionada y preocupada por el acto de mi hijo Nicholas. Con su comportamiento ese día, Nicholas ignoró la intimidad, el sufrimiento y la dignidad de mi padre, el rey Miguel”, afirma la Princesa en una carta en la que se desvelan algunos de los motivos del conflicto. “Incluso el Rey, al recibir la noticia del matrimonio de mi hijo, le dijo a Nicholas en una carta privada del 4 de agosto de 2017 que estaba profundamente entristecido porque no había hecho nada para aclarar la paternidad de su supuesto hijo, una niña de casi dos años. Esto muestra una inaceptable falta de responsabilidad”.
Con estas palabras, la princesa Elena –que dice estar devastada como madre por el “desprecio” mostrado por su hijo a “Rumania, su pueblo y los principios de la Casa Real- confirmaba lo que se venía rumoreando en Rumania desde el verano de 2015, cuando el Rey decidió quitarle el título de Príncipe, la calificación de Alteza Real y eliminarlo de la línea de sucesión, que la exclusión podría deberse al nacimiento de una hija ilegítima producto de una relación con la activista Nicoleta Cirjan.
Mientras, Nicholas Medforth-Mills da su versión a través de su cuenta de Facebook, en la que está publicando prácticamente cada hora imágenes de tristeza y fotografías suyas con su abuelo. “Me entristece profundamente y no entiendo la agresividad de la Casa Real de hacer todo lo posible para impedirme ver a mi abuelo y desacreditar mi imagen. No voy a entrar en este juego sucio”, escribe Nicholas en un momento en el que reclama despedirse de su abuelo, al que está previsto que suceda su hija mayor, la princesa Margarita.
El rey Miguel –el único que queda vivo de los jefes de Estado que vivieron la Segunda Guerra Mundial- tuvo cinco hijas, las princesas Margarita, Elena, Irene, Sofía y María, con la princesa Ana de Borbón-Parma, fallecida en agosto de 2016. En ese sentido, el Rey solicitó al Parlamento rumano que de restaurar la monarquía, no se restableciera la Ley Sálica, permitiendo que una mujer ocupara al trono. Además el monarca aprobó un nuevo estatuto en la Casa Real por el que ningún descendiente ilegítimo o de línea colateral puede reclamar derechos o privilegios dinásticos, títulos o rango, estando todos excluidos de la Casa Real y de la línea de sucesión al trono.
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