No sólo son reinas y princesas, sino que también lo parecen. Siempre. Letizia y Sofía de España; Isabel II y la Duquesa de Cambridge; Máxima de Holanda; Margarita, Mary y Marie de Dinamarca; Silvia, Victoria, Magdalena y ahora también Sofia de Suecia… Todas dominan el arte de la representación regia manteniendo la calma bajo presión y se proclaman superreinas y superprincesas en cada aparición, aunque no tengan superpoderes, sino supertrucos secretos.
VER GALERÍA
“Cambio de zapatos”
Las damas reales tienen también un código real: palabras o expresiones en clave. Y es que en las Cortes Reales se planea meticulosamente todo absolutamente todo, incluso lo impensable. Nada se deja al azar y, en el caso de la monarquía sueca, ni siquiera el momento para ir al baño, que también está previsto en el programa oficial. A pesar de que no muchos lo descubrirían bajo su nombre encubierto. Cuando la reina Silvia y las princesas Victoria, Magdalena y Sofia tienen su turno para ir al aseo figura siempre como “cambio de zapatos”.
¿Qué lleva en el bolso?
El bolso de Isabel II guarda lo fundamental: un pañuelo, una barra de labios, un pequeño espejo y una copia del programa del día, pero una de sus damas de honor lleva lo que se conoce como la Bolsa Marrón con todo lo necesario en caso de emergencia: pares de medias de repuesto, guantes, toallitas, desinfectante de manos, edulcorantes y un pañuelo húmedo con aroma a lavanda en caso de calor extremo. Reina precavida vale por una súper.
VER GALERÍA
Kit real
Pero incluso con una planificación meticulosa, de vez en cuando las cosas no marchan como deben. A nuestras damas reales no les faltan recursos para resolver cualquier potencial dificultad. En caso de contratiempo, como una mancha, un roto o una prenda idéntica a la de una autoridad o invitada, los asistentes personales se aseguran de tener a mano un duplicado idéntico o muy similar que remedie el percance.
Enaguas o dobladillos de plomo
Que hace un viento huracanado, la reina Isabel II ni se despeina gracias a una exclusiva loción. Tampoco se le levanta la falda por encima de la rodilla a la salida de un coche: porque todos sus vestidos y trajes tienen enaguas que no lo permiten. Otras damas reales evitan el efecto Marilyn (faldas de altos vuelos) tras una ráfaga de viento porque introducen un peso de plomo en sus dobladillos.
VER GALERÍA
La Reina y el guisante
Los largos banquetes de gala pueden llegar a ser un verdadero reto. La reina Silvia tiene su truco para no notar ni un guisante cuando permanece sentada horas y horas: un cojín de seda azul cielo que encaja perfectamente con la tapicería de las sillas doradas. Y otro más práctico en piel marrón.
El brillo de una reina: trucos para evitar desastres de gala
Las joyas reales son tan impresionantes como peligrosas. Hay piezas, tan exageradamente enormes, tan sumamente pesadas, que podrían acarrear un desastre en plena gala. Pero también el brillo de una reina tiene sus trucos para no apagarse en el intento. Ante el desafío de unos inmensos pendientes colgantes, que podrían desgarrar el lóbulo de cualquiera en una única puesta (ni que decir tiene con el abuso de este tipo de joyas), las princesas Victoria y Magdalena salen indemnes gracias a un ganchito de oro que sirve de refuerzo adicional. Y ¡problema resuelto!
VER GALERÍA
Lucir en todo su esplendor una corona de sus varios kilos, con un vestido largo hasta los pies y unos altos tacones de no menos de ocho centímetros, tiene por supuesto mayor complicación. Pero también tiene solución: un colchón del propio pelo, horquillas y corchetes.
Una joya real tiene larga vida y mil y una posibilidades, aunque no se advierta a primera vista. Como en un juego de construcciones, las piezas se montan y desmontan, según la ocasión, y una tiara se reconvierte en los más bonitos broches, pulseras, pendientes y collares. Para luego volver a la posición de partida. A reinar.
VER GALERÍA