El otoño de 2011 en el reino de Bután, en la cordillera del Himalaya, miles de personas salieron a las calles de Punakha para no perderse los esponsales de su Rey, Jigme Khesar Wangchuk, con la plebeya Jetsun Pema. Este otoño de 2015 a los butaneses se le acumulan los motivos de celebración. Y es que, al reciente aniversario de boda de la pareja, al 60º cumpleaños del cuarto soberano dragón de la dinastía del mismo nombre y a los festejos populares que con tal motivo honran su figura, se suma la mejor de las noticias que cabía esperar: el actual soberano, quinto Rey dragón y el monarca más joven del mundo, ha anunciado la buena nueva del embarazo de su esposa y ha informado de que el nacimiento del bebé que esperan está previsto para el primer trimestre de 2016.
Se trata de una gran alegría para el país asiático, donde la cigüeña ha hecho parada después de su visita a la Corte Real sueca, a los príncipes herederos Victoria y Daniel y a los príncipes recién casados Carlos Felipe y Sofia. Bután verá cumplido el sueño de que su Rey, quien a sus 35 años es considerado como el más joven del mundo, amplíe la familia con la persona que le robó el corazón a él… y a su pueblo: una joven diez años menor (ahora 25), de belleza cautivadora, con grandes cualidades humanas -cálida, de buen corazón y carácter-, y que desde su boda real ha sido por encima de todo una gran servidora de la nación. De hecho, en este tiempo, la pareja ha recorrido palmo a palmo su reino y se ha estrechado en un abrazo con sus gentes. Los próximos abrazos serán de entusiastas felicitaciones.
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La dinastía Wangchuck goza de un gran prestigio en Bután y es célebre por haber ideado el concepto de Felicidad Nacional Bruta, que descansa en pilares como la conservación de las costumbres locales, el cuidado por el medio ambiente, cuya causa ha abrazado la Reina; el buen gobierno y el crecimiento económico. El montañoso y asilado reino situado en el sur de Asia ha apostado en los últimos años por un tímido aperturismo, pero sigue firme en su voluntad de evitar el turismo masivo y en preservar una identidad moldeada, frente a otras minorías, en torno a las tradiciones de la etnia drukpa (dragón), de origen tibetano y que profesa el budismo mahayánico.