9 problemas frecuentes a los que se enfrentan los adolescentes

La adolescencia es muy difícil no solo para sus protagonistas, los adolescentes, sino para las familias. “La adolescencia es complicada porque es la etapa donde se crea la identidad que tendremos en la edad adulta y, para crear dicha identidad, es necesario separarse tanto física como emocionalmente de sus progenitores”, explica la experta. Esta separación, muchas veces no entendida, es clave para que el adolescente pueda forjar sus valores y su forma propia de estar en el mundo.

Una manera muy efectiva de ayudarlos es formándose para abordar esta etapa: “Los adolescentes se sienten vulnerables, perdidos y necesitan ser entendidos, aunque ni ellos mismos se entiendan. Por ello es necesario que las familias se formen y entiendan bien esta etapa para acompañarlos de manera efectiva, pero sin que ellos se sientan agobiados o incómodos con demandas que no pueden a veces cumplir”, añade.

Una de las causas que explican por qué los adolescentes tienen tantas dificultades para controlar sus emociones es porque están sufriendo un proceso denominado ‘poda neuronal’, caracterizado por “la eliminación de diferentes conexiones, para optimizar la red”.

Durante ese proceso, en el que se crean nuevas conexiones, les cuesta mucho regularse, y por eso tienen cambios rápidos de emociones que les hacen pasar, por ejemplo, de la alegría al llanto en un instante. “Debemos entender que es algo cerebral que no pueden evitar”, aclara la psicóloga. En este sentido, “las familias pueden escuchar y no juzgarle por ello, intentar estar si te pide ayuda y, si no, entender que en ese momento no necesita o quiere sentirnos cerca”.

Poco a poco, el adolescente aprenderá a gestionar todas esas emociones tan cambiantes que le abruman, pero necesitará que su cerebro evolucione.

Para los adolescentes, lo que cuenta es el presente. El futuro es algo por lo que se preocupan sus padres, por eso les cuesta conectar con esa parte que llegará y tomar decisiones que van a impactar en un tiempo que está lejano.

“El sistema educativo en ocasiones no ayuda, ya que tienen que decidir a una edad muy temprana qué quieren hacer en el futuro, cuando todavía no saben ni quiénes son”, advierte Merche Cimas. No obstante, su mensaje es esperanzador: “No hay que preocuparse, porque en algún momento verán más claro todo”. Una buena manera de ayudarlos es ir hablándole poco a poco de otras profesiones u oficios en conversaciones informales.

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“Lo importante siempre es educar e informar sobre los temas que nos preocupan, como drogas o sexo, para que puedan tomar decisiones informadas, cuando les llegue el momento y se vean en esta situación”, indica la especialista. “El miedo, el silencio y la desconfianza en casa no son buenos acompañantes, puesto que no les ayudarán a protegerse y saber decidir cuando llegue el momento que, siendo realistas, llegará tarde o temprano”.

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Entre las medidas que propone Merche Cimas están “fomentar acciones que inviten a llevar una vida offline activa, como organizar excursiones o tiempo con sus amigos y familia para aumentar su conexión con ellos, o no presionar demasiado con los estudios cuando además puedan estar en momentos complicados relacionados con su entorno, su pareja...”.

La autoestima empieza a construirse de manera más sólida en la adolescencia, un periodo en el que, por otro lado, no dejan de compararse con sus iguales. “Es una etapa en la que nunca están satisfechos con lo que son, quieren lo que no tienen o son o creen que no tienen”, apunta la psicóloga.

Un factor que puede perjudicarlos en esa adquisición de una buena autoimagen es la exposición temprana a los ideales de belleza que muestran las redes sociales, y que afecta sobre todo a las chicas por los casi inalcanzables estándares de belleza a los que se enfrentan y tienen de referencia. “Una niña de 12 o 13 años no está preparada para asimilar esto, y no debería tener acceso a ello. Cuando sea mayor y pueda tener acceso, necesitará un acompañamiento para entender que no debe aspirar a un cuerpo perfecto y que no la define como persona qué tipo de imagen tiene”.

“Estar demasiado tiempo conectado a pantallas o redes sociales puede hacer que pierdan el foco de la vida real”, alerta Merche Cimas. Por este motivo recomienda “incentivar la vida offline sobre la online”.

Es un debate omnipresente en todas las familias que incluye desde qué edad deben tener acceso a un móvil con Internet a cómo debe ser el acompañamiento cuando estén en el mundo virtual. Su opinión es la siguiente: “Antes de los 14 o 15 años un menor no debería tener acceso a redes sociales con un dispositivo propio, ya que aumenta el riesgo de padecer TCA (trastornos de la conducta alimentaria), ansiedad, depresión, autolesiones o adicción al porno. Todo ello lo observamos en consulta”.

Seguir una vida saludable es un recurso que ayuda en todas las etapas de la vida, pero especialmente en las que son complejas, como la adolescencia. Sin embargo, no suele ser común en esta etapa.

“Actualmente, los adolescentes duermen muchas menos horas al día de las que necesitan y está bajando en número de quienes hacen deporte a diario. Todo ello no ayuda a tener una buena salud mental cuando sean adultos”, comenta la especialista.

Aunque parezca que en la adolescencia los hijos ya no necesitan a sus padres, la realidad es que precisan de ellos más que nunca.

“Como padres y madres esta etapa es dura y solitaria, porque parece que nuestros pequeños, que nos veían como héroes, ya no están ahí, pero los adolescentes realmente necesitan nuestra presencia, sin invadir su espacio e intimidad”, resalta la psicóloga. “Necesitan sentirse seguros y confiados en casa, ya que en su interior se sienten inestables e inseguros”.

“Nuestro propósito debe ser que, al final, seamos siempre el lugar al que puedan volver, aunque se hayan equivocado”, subraya Merche Cimas.