¿Por qué no llevar a nuestro bebé en la mochila de porteo mirando hacia delante? ¿Por qué no permitir que pueda ver lo que se cuece a su alrededor? ¿Esto favorecería una mayor estimulación al pequeño? La respuesta rotunda a todas estas preguntas es no. Son varios los motivos y casi todos tienen que ver con el desarrollo físico del niño o de la niña y alguno, incluso, con el emocional. El porteo es una de las prácticas que más pueden favorecer al bebé (precisamente en su desarrollo físico y emocional), pero siempre que se haga de la manera adecuada y esta siempre es, al menos cuando son menores de 6 meses, colocado mirando hacia el adulto que lo portea y respetando su postura natural (que especificaremos más adelante en este mismo artículo). Estos son, uno por uno, los motivos por los que nunca debemos portear a nuestro hijo mirando hacia el mundo exterior:
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1. Su cabeza carece de sujeción
Si el niño va mirando hacia delante, su cabeza no tendrá sujeción. Esto es especialmente evidente si el bebé tiene menos de 3 meses y aún no ha desarrollado el control cefálico, es decir, sujeta la cabeza por sí mismo, pero también ocurre con bebés más mayorcitos cuando se quedan dormidos. En ambos casos se movería de manera incontrolada, con los daños que eso puede ocasionar y no podremos optar por apoyar su cabeza hacia atrás en nuestro pecho porque eso le puede obstruir las vías respiratorias.
2. Inadecuada colocación de la cadera
El bebé, sobre todo el recién nacido, debe estar colocado con el cuerpo en posición en forma de ‘C’ y las piernas, en forma de ‘M’. Con el porteo hacia delante, esto no es posible: sus piernecitas quedan, por lo general, colgando y, en los casos en los que mejor colocado está el bebé, con las rodillas a la altura de la cadera, no del ombligo, como debería ser. Esto puede acabar provocando al bebé una displasia de cadera, es decir, que la articulación de la cadera se desplazaría de su posición original, lo que provoca la apariencia de una pierna más corta que la otra, disminución del movimiento en el lado del cuerpo en el que se produzca la lesión y, cuando sea más mayor y comience a caminar, puede provocar cojera.
3. Puede ocasionarle problemas en la espalda
Cuando va porteando mirando hacia delante, el bebé no mantiene la postura natural de su espalda, lo que puede dar lugar a lordosis o curvatura anómala de la columna vertebral. Aunque esta afección no tiene por qué ir necesariamente unida a dolor, sí requerirá de tratamiento en el futuro para ayudar al niño o la niña a que recupere la posición adecuada de su columna vertebral.
4. Sobreestimulación
Más allá de lo que tiene que ver con el desarrollo físico, el porteo hacia delante también puede ocasionarle otro tipo de problemas, como el de la sobrestimulación. Es fácil tender a creer que ir mirando hacia el mundo, expuesto hacia lo que ocurre a su alrededor, será más ‘entretenido’ para el bebé y que, incluso, puede beneficiarle por el hecho de recibir más estímulos. En absoluto es así. Se trata de un exceso de información que no tiene capacidad de procesar y que lo que le provocará es irritabilidad e, incluso, cierto estrés.
5. Pierde muchos de los beneficios del porteo (bien hecho)
Uno de los principales beneficios del porteo, cuando se hace correctamente, es que aporta calma y seguridad al bebé, algo que se pierde prácticamente por completo cuando el porteo es hacia fuera, especialmente entre los más chiquitines. También deja de favorecer la disminución del cólico del lactante (que tanto malestar les puede llegar a ocasionar) y, lógicamente, teniendo en cuenta todo lo anterior, se pierde esa ayuda a adquirir una postura correcta. A esto hay que sumar, otro de los grandes beneficios del porteo, que es el contacto visual entre la madre o el padre y el bebé y el fortalecimiento del vínculo. Si bien es cierto que el vínculo se puede fortalecer de otras muchas maneras, cogiendo al pequeño y poniéndolo sobre el pecho en otros momentos del día, si lo que se busca con el porteo es este beneficio, se pierde al llevar al bebé hacia fuera, que, además, no podrá buscar refugio en mamá o papá y apoyarse en él cuando lo necesite.
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6. Problemas de espalda en el adulto que portea
Además de todo lo que implica para el bebé este tipo de porteo, también tiene consecuencias en el adulto que portea. En su caso, estas están relacionadas con posibles problemas de espalda, ya que el peso queda mal repartido, de modo que parece pesar más, lo que hace que se modifique nuestro centro de gravedad y forcemos la musculatura, especialmente de la zona lumbar. Esto, al final, se traduce en mayor dolor de espalda que, a medida que vaya creciendo el bebé y aumentando de peso, irá también a más.
¿Cuál es la postura adecuada para el porteo?
En líneas generales, la posición adecuada del porteo es aquella que respeta la postura natural del bebé (es lo que se llama porteo ergonómico). Para ello, hay que colocarlo con su cabecita apoyada, de lado, sobre nuestro pecho, poniendo especial atención a que su boca y su nariz estén libres y que su barbilla no esté flexionada hacia su pecho, para permitir una correcta respiración. La curvatura de su espalda debe mantener, como decíamos, la forma de C, mientras que sus piernas deben formar con la cadera una especie de ‘M’, con las rodillas siempre más elevadas que la cadera.
‘ ¿Y si lo porteo llevándolo en mi espalda?’
Aunque ya no aporta los beneficios del porteo ergonímico, puede ser una opción cuando el porteo se alarga en el tiempo. Es, por tanto, apto para bebés que ya van pesando más, si bien nunca deberíamos portear así si el pequeño aún no es capaz de permanecer sentado por sí mismo. Igualmente, debemos comprobar que está colocado en posición correcta para evitar daños.
El porteo en la cadera
Al igual que con el porteo en la espalda, no es recomendable comenzar con el porteo en la cadera cuando el bebé aún no sabe permanecer sentado. Este tipo de porteo sí que permite el contacto visual entre el adulto y el niño, incluso, puede lactar (como también podría en el porteo ergonómico).