Uno de los primeros logros importantes del bebé es el control de la cabeza. Le llevará un tiempo conseguirlo si no hay problemas, y un poco más si tiene dificultades de algún tipo. Cuando el pequeño mantenga la cabeza erguida, un mundo de sensaciones y estímulos muy importante se abrirá ante él.
El Dr. Fernando García-Sala Viguer, especialista en Pediatría, director de la Clínica Pediátrica García-Sala, en Valencia y miembro de Top Doctors nos cuenta todo lo que hay que saber en relación al control cefálico.
El gran momento, a los tres meses
El bebé va progresivamente controlando su cabeza para mantenerla erguida. Así, a los dos meses ya se observa que puede elevarla por cortos periodos de tiempo. Pero el gran momento suele suceder un mes después.
“A los tres meses ya consigue elevar mucho más tiempo su cabeza, estando en posición ventral (boca abajo) y ya observamos que en posición de sentados la mantiene perfectamente”, indica el experto. Así pues, por lo general, será a esta edad cuando la mayoría de los niños consigan hacerse con el control de su cabeza.
Perfeccionar la habilidad
Cuando el bebé tiene cuatro y cinco meses sigue perfeccionado el control de su cabecita. Así, a los cuatro meses es capaz de mantener la cabeza erguida si está sentado, pues “la espalda y la nuca son muy sólidas, aunque la región lumbar es todavía débil y debe sostenerse siempre”, indica el Dr. García-Sala. Así, “llevándolo a la posición sentado, la cabeza sigue al resto del cuerpo”, indica.
A los cinco meses ya podrá elevar la cabeza y una gran parte del tronco, eso sí, “apoyándose sobre los antebrazos”. De hecho, intentará por sí mismo pasar de la posición boca abajo a la posición boca arriba. “Llevándolo a la posición sentado, participa activamente en este movimiento, elevando su cabeza y doblando sus piernas para ir hacia adelante”, explica.
¿Por qué hay niños que no lo consiguen a esa edad?
Hay casos en que el bebé no consigue el control cefálico a los tres meses. Aunque lo cierto es que cada lactante evoluciona de un modo, habitualmente este retraso “lo más probable es que se deba a una falta de estimulación y con ejercicios en pocas semanas lo conseguiremos”, tranquiliza el pediatra.
No obstante, hay otros factores que pueden influir en que el bebé tarde más en controlar su cabeza. Entre ellos, la prematuridad extrema y cuadros de hipotonía, retraso psicomotor congénito o adquirido, alguna infección intrauterina con repercusión neurológica, parálisis cerebral, síndrome de West...
Lo primero sería analizar si el bebé cuenta con la estimulación necesaria (no es bueno dejarlo siempre boca arriba) y, una vez descartado este punto, se trataría de buscar la causa.
¿Con qué otros aspectos se relaciona el control de la cabeza?
“El control cefálico es el inicio del control del resto del cuerpo”, destaca el experto de Top Doctors. Así, explica cómo “la evolución del desarrollo neurológico se inicia en la cabeza y va descendiendo para conseguir que al sexto mes el niño se mantenga sentado sin apoyo y al año normalmente consiga andar”.
Cuando el control cefálico no está ahí, el resto de acontecimientos de su desarrollo es difícil que se produzcan. Eso sí, para protegerlo, aunque el bebé ya controle la cabeza, es aconsejable sujetársela al cogerlo en brazos o al moverlo de sitio.
Igualmente, hay que evitar movimientos bruscos “relacionados con saltadores o realizarles volteretas por riesgo de lesionarlos”, advierte el Dr. García-Sala.
¿Es normal que el recién nacido eche la cabeza hacia atrás?
El recién nacido suele hacer movimientos hacia atrás con la cabeza. “Es totalmente normal que, durante los dos primeros meses de vida, tire la cabeza hacia atrás o flexione el cuello con facilidad, y esto se debe a la inmadurez y fortaleza de la musculatura del cuello, que debe luchar contra la gravedad del medio para mantener erguida la cabeza”, apunta el especialista.
Además, hay que tener en cuenta que el tamaño de la cabeza y el peso en relación al cuerpo es mucho mayor que el del adulto, por lo que la cabecita se balancea hacia adelante y atrás con facilidad. “Poco a poco irá consiguiendo el control de su musculatura e irá fortaleciendo la musculatura abdominal para poder sentarse sin apoyo y posteriormente ponerse de pie y andar”, indica.
Su relación con el desarrollo neurológico
La cabeza no es distinta al resto de órganos y sistemas del recién nacido. Todos necesitan de un tiempo para desarrollarse y cumplir con la función que tienen asignada. Así, en las primeras semanas de vida, el lactante presenta unos reflejos arcaicos o primitivos, producto de la inmadurez de su sistema nervioso central.
Conforme el desarrollo neurológico va avanzando, estos reflejos del comienzo van desapareciendo. De los movimientos involuntarios se pasa a los movimientos voluntarios y, por tanto, “a conseguir el control cefálico del niño que le permita mantener la cabeza erguida o que la voltee de forma intencionada hacia uno u otro lado ante la presencia de estímulos luminosos o acústicos”, concreta el pediatra.
¿Se debe estimular el control cefálico de algún modo?
El bebé realiza movimientos espontáneos con los que moviliza cuello, hombros y espalda para conseguir un buen control de su cabecita.
Pero, más allá de esto, los progenitores pueden estimular este hito. Uno de los ejercicios es el tummy time (tiempo de barriga). Consiste en colocar al bebé boca abajo durante algunos minutos, con el objetivo de que levante la cabeza de forma espontánea cada vez durante un periodo más prolongado.
Tal como explica el Dr. García-Sala, “con este ejercicio, además de fortalecer la musculatura de alrededor del cuello, conseguiremos prevenir deformaciones craneales por una mala postura, tonificar la musculatura del tronco y extremidades, tanto inferiores como superiores, favorecer el tránsito intestinal por la estimulación de los músculos rectos abdominales y aportar una experiencia divertida al niño al jugar con esta posición, la cual se debe realizar siempre con el bebé despierto y con la supervisión de un adulto”.
La curiosidad del bebé, como aliada
El recién nacido muestra de forma innata una gran curiosidad, que va a ser una gran aliada para el control cefálico. En concreto, los estímulos visuales y luminosos funcionan muy bien en este sentido.
Basta con hacer ruidos con sonajeros o con cualquier otro objeto o dar palmas para captar su atención. De este modo “se girará hacia uno y otro lado, con lo que conseguimos estimular la musculatura del cuello y, sobre todo, movimientos voluntarios y controlados del mismo”, comenta el pediatra.
Los estímulos luminosos funcionan en el mismo sentido para favorecer el interés del niño y, a la vez, su control cefálico.
Ayudarle a incorporarse de forma suave
Otro ejercicio que se puede realizar para fomentar el control cefálico del bebé, tal como aconseja el Dr. Fernando García-Sala, es “tomar ambas manos del bebé, acostado boca arriba, para que este, sin que nosotros traccionemos, intente levantar el torso de manera armoniosa”.
No hay que forzar y, una vez que esté sentado, hay que llevarlo muy suavemente a la posición inicial de la misma forma. El ejercicio se puede repetir, pero sin forzar en ningún caso.