El emperador Akihito de Japón, de 82 años, abdicará del Trono de Crisantemo, según informaron hoy fuentes del Ejecutivo nipón a la agencia local Kyodo. Pero no se ha concretado cuándo. El Emperador expresó su deseo de renunciar en algún momento (que puede ser en los próximos años) debido a sus problemas de salud (en 2003 fue intervenido de un cáncer de próstata y en 2012 fue sometido a una intervención quirúrgica de baipás coronario en el Hospital de la Universidad de Tokio), y reveló que ya lo ha comunicado a los suyos y que tanto el Príncipe Heredero como los otros miembros de la Familia Imperial han aceptado sus deseos.
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Fue investido como Príncipe heredero en el Palacio Imperial el 10 de noviembre de 1952 y medio años después, en junio de 1953, asistió en representación de Japón a su primer gran acontecimiento con la realeza mundial en la coronación de Isabel II, soberana del Reino Unido. Ha reinado durante 27 gloriosos años (el 7 de enero cumplirá los 28) hasta el día de hoy desde que heredara la corona de su padre, el emperador Hirohito, en 1989. Cuando le llegue el momento del relevo, será sucedido a su vez por su hijo mayor, el príncipe Naruhito. Pasará a la Historia como el 125º Emperador de Japón, el primero estrictamente simbólico, ciñéndose al papel prescrito por la constitución impuesta por Estados Unidos, y el primero en casarse con una plebeya, pero sobre todo por su contribución a la modernización de la monarquía japonesa y al acercamiento de la Familia Imperial al pueblo japonés.
Su reinado comenzó cuando la nación estaba en el cenit de su poder económico y sólo un año antes de su “burbuja económica”, que marcó el comienzo de décadas de estancamiento económico. En las visitas a través de Asia y más allá, el emperador Akihito se refirió en varias ocasiones a la cuestión de la agresión que las tropas japonesas de ocupación llevaron a cabo en nombre de su padre. En 1990, se disculpó por la colonización de Corea por Japón desde 1910 hasta 1945. Dos años más tarde, durante la primera visita de un monarca japonés en China, reconoció que Japón había “causado un gran sufrimiento” en su vecino en la primera mitad del siglo XX.
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“En Japón, el Emperador como símbolo del Estado es muy importante y, desde un punto de vista económico, es fundamente para la cohesión social”. El emperador Kōkaku, que renunció al trono en 1817, fue el último en abdicar. No hay ninguna disposición en la Ley de la Casa Imperial para tal movimiento, y expertos en la materia apuntan a que es probable que se requiera un cambio legal.