A Arantxa del Sol le encantaba jugar con las pinturas de su madre. Quién le iba a decir que años después, montaría su propio negocio de cosméticos y explotaría así una nueva faceta en una carrera marcada por el eclecticismo en sus apuestas.
Fue azafata de televisión en los inicios del Precio Justo; se apuntó a las posibilidades que se descubren tras los concursos de belleza; caminó por la pasarela con la mirada (ojos almendrados, rostro andaluz) segura; no temió a las candilejas y se embarcó en las sorpresas de la interpretación con Pato a la naranja. Y así hasta alcanzar una fama que vive entre orgullosa y tímida. Sobre todo cuando se trata de su relación con Finito de Córdoba. Entonces, a ella le gustaría encontrar un lugar perdido (sin cámaras ni comentarios maliciosos que le arañan por dentro) y vivir con calma una relación que le hace muy, muy feliz.