En la edad pediátrica, las alteraciones de la deglución raramente se presentan como problemas aislados, sino más bien como un síntoma de otros problemas. La mayor prevalencia se determina en niños, con un 1%, sobre todo, en pacientes neurológicos, con una incidencia del 30-80% en niños con trastornos del desarrollo y del 19,2-99,0% en niños con parálisis cerebral.
Sin embargo, según los expertos, en muchas ocasiones esta patalogía está infradiagnosticada lo que puede afectar y repercutir en la salud y el futuro desarrollo del niño.
Alejandra Pérez Rodríguez, pediatra especializada en nutrición infantil (@nutriendo_amibebe), nos responde a algunas de las dudas más frecuentes sobre la disfagia.
¿Qué es la disfagia?
“Es la dificultad para la deglución de alimentos líquidos o sólidos, o la incapacidad de hacer progresar los alimentos desde la boca hasta el estómago”, define la doctora.
¿Cuáles son las causas?
Las causas por las que se origina la disfagia son múltiples, y según nos cuenta la Dra. Pérez, pueden deberse a:
- Alteraciones neuromusculares
- Malformaciones anatómicas del tracto aerodigestivo
- Malformaciones genéticas (defectos congénitos)
- Defectos de la mucosa del tracto oro-faringoesófago-gástrico y otros que afectan a la coordinación de succión-deglución-respiración.
¿Cómo se diagnostica?
Los expertos aseguran que para un buen diagnóstico es necesaria una valoración integral y multidisciplinar del niño que implique observar cuando come para determinar en muchos casos la fase de la deglución afectada y tipificar el tipo y severidad de la disfagia. Asimismo, la doctora añade que “para diagnosticar la causa de la disfagia hay que hacer una anamnesis y exploración física completa”.
¿Cómo darnos cuenta?
Si soy papá y tengo dudas de que a mi hijo puede estar sucediéndole, el primer paso será observar su forma de comer, su deglución y detenernos en los siguientes detalles: “Son niños que suelen comer más despacio, babear de forma excesiva, tener dificultades para respirar, tosen mucho o vomitan mientras comen, son más propensos a sufrir atragantamientos , no suben bien de peso...”, explica la doctora.
¿Existe tratamiento?
“Sí, aunque depende de la causa de la disfagia”, dice la doctora. En cualquier caso, el tratamiento debe ser individualizado y “requiere de un adecuado manejo por varios especialistas para evitar problemas respiratorios, nutricionales y del desarrollo”, añade.
¿Cuál es el ambiente ideal para comer para estos niños?
Uno de los hándicaps a la hora de ofrecer comida a estos niños es que hay que tener en cuenta varias modificaciones en su dieta, tal y como nos cuenta la doctora, serían las siguientes:
- Proporcionar un entorno tranquilo y sin estrés a la hora de comer
- Disminuir las distracciones (televisión, tablet...)
- Respetar el ritmo de la ingesta del niño (no darle prisa para comer).
Adaptar las texturas
Y, por supuesto, por otro lado, también debemos prestar especial atención a qué tipo de alimentos degluten mejor y peor. Esto supone “adaptar las texturas de los alimentos y evitar alimentos de difícil manejo como semillas, alimentos fibrosos como espárragos, piña, alcachofas, alimentos de dobles texturas, como la sopa, alimentos muy secos...”, advierte la doctora.
Siempre tendremos que hacer una evaluación de cada comida y ver qué textura acepta mejor “para adaptar los alimentos a esas texturas. Por ejemplo, si se atraganta con los líquidos añadir espesante o si le cuestan los sólidos triturarlos”, aconseja.
¿Se corrige con el paso del tiempo?
La doctora es clara al responder a esta pregunta: “Dependiendo de la causa”. Y es que todo depende del origen de la disfagia, ya que “si esta se produce por la ingesta de un cuerpo extraño, se corrige en el momento en el que se detecta. Pero, si la disfagia es debida a una causa genética o a una malformación se puede trabajar con rehabilitación y terapia ocupacional, y en muchos casos mejora con el tiempo”, anima la pediatra.
¿Cómo es la rehabilitación?
Si la causa de la disfagia es genética o por malformación, su tratamiento y rehabilitación correrá a cargo de la actuación de varios profesionales como pediatras, otorrinolaringólogos, gastroenterólogos, neurólogos, logopedas y nutricionistas.
Asimismo, su mejoría también depende de una práctica y esfuerzo diarios por parte de toda la familia, ya que “una parte del tratamiento incluye la realización de maniobras o ejercicios específicos para cambiar la fisiología de la deglución y mejorar la protección de las vías respiratorias durante la misma. Requiere que el niño tenga capacidad para comprender instrucciones por lo que tienen una eficacia limitada en ellos”, según explica la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL CCC). E, incluso superar el problema mediante otro tipo de acciones como son los “cambios posturales, terapia oral sensiomotra, estimulación oral o modificación del bolo alimenticio”, añade la SEOR CCC, tal y como como nos comentaba en puntos anteriores la Dra. Pérez.