Hay algunos problemas o alteraciones, sobre todo en la esfera física, que son más evidentes cuando nace el niño. Otros, que tienen que ver con su neurodesarrollo, pueden quedar más ocultos en un primer momento, especialmente para padres primerizos que no tienen experiencia para comparar con hijos anteriores.
Para saber cómo identificarlos hemos recurrido a la Dra. Cristina Cordero Castro, neuropediatra experta en trastornos del neurodesarrollo y directora de la Unidad de Pediatría de la Clínica Blue Healthcare, en Madrid.
¿A qué llamamos trastornos del neurodesarrollo?
“Los trastornos del desarrollo hacen referencia a un grupo de trastornos que se manifiestan desde los primeros años de la vida”, indica la experta.
Así, se caracterizan por “producir déficits o limitaciones que pueden ser globales o en áreas específicas, pudiendo afectar al funcionamiento personal, social, académico u ocupacional”, añade.
¿Qué tipos de trastornos del neurodesarrollo existen?
Cuando hablamos de trastornos del desarrollo debemos tener en cuenta que estos son muy heterogéneos. Igualmente, las dificultades que producen son muy variables, como indica la Dra. Cordero.
Para definir los distintos tipos de trastornos del neurodesarrollo se emplean una serie de clasificaciones internacionales. Así, ente otros, están:
- Trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH).
- Trastorno del espectro del autismo (TEA).
- Trastornos específicos del aprendizaje (como la dislexia o la discalculia ).
- Trastornos motores (como los tics ).
- Discapacidad intelectual.
¿Desde qué edad se pueden diagnosticar los trastornos del neurodesarrollo?
Los trastornos del neurodesarrollo aparecen en la primera infancia, “aunque no siempre son identificados a estas edades”, advierte la especialista. No obstante, al ser un grupo grande de alteraciones, no todos se perciben en el mismo momento.
Por ejemplo, en los trastornos del espectro del autismo, “los primeros datos de alarma suelen evidenciarse en el segundo año de vida, en torno a los 18 meses”. Esto no significa que haya un diagnóstico a esa edad, pero sí manifestaciones que pueden hablar de que está ahí.
En cuanto al trastorno por déficit de atención e hiperactividad, “podemos encontrar conductas que llaman la atención desde los primeros años de vida, pero suele ser a partir de los seis años cuando las dificultades son más evidentes”, destaca la Dra. Cristina Cordero. De hecho, es desde esa edad cuando se empieza a diagnosticar, habitualmente entre los seis y los doce años, “aunque ya veamos cosas antes que debemos vigilar y, por supuesto, trabajar”.
Lo \'normal\' y lo \'frecuente\' en neurodesarrollo infantil
El neurodesarrollo puede variar de unos niños a otros sin que esto sea indicativo de ningún problema. Hay niños más precoces que otros y más adelantados en determinadas áreas. En este sentido hay siempre unos márgenes de normalidad que nos ayudan a reconocer cuándo algo no va bien.
“Si un niño sale de ese ‘margen de normalidad’ no siempre va a existir un trastorno, pero cuanto más lejos esté de ese margen, más fácil es que, efectivamente, exista un problema y, por tanto, ese niño deba ser valorado”, insiste la neuropediatra.
Para explicar la diferencia entre lo normal y lo frecuente, la Dra. Cordero pone el ejemplo del inicio de la marcha en el niño. Lo habitual es que hacia el año ya caminen solos, pero el margen de normalidad desde el punto de vista neurológico va desde los 9 hasta los 18 meses. “Podría pasar que unos padres se preocupasen porque su niño de 14 meses sea el único de la guardería que no camina”. En este caso, si el resto de los hitos motores han ocurrido dentro de la normalidad, lo más probable es que su pediatra los tranquilice porque no pasa nada.
Señales de alteración en el neurodesarrollo en los primeros meses de vida
En los primeros meses de vida puede haber algunos signos de alarma en relación al neurodesarrollo del bebé que lleven a consultar a los padres. Son los siguientes, tal como cita la experta:
- No fija o sigue con la mirada al mes de vida.
- No sujeta la cabeza a los dos meses de vida.
- Mantiene los puños permanentemente cerrados a los tres-cuatro meses.
- No empieza a llevar las manos a los objetos para intentar agarrarlos a los tres-cuatro meses.
- No es capaz de mantenerse sentado a los nueve meses.
Lenguaje e intención comunicativa
En los 16 y 18 meses de vida, el bebé debería tener contacto visual con los demás, responder a su nombre, señalar con el índice, decir sus primeras palabras con dos sílabas y mostrar alguna intención comunicativa. De no presentarse estos hitos, sería motivo de alarma de algún problema en su neurodesarrollo.
“Nos preocupa un niño que a los dos años no aprende vocabulario, o no ha empezado a unir dos palabras (’frases cortas’) o que a los tres años no hace frases largas”, indica la especialista.
Señales de problemas en el neurodesarrollo en el niño más mayor
Hay niños que en sus primeros años tienen lo que se denomina retraso madurativo, pues no van cumpliendo los hitos del desarrollo establecidos como normales para su edad en todas o en algunas áreas del desarrollo. En estos casos, lo importante es trabajar con el niño, pues será con el seguimiento de esos primeros años cuando se pueda determinar si hay o no un trastorno del neurodesarrollo y de cuál se trata.
Por su parte, “en los trastornos que son más evidentes en el niño mayor (como el TDAH y las dificultades de aprendizaje), las alarmas suelen sonar cuando el niño empieza Primaria”, subraya la Dra. Cordero. Es especialmente relevante que el menor ponga resistencia a trabajar. “Si un niño con seis o siete años se resiste de manera llamativa a ir al colegio o a aprender/estudiar, es un niño que debemos vigilar y sobre el que hay que consultar”, apunta.
La importancia de la intervención precoz
La intervención precoz en los trastornos del neurodesarrollo es fundamental, “ya que sabemos que mejora directa y significativamente el pronóstico funcional del niño a largo plazo. Es decir, un niño que ha sido detectado e intervenido desde edades precoces va a funcionar mejor y se va a desenvolver mejor en la vida”, asegura la neuropediatra de Blue Healthcare.
Es así porque en los primeros años de vida hay una gran plasticidad neuronal que hay que aprovechar. Por eso, aunque el niño no tenga diagnóstico, la experta insiste en la importancia de que reciba una atención especializada, que trabaje “sobre las dificultades concretas de cada niño, independientemente de la etiqueta final a la que lleguemos”.
Un abordaje integral
En sus primeros años de vida, los niños con problemas en el neurodesarrollo acuden a una serie de terapias que llevan el nombre de Atención Temprana. Así, se abordan las dificultades del menor desde la estimulación, la fisioterapia, la logopedia y la psicoterapia, dependiendo de lo que necesite cada pequeño.
Después, según el trastorno que sea, el niño recibirá atención especializada, teniendo en cuenta la necesidad de un abordaje integral. Por ejemplo, en el caso del TDAH, hay que procurar que el niño tenga también “un adecuado desarrollo de la autoestima y del autoconcepto, ambos vitales no solo para su funcionamiento, sino también para su felicidad futura”, comenta la Dra. Cristina Cordero.