Hay determinadas prácticas médicas en la atención de los niños y los adolescentes que no deberían seguir poniéndose en marcha. Así lo indica un documento coordinado por el Comité de Calidad Asistencial y Seguridad del Paciente de la Asociación Española de Pediatría (AEP).
“En la atención de los niños y adolescentes hay algunas prácticas que no son adecuadas o que no aportan nada, e incluso, pueden perjudicar”, explica la Dra. Aurora Madrid,coordinadora de dicho comité. Por este motivo, distintas sociedades médicas han emitido una serie de recomendaciones asistenciales para desterrar aquellas que están en ese caso.
En el documento ha participado el Comité de Medicamentos de la AEP y Grupo Español de Farmacia Pediátrica de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (GEFP-SEFH), la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría (SEUP), la Sociedad Española de Pediatría Interna Hospitalaria (SEPIH), la Sociedad Española de Cuidados Intensivos Pediátricos (SECIP), la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP) y la Sociedad Española de Neonatología (SENEO).
Estas son algunas de las prácticas que aconsejan no hacer.
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1. Dejar los medicamentos al alcance de los niños
Aunque es una recomendación ampliamente formulada, en algunos hogares los fármacos siguen estando al alcance o a la vista de los niños, con el riesgo que esto conlleva de que puedan cogerlos y tomarlos.
Del mismo modo, el Comité de Medicamentos de la Asociación Española de Pediatría insiste en que los medicamentos se conserven en su envase original para evitar confusiones que pueden tener consecuencias sobre la salud de los menores.
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2. No asegurarse de que los padres comprenden cómo dar la medicación
Cuando se prescribe un tratamiento a un niño, el pediatra debería asegurarse de que los adultos responsables del mismo entienden cómo deben administrárselo.
Así, no valdría con dar información escrita sobre el mismo (número de días en que debe tomarlo y dosis), sino que tendría que complementar esos datos de forma oral para cerciorarse de que han llegado a la familia de forma correcta.
3. Tomar el medicamento en cucharadas
Los fármacos pediátricos deben administrarse siempre con el dosificador que incluya cada uno. Cuando se ofrecen con una cuchara hay mucho riesgo de que la dosis sea incorrecta. Si se está dando menos de la cantidad indicada, no será tan efectivo. Pero si hay una sobredosificación continuada, el pequeño puede correr riesgos.
Por este motivo, hay que indicar claramente cómo tomar el medicamento y en qué presentación o concentración específica. La dosis se suele calcular en función del peso del paciente y hay que tener siempre en cuenta las posibles alergias, contraindicaciones e interacciones con otros fármacos o tratamientos.
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4. Administrar antibiótico sin confirmar las sospechas
El uso excesivo de antibióticos está provocando, y puede provocar en el futuro, graves problemas. En concreto por la resistencia de ciertas bacterias ante las que los antibióticos dejarían de ser eficaces.
Por este motivo, los pediatras resaltan la importancia de prescribir antibióticos solo cuando sea necesario. Por ejemplo, ante una sospecha de infección en el tracto urinario, habría que confirmarla con un urocultivo antes de que el niño tome el antibiótico. De igual forma, cuando hay infecciones respiratorias virales no complicadas, como catarros de vías altas o laringitis, no estaría indicado el uso de antibióticos.
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5. Prolongar el antibiótico más tiempo del indicado
Algunos veces el antibiótico se prolonga durante más días de los indicados inicialmente. La decisión debe correr siempre de parte del pediatra y nunca de los padres.
No hay que ‘acabar el bote’ aunque quede algo de fármaco ni dar más días de los prescritos por el profesional. Cuando el tratamiento se finaliza, el envase se deposita en un punto SIGRE de la farmacia y no se automedica al niño.
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6. Retirar el gluten de la dieta sin causa justificada
Cuando hay sospecha de celiaquía (intolerancia al gluten), es el médico el que debe indicar las pruebas a seguir y cuándo retirar los alimentos con gluten de la dieta del niño.
Hay que tener en cuenta que para hacer dichas pruebas el sistema digestivo del pequeño tiene que haber estado en contacto con el gluten. Si los padres lo retiran por su cuenta, los resultados pueden salir alterados. Por ello, hasta que no haya un diagnóstico definitivo, el gluten no se debe retirar.
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7. Tratar los problemas de garganta con antibiótico sin confirmar el origen bacteriano
Los antibióticos solo son efectivos cuando el problema de salud está provocado por bacterias. Ante los virus no son eficaces. Sin embargo, se siguen administrando en casos de faringoamigdalitis sin confirmar el origen bacteriano.
Para evitar los problemas de la sobreadministración de antibióticos, se puede realizar un test rápido de detección o un cultivo. De esta manera, el niño solo recibirá tratamiento antibiótico cuando esté plenamente confirmado que lo necesita.
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8. Tomar mucolíticos y otros fármacos de baja utilidad
Mucolíticos, expectorantes, antitusígenos y otros fármacos están cuestionados por su baja utilidad terapéutica en el tratamiento de rinofaringitis infantil. Son medicamentos que, incluso, a ciertas edades están completamente contraindicados.
Aunque síntomas como el moqueo o la tos puedan resultar muy molestos, las medidas para resolver el cuadro no suelen incluir estos medicamentos.
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9. No educar al niño para manejar los medicamentos contra el asma
El manejo del asma puede ser complicado en un primer momento. Por eso, hay que asegurarse de que tanto el pequeño paciente como sus padres comprenden de qué forma se utilizan los fármacos inhalados.
Si la técnica no es correcta, se puede perder gran parte del medicamento y no llegar a sus vías respiratorias. Por este motivo, es muy importante que todos sepan la forma correcta de usar las cámaras.
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10. Realizar una técnica invasiva en el recién nacido sin tener en cuenta el dolor
Algunos recién nacidos tienen que someterse a pruebas y exploraciones que resultan dolorosas. Afortunadamente, cada vez hay más conciencia de que el dolor y las molestias deben evitarse. Por eso, hay distintas técnicas farmacológicas y no farmacológicas para que el bebé no sienta tanto malestar.
En este sentido, siempre que se vaya a realizar una técnica invasiva en el recién nacido, habría que tener en cuenta antes el dolor que pueda sentir como un aspecto más a evitar.
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11. Separar de forma temprana a madre e hijo
La humanización de los partos ha traído consigo una nueva forma de entender esos primeros momentos en la vida del bebé. Por este motivo, se procura no separar a madre e hijo tras el parto, a no ser que sea estrictamente necesario.
Algunas exploraciones al recién nacido que antes se llevaban a cabo lejos de su madre ahora se realizan al lado de ella para no separarlos.
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12. Pinzar el cordón umbilical de forma precoz
Hasta hace un tiempo el cordón umbilical se pinzaba en cuanto el bebé nacía. Ahora se sabe que ese pinzamiento precoz (en niños sin riesgo que no precisen reanimación) no es lo adecuado.
Por eso se tiende al pinzamiento óptimo, que tiene muchas más ventajas para el bebé, también a medio plazo, como un riesgo menor de tener anemia en su primer año de vida.