Las vacaciones con un bebé son muy diferentes porque hay que atender a sus necesidades y ritmos, por encima de todo. Esto no implica condicionantes absolutos, pero sí una adaptación en muchos órdenes.
El Dr. Ignacio Manrique Martínez, coordinador del Comité de Soporte Vital de la Asociación Española de Pediatría (AEP), nos cuenta algunos aspectos importantes a tener en cuenta.
1. ¿Desde qué edad se puede viajar con un bebé en avión?
“En principio pueden viajar a cualquier edad, aunque no sería recomendable hacerlo las primeras semanas de vida, puesto que expondremos al bebé al riesgo infeccioso que conlleva estar en un espacio cerrado con muchas personas como ocurre en un avión y la estancia en el aeropuerto, un lugar especialmente concurrido”, advierte el experto. En estas primeras semanas, además, no ha recibido todas las vacunas, por lo que está más desprotegido.
Conviene consultar con cada aerolínea en concreto su política en este sentido y asegurarse de llevar todo lo imprescindible a bordo. Por otro lado, el pediatra señala que “es muy recomendable que los bebés estén realizando movimientos de succión en el despegue y el aterrizaje, porque así evitaremos molestias en los oídos por el cambio de presión”.
2. ¿Cómo debe ir el bebé en el coche en viajes largos?
Los bebés deben ir a contramarcha en su sistema de retención infantil cuando viajen en automóvil, como mínimo hasta los 15 meses, aunque la recomendación es que este tiempo se prolongue lo máximo posible. Es la forma de evitar daños más graves en caso de accidente.
Hay bebés que se quedan dormidos nada más subirse al coche, pero para otros viajar no es agradable y lloran y se muestran molestos. A pesar de ello, nunca deben ir en el regazo de un adulto ni pueden estar en marcha fuera de la silla. Conviene parar cada dos horas o 200 kilómetros, cambiarlo de posición y de pañal si hace falta y sacarlo del auto.
Además, muy importante para evitar trágicas consecuencias: jamás se debe dejar a un niño solo dentro del auto.
3. El ritmo de las vacaciones cambia y es más pausado
Antes de tener al bebé, posiblemente los planes se multiplicaban, pero con la llegada del pequeño cambian muchas cosas. Esto no significa que los padres dejen de hacer todo lo que les gusta, pero sí que tienen que priorizar al niño en muchas cosas. Hay una serie de renuncias, pero muchas otras ganancias y una forma de redescubrir el mundo que compensa ese cambio de vida.
Pero hay que ser conscientes de que será así para no tener expectativas que se ajustan poco a la realidad y que pueden llevar a la frustración.
4. ¿Qué precauciones especiales hay que tener en la playa?
Una norma básica, como indica el Dr. Enrique Manrique, es que “los bebés de menos de seis meses no deben exponerse al sol”. Después, hay que elegir las horas de menos intensidad solar, descartando las horas centrales del día y acudiendo a la playa a primera hora del día o a última de la tarde.
Desde los seis meses se les puede aplicar crema solar, que ha de ser con protectores físicos o minerales (no químicos), “que actúan de forma inmediata reflejando los rayos del sol”. Aun así, el experto hace hincapié en “la importancia de permanecer a la sombra, protegerlos con gorros, sombrilla, evitar las horas centrales del día y reaplicar el fotoprotector con frecuencia, incluso bajo la ropa”.
Hay prendas de ropa específicas para el agua con protección solar que llevan las siglas UPF (factor de protección ultravioleta). También son muy aconsejables, pues otorgan una “protección extra”.
5. ¿Qué hacer si el bebé se quema con el sol?
La piel del bebé es muy delicada, por lo que hay que seguir a rajatabla los consejos anteriores de exposición al sol. No obstante, si se quemara habría que actuar dependiendo del grado de la quemadura.
“Si nos referimos a un eritema solar o quemadura de primer grado, se recomienda hidratar la piel con cremas emolientes y efecto calmante, además de evitar la exposición solar hasta la curación”, aclara el representante de la Asociación Española de Pediatría.
6. ¿Cómo saber si ha sufrido un golpe de calor?
Los bebés no regulan de forma eficiente la temperatura, por eso son más sensibles a ella. El golpe de calor se produce cuando la temperatura corporal se eleva en exceso.
¿Cómo advertirlo? “Cuando un bebé sufre un golpe de calor notaremos que su piel está seca y caliente, la boca está también seca y puede presentar además fiebre, náuseas o vómitos, dolor de cabeza, mareos, irritabilidad y taquicardia. Es una condición potencialmente grave, pudiendo desencadenar desmayos o pérdida de conocimiento e incluso la muerte en los casos más extremos”, alerta el pediatra.
7. La importancia de mantenerlos bien hidratados
Son los padres los que tienen que estar pendientes de hidratar al bebé con frecuencia en los meses más calurosos. Los niños de pecho no necesitan beber agua, sino hacer tomas más frecuentes, y en los de biberón habrá que vigilar que la ingesta hídrica sea la adecuada.
Tal como detalla el Dr. Enrique Manrique, estos son los signos de la deshidratación en bebés:
- Ausencia o escasez de lágrimas al llorar.
- Ojos hundidos.
- Menos frecuencia al orinar o mojar menos los pañales que habitualmente.
- En caso de una deshidratación más grave podríamos encontrar que la fontanela (parte blanda de cabeza de un bebé) está hundida.
8. ¡Peligro!: no poner trapos cubriendo el carrito
En los últimos años se ha puesto de moda cubrir el carrito del bebé en verano con trapos o muselinas para que al niño no le dé el sol. Es un error que puede tener graves consecuencias.
Así lo explica el especialista: “El riesgo de tapar con un trapo el carrito del niño viene dado por el aumento de temperatura que condiciona. Se sabe que se puede producir un aumento de hasta 15ºC en 30 minutos y los lactantes son muy sensibles al calor y tienen mayor dificultad para regular la temperatura corporal”.
Así, añade: “Al cubrir el carrito de paseo lo que hacemos es: por un lado aumentar la temperatura del interior con el riesgo de que el lactante sufra deshidratación o un golpe de calor, y en segundo lugar, dificultar la circulación del aire por lo que este se recalienta y el oxígeno disminuye”.
Es una práctica, pues, totalmente desaconsejada. Cómo sí que es importante evitar que le dé directamente la luz del sol, hay sombrillas especiales y toldos para el carrito que se deben usar.
9. Ojo con los viajes internacionales
Cuando se tiene un bebé hay que reconsiderar los viajes al extranjero: “Pueden conllevar riesgo de contagio de infecciones, ya sean a través de picaduras de mosquitos, como a través de la ingesta de agua o alimentos contaminados”, destaca el coordinador del Comité de Soporte Vital de la Asociación Española de Pediatría.
Además, está el hecho de que algunas vacunas necesarias para viajar no se pueden poner hasta algunos meses después, como la vacuna contra la hepatitis A, que no se puede administrar antes de los seis meses; la de la fiebre tifoidea, que no puede inocularse antes de los dos años; la fiebre amarilla, a partir de los nueve meses, o el sarampión, desde los 11 meses.
“Aunque podemos realizar otras acciones preventivas (mosquiteras, repelentes de insectos, beber agua embotellada) es esa edad mínima para administrar ciertas vacunas y el riesgo que quieran asumir los padres los que marcarán la decisión de realizar o no el viaje”, insiste el experto.
En todo caso, es fundamental consultar con el pediatra para recibir recomendaciones personalizadas, además de verificar los consejos actualizados de organismos oficiales como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) o el apartado de Sanidad Exterior del Ministerio de Sanidad.
10. Lugares no recomendados para viajar con bebés
Algunos destinos turísticos no son adecuados para viajar con bebés o niños pequeños. Los motivos son la prevalencia de enfermedades infecciosas a las que estos menores son más vulnerables, así como la calidad de la atención médica, que puede ser muy variable, entre otros factores.
Estos son las zonas que señala el experto como no recomendadas para bebés o niños pequeños:
- África Subsahariana: Esta región tiene altas tasas de malaria, fiebre amarilla, dengue y otras enfermedades tropicales. Además, la infraestructura médica puede ser limitada en muchas áreas.
- Sudeste Asiático: Países como Tailandia, Vietnam, Camboya, Laos y Myanmar tienen riesgos de dengue, malaria y otras infecciones tropicales. También hay problemas con la calidad del agua y la higiene en algunas áreas.
- India y Pakistán: Estos países presentan riesgos de enfermedades como el dengue, la malaria, la fiebre tifoidea, y la hepatitis A y E. Las condiciones de higiene y saneamiento pueden ser un desafío, especialmente fuera de las principales ciudades.
- América Central y del Sur: Países como Brasil, Perú, Colombia y otros en esta región tienen brotes de enfermedades como el dengue, el zika, la fiebre amarilla y la malaria. La calidad de la atención médica puede variar ampliamente.
- Oriente Medio: Algunas zonas de Oriente Medio pueden tener riesgo debido a la calidad de la atención médica y la prevalencia de enfermedades como la hepatitis A y la fiebre tifoidea. Además, la inestabilidad política en algunas áreas puede ser un factor adicional de riesgo.
- Áreas rurales y selváticas de cualquier región: Independientemente del país, las zonas rurales o selváticas pueden tener un mayor riesgo de enfermedades transmitidas por insectos (como la malaria y el dengue) y menor acceso a servicios de salud.